Los organizadores están en una carrera contra el tiempo para ampliar y modernizar aeropuertos, y mejorar la movilidad interna así sea con paliativos, mientras el gobierno intenta negociar con las aerolíneas domésticas un aumento de los vuelos y la creación de nuevas conexiones a precios accesibles. | Foto: AFP.

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Viajar en Brasil, un calvario

Para seguir a un equipo en el Mundial Brasil-2014 no hay casi otra opción que hacerlo en avión, lo cual puede convertirse en un calvario en este país de tamaño continental, tan grande como la burocracia para comprar pasajes y con aeropuertos saturados.

2 de diciembre de 2013

Una vez en tierra, las cosas no son mucho mejores: el transporte público es pobre, las carreteras están saturadas y en mal estado y no hay un sistema de trenes que sirva de opción al transporte aéreo. Brasil espera recibir a cerca de 600.000 turistas extranjeros durante el Mundial (12 de junio-13 de julio), que se sumarán a los tres millones de brasileños que se moverán entre las 12 ciudades sede durante el mayor evento deportivo del mundo.

Los organizadores están en una carrera contra el tiempo para ampliar y modernizar aeropuertos, y mejorar la movilidad interna así sea con paliativos, mientras el gobierno intenta negociar con las aerolíneas domésticas un aumento de los vuelos y la creación de nuevas conexiones a precios accesibles.

La dictadura aérea

Una persona que quiera seguir por ejemplo a Brasil en la fase de grupos comienza en Sao Paulo, donde se juega el partido inaugural. De ahí viaja a Fortaleza (noreste), a unos 2.370 km, y luego a Brasilia (centro-oeste), otros 1.700 km. Es posible ir por tierra, pero cada viaje llevaría más de 24 horas. Es la realidad de Brasil, un enorme país 17 veces mayor que España, que ofrece prácticamente como única opción para viajar, el avión.

Pero antes, hay que superar las dificultades de comprar un pasaje doméstico, sobre todo para un extranjero, que muchas veces no puede hacerlo por internet si no tiene el documento fiscal brasileño (CPF). También sufrirá el bolsillo: algunos vuelos internos durante el Mundial ya muestran incrementos de hasta 1.000% más que la tarifa normal. No obstante, un portavoz de la Asociación Brasileña de Empresas Aéreas (ABEAR) aseguró a la AFP que después del sorteo de grupos, el 6 de diciembre, "se va a rediseñar la oferta de vuelos" y habrán nuevos rangos de precios accesibles.

La ABEAR indicó además que las aerolíneas brasileñas "tienen la capacidad" de lidiar con la alta demanda del Mundial y consideró "inviable" la opción de permitir que compañías internacionales operen rutas nacionales por los altos costos que representa. Por otro lado, muchas obras de ampliación de los anticuados aeropuertos brasileños están en el debe. Y algunos pasajeros creen que a esta altura, entre los tablones y cables que cuelgan, sólo se tratará de maquillaje. Durante la Copa Confederaciones de junio, el porcentaje de extranjeros fue mínimo, menos de 3% del total, y el traslado aéreo en el país no fue mayor de lo normal. Pero los aviones iban llenos siempre y las filas en las terminales eran largas.

Cinco aeropuertos en cuatro sedes del Mundial ya fueron privatizados. Los dos últimos fueron los de Rio de Janeiro y Belo Horizonte, pero el contrato se firmará apenas cuatro meses antes del Mundial, por lo cual las reformas de fondo quedarán para después del torneo.

Atrasos en tierra
La Copa del Mundo implica una importante modernización de los sistemas de movilidad urbana, pero en el último balance del gobierno, más de una decena fueron excluidas. "Brasil perdió la oportunidad de repensar la infraestructura de sus ciudades", dijo a la AFP Chris Gaffney, un profesor universitario estadounidense que estudia el impacto urbanístico de grandes eventos deportivos en Rio.

La matriz de obras incluye desde autopistas y bulevares, hasta sistemas de trenes livianos (VLT) y de buses expresos (BRT). El gobierno justifica los atrasos diciendo que ejecutar estas obras es "como cambiar un neumático con el auto andando", según dijo en junio el ministro de Ciudades, Aguinaldo Ribeiro, en una audiencia en la Cámara de Diputados.

Los equipos que jugarán en Recife (noreste) sólo esperan que la carretera de 30 km llena de huecos que comunica la ciudad con el estadio esté arreglada, y que haya menos embotellamientos que los que sufrieron debieron aguantar España y Uruguay en la Confederaciones, cuando recorrer el trecho les llevaba dos horas. Y en el interín, aún preocupan las telecomunicaciones en la Copa, pese a los esfuerzos por extender las redes 4G en las 12 ciudades sede. Por lo pronto, hablar por celular podría ser tan difícil como tratar de hacerle un gol a Brasil.


Afp/D.com