El vicepresidente venezolano Nicolás Maduro y el jefe de la Asamblea, Diosdado Cabello, dos de los hombres más poderosos del Gobierno que conduce el país y espera por su líder. | Foto: Reuters

Informe especial

Venezuela, ensayo del chavismo sin Chávez

La dramática ausencia del presidente venezolano en los primeros compases de su cuarto mandato, que le costó sangre, sudor y lágrimas ganar en octubre, ha abierto de golpe el telón para el primer ensayo general del chavismo sin Hugo Chávez.

1 de febrero de 2013

Por Enrique Andrés Pretel y Marianna Parraga - Reuters

En el centro de la escena, el vicepresidente Nicolás Maduro interpreta el difícil rol de sucesor en ciernes capaz de gobernar y mantener la unidad revolucionaria, mientras el líder socialista convalece en Cuba tras pasar por cuarta vez por un quirófano desde que le detectaron un cáncer en junio de 2011.

El delicado estado de salud de Chávez, que le impidió acudir a su propia toma de poder el 10 de enero, parecía empujar al oficialismo hacia una rápida convocatoria a elecciones siguiendo la ruta prevista en la Constitución.

Pero con todo a favor para reeditar los aplastantes triunfos de las elecciones presidenciales y las regionales de fin de año, Maduro ha optado por esperar el retorno del mandatario todo el tiempo que sea necesario.

"Más temprano que tarde vamos a tener al presidente de nuevo en Venezuela", es el mantra con el que el vicepresidente delinea una estrategia emotiva y audaz, pero minada de riesgos.

El resultado de este experimento dará la primera pista sobre si el chavismo estaría preparado para el desafío de sobrevivir a su jefe-fundador, epicentro político de una fuerza insondable que agrupa radicales de izquierda, socialistas pragmáticos, militares conservadores y a no pocos oportunistas.

Si el mandatario efectivamente regresa en las próximas semanas y asume su cargo, la experiencia habrá sido positiva para el oficialismo y, sobre todo, para Maduro.

Gobernar "en el nombre de Chávez" podría servirle para consolidarse como nuevo centro de poder, limar las diferencias internas que generó su nombramiento y ganar confianza entre las bases como máximo ejecutor de los populares planes sociales en vivienda, alimentación, salud y empleo.

Pero, si la "ausencia indefinida" se extiende demasiado podría complicar el cuestionado ensayo de la sucesión.

El paso de los meses amenaza con diluir el "momentum" político del oficialismo y dar algo de oxígeno a la oposición, además de agotar el margen para prorrogar decisiones difíciles que podrían desgastar prematuramente el liderazgo de Maduro.

Y mientras la enorme sombra de Chávez se proyecta sobre todos los hombres del Gobierno, en Venezuela crece la sensación de que tarde o temprano habrá que ir de nuevo a las urnas.

"Es obvio que existe una transición, la duda es, ¿cuánto va a durar?", dijo Luis Vicente León, de la firma Datanálisis.

Entre bastidores

Sin el carisma apasionado del jefe, ni su monolítico control sobre las facciones civiles y militares del oficialismo, Maduro encara el prólogo de la Venezuela sin Chávez con un guión signado por un espinoso panorama financiero y el difícil reacomodo del elenco de poder en el país petrolero.

El dilema del vicepresidente -quien pese a acumular seis años como diputado y seis como canciller, carece de experiencia en gestión política estatal o municipal- está entre asumir el riesgo de no actuar o el de tomar acciones que puedan irritar al electorado o generar fricciones en la cúpula del Gobierno.

La economía exige acciones cada vez más drásticas, como una devaluación que facilite abastecer al país de bienes esenciales o el recorte del gasto público para limar el creciente déficit, mientras la petrolera estatal está al límite de su esfuerzo y persiste el enfrentamiento con un sector privado debilitado por casi una década de férreos controles de divisas y de precios.

Hasta el momento, el chavismo ha reaccionado con instinto de supervivencia aparcando las diferencias personales para superar unidos la ausencia del Comandante bajo el mando de una influyente terna liderada por Maduro; el jefe del legislativo, Diosdado Cabello; y el ministro de Petróleo, Rafael Ramírez.

"Nosotros mismos estamos sorprendidos de lo bien que se están llevando (los tres). Se han reunido, cosa que no había ocurrido nunca", dijo una fuente cercana al triunvirato.

Pero las efusivas muestras públicas de afecto entre los primeros espadas vienen tras años de relaciones frías y distantes, marcadas por diferentes intereses e incluso distintas visiones sobre el futuro del proceso, que mantienen latente la posibilidad de una fractura en la dirigencia oficialista.

Chávez ha sido la clave para mantener el equilibrio entre sus diversos aliados, absorber el impacto de las decisiones económicas impopulares y lidiar con el descontento por los problemas del país, como la alta inflación -diciembre arrojó el dato más alto en 33 meses- o la alarmante violencia -cifras no oficiales apuntan a un récord de 21.000 asesinatos en 2012.

