Un Plan Brady diferente

Nicholas Brady, el artífice de la renegociación de la deuda latinoamericana en los 80, vuelve a la región como inversionista. Su conocimiento del terreno es garantía de éxito.

16 de junio de 1998

Entre los mercados emergentes en el mundo, Latinoamérica es el preferido del ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, Nicholas Brady.

"Cuando la crisis asiática hizo erupción, afectó a todos los mercados emergentes", dice Nicholas Brady. "Pero no pasó mucho tiempo antes de que los inversionistas comenzaran a diferenciar entre Latinoamérica y Asia".



Nicholas Brady.



Brady habla con base en su conocimiento del terreno. Se trata del mismo experimentado banquero de inversión (trabajó en Dillon, Read & Co.) que se desempeñó como Secretario del Tesoro de Estados Unidos durante las administraciones Reagan y Bush. En la década de los 80 el Plan Brady, diseñado por él, permitió que numerosos países en Asia, Africa, Europa Oriental y Latinoamérica recuperaran el acceso al crédito privado internacional y salieran de la crisis de la deuda.



Brady destaca un aspecto alentador de la crisis asiática: afortunadamente, no se ha extendido. "Incluso podría decir que la crisis ayudó a Latinoamérica en un aspecto", afirma. "Mucha gente estaba preocupada por la posibilidad de que Brasil no aplicara las medidas que necesitaba. Pero Asia le dio una razón al gobierno brasileño para introducir su paquete de austeridad, que fue la decisión correcta. Además, el país lo hizo sin la ayuda del Fondo Monetario Internacional".



Brady pone su dinero donde pone sus palabras. En la actualidad dirige Darby Overseas Investments, una firma privada de inversiones en mercados emergentes que maneja US$400 millones (su volumen se expandirá próximamente a US$1.300 millones). Darby tiene dos fondos, uno que invierte únicamente en acciones de empresas privadas latinoamericanas (US$150 millones) y otro en papeles de tasa fija en mercados emergentes (US$225 millones). Si bien apenas se están iniciando, ambos han arrojado grandes ganancias de capital. El rendimiento de los fondos de tasa fija, administrados conjuntamente con