"Pero, ¿y el día que él no esté?", llevan años preguntándose las corrientes más críticas del chavismo al advertir sobre los riesgos del hiperpresidencialismo. Ahora, el país se asoma con vértigo a ese día.

El mito de Chávez

Para los venezolanos, los casi 50 días de inédito y tenso silencio son sin duda el mejor diagnóstico de la delicada condición presidencial, complicada por una severa infección respiratoria que el Gobierno asegura fue controlada.

"(Chávez) presenta una incompetencia inmune producto de la quimio y la radioterapia que le dificulta superar la infección, lo que lo ha mantenido en un distress respiratorio", dijo una fuente cercana al equipo médico del mandatario de 58 años.

Aunque salga airoso del postoperatorio, el militar retirado difícilmente volverá a ser el mismo líder hiperactivo y omnipresente que durante 14 años acaparó todas las decisiones políticas, económicas e ideológicas de la revolución aclamado por sus seguidores al grito de "aquí manda Chávez".

Con una larga convalecencia por delante y un nuevo tratamiento para combatir un tumor en la zona pélvica que se reprodujo dos veces en un año y medio, los discursos interminables, las kilométricas giras internacionales y las maratónicas campañas a pie de calle podrían ser cosa del pasado.

Desde hace semanas, el país vive entre unos partes médicos oficiales casi telegráficos y los rumores avivados por la ausencia de fotos, llamadas o cualquier otra "prueba de vida", que describen con todo lujo de detalles a un Chávez terminal.

Con la oposición dividida sobre cómo enfrentar la crisis y la región en paciente espera de los acontecimientos, la presión podría venir desde el propio oficialismo, donde los gestos de preocupación, las voces rotas y los ojos anegados en lágrimas de sus líderes han llegado a sembrar el desconcierto.

"Total y absurdo secreto, incluso con la dirección nacional del partido. Pero la sensación general es que el cáncer es una gran amenaza", dijo una fuente de la tolda oficialista.

La batalla contra el cáncer está alimentando como nunca el mito de Chávez, quien ya es venerado entre sus seguidores como un redentor de los pobres.

Cuanto más se inflama el culto al líder bolivariano, alentado por la propaganda oficial, más imprescindible y providencial se hace su figura en el chavismo.

Consciente de ello, Maduro se encomendó hasta 56 veces al "presidente amado", "comandante de comandantes" y "ejemplo supremo" en su primer gran discurso público el 10 de enero, buscando insuflar confianza en unas bases que suelen culpar al entorno del líder por la ineficiencia y corrupción del gobierno.

Analistas creen que, llegado el caso, su muerte desataría un torrente emocional que asegura al sucesor un decisivo caudal de votos en casi cualquier escenario. Pero el tiempo irá dejando cada vez más patente el agravio comparativo entre el Comandante Presidente y su heredero político.

"Exijo lealtad absoluta", grita Chávez en un emotivo video que el canal estatal emite varias veces al día. "Porque yo no soy yo, ¡yo soy un pueblo carajo!", reverbera su voz profunda mientras se funde con un trágico fondo musical.

Un país que espera por su futuro político

Luego de semanas de alarmantes noticias sobre el delicado estado de salud del presidente venezolano Hugo Chávez, los pronósticos más optimistas que deslizó el Gobierno en los últimos días avivaron expectativas sobre su posible regreso al país.

El líder socialista lleva casi 50 días completamente fuera del radar público, inmerso en una delicada convalecencia por el cáncer que le diagnosticaron en la zona pélvica hace un año y medio, cuyos detalles son manejados como un secreto de Estado.

Aunque ha habido un tono más optimista en el oficialismo, siguen sin disiparse las dudas sobre si Chávez, de 58 años, podrá retomar el poder o si la enfermedad lo obligará a salir de escena, justo cuando inicia un nuevo mandato de seis años con el que prometió consolidar el camino al socialismo por el que condujo al país.

La ausencia del presidente ha abierto el telón en Venezuela para el primer ensayo general sin Chávez y proyecta escenarios que tendrían consecuencias muy diferentes para el futuro político del país petrolero.

Se recupera y asume

En los últimos días, el Ejecutivo se ha mostrado mucho más positivo sobre la evolución del líder bolivariano, cuya convalecencia estuvo en jaque por una hemorragia sufrida durante la cirugía del 11 de diciembre y una posterior infección severa que lo mantuvo varias semanas con una insuficiencia respiratoria.

Una fuente cercana a los funcionarios que han visitado a Chávez en Cuba dijo a Reuters que el Gobierno da por hecho el regreso, aunque sin fecha definida ante la presión de sus familiares para que la recuperación se consolide antes de asumir los riesgos asociados al viaje desde La Habana.

Una vez que el mandatario jure su cargo, para lo que el máximo tribunal del país otorgó un impreciso "tiempo prudencial", la presión interna y externa sobre el Ejecutivo se reduciría, tranquilizando a las bases y ampliando su capacidad para maniobrar ante el desafiante panorama económico.

El impulso del retorno podría ser aprovechado para implementar acciones urgentes pero impopulares, como una demorada devaluación del bolívar y recortes del gasto público para moderar el déficit, afinar la estrategia de endeudamiento y reimpulsar los planes sociales.

Pero superado el postoperatorio, el presidente podría tener que comenzar un nuevo tratamiento contra la enfermedad, lo que lo obligaría a bajar el ritmo de trabajo y poner fin a su omnipresencia mediática, sello de sus 14 años en el poder.

Un "Chávez en casa" facilitaría una transición más ordenada en la cúpula del oficialismo si el cáncer arrecia de nuevo y lo obliga a delegar el mando, luego de que la abrupta designación del vicepresidente Nicolás Maduro como su sucesor generara tensiones entre las primeras espadas de la revolución.

La Constitución establece que si se declara la incapacidad del presidente en sus primeros años de mando, el vicepresidente asume formalmente las riendas y convoca a elecciones, lo que afianzaría las opciones de Maduro en unos eventuales comicios.

Fuentes del oficialismo no descartan la posibilidad de que Chávez regrese al país con miras a volver luego a Cuba para continuar con la siguiente fase del tratamiento, que podría incluir más quimioterapia si su condición lo permite.

Posterga su retorno

El chavismo insiste en su estrategia de esperar "sine die" el retorno del líder, pese a que la temperatura política aumentó luego de que la enfermedad le impidiera en enero tomar posesión del mandato que ganó cómodamente en los comicios de octubre.

Pese al aval del Parlamento y el Tribunal Supremo, el Gobierno asume muchos riesgos prolongando indefinidamente el vacío presidencial, que según analistas ha dejado al país inmerso en un limbo legal y con falta de iniciativa política para enfrentar un turbulento panorama que exige decididas medidas de tipo cambiario, fiscal y de endeudamiento.

Fuentes cercanas al Gobierno confirmaron a Reuters que algunos socios internacionales se muestran reacios a firmar o renovar contratos ante la incertidumbre legal, mientras que los tímidos acercamientos con el sector privado no han prosperado.

En los últimos días se modificó un esquema de impuestos a los proyectos petroleros para elevar los ingresos fiscales.

Eso podría ser parte de una estrategia para retrasar acciones de mayor calado que puedan generar fricciones en el seno del Ejecutivo -cómo decidir dónde recortar gastos para controlar el creciente déficit público- o descontento en el electorado -como una devaluación o un alza de impuestos.

Los analistas creen que cuanto más se demoren las medidas económicas, más doloroso será el ajuste, lo que podría desgastar el crédito político de Maduro en un escenario electoral.

Además, el correr de las semanas podría oxigenar a la oposición, permitiéndole reorganizarse tras las dolorosas derrotas en las presidenciales y regionales de finales de 2012.

Si Chávez no retorna pronto, también aumentaría la presión de los vecinos regionales por una salida electoral e incluso podría avivarse el malestar en las bases del chavismo, cuya confianza hacia el comandante es personal e intransferible.

El Gobierno ganaría margen de acción si Chávez finalmente es capaz de comunicarse con el país por teléfono o televisión -algo que no ha sucedido desde el 9 de diciembre- para dar lineamientos y disminuir el desgaste de su Gobierno.

Una fuente cercana al grupo de ministros que ha visitado al mandatario en Cuba dijo que está consciente, aunque la insuficiencia respiratoria aún le impide hablar fluidamente y parte de la comunicación se hace por escrito y con gestos.

Delega el mando o muere

Aunque se desconocen los detalles de la dolencia, como el tipo de cáncer que sufre o su estadio de evolución, el Gobierno dejó claro lo delicado de la situación del líder bolivariano.

Una fuente cercana al equipo médico que lo intervino y otra con vínculos al anillo presidencial más próximo a Chávez dijeron que durante el postoperatorio se llegó a temer por la vida del paciente. Aunque se estabilizó, agregaron, sigue muy débil y enfrenta una convalecencia larga y difícil con posibilidad de recaída.

Si empeora y se ve forzado a delegar el mando o muere en Cuba sin jurar el cargo, podría activarse el mecanismo por el que el jefe del Parlamento, Diosdado Cabello, sería el encargado de llevar al país a nuevas elecciones como dicta la carta magna.

Es improbable que algún oficialista desafíe la voluntad de Chávez de que sea Maduro quien represente a la revolución en las urnas, que como el mismo mandatario dijo antes de partir es una decisión "firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total".

Y los analistas coinciden en que el vicepresidente tendría buenas opciones de triunfo.

Pero una repentina salida del tablero político sin haber dejado delineado el plan con el que buscaba acelerar la marcha hacia el socialismo podría generar disenso entre las facciones del chavismo sobre el camino a seguir, y malestar entre las bases, que tradicionalmente han desconfiado del entorno del mandatario.

El impulso emocional por la desaparición del carismático militar retirado afianzaría la unidad entre su filas, pero con el paso del tiempo podrían ir surgiendo voces críticas tanto en la dirigencia como en la militancia, que supondrían la verdadera amenaza al chavismo sin Chávez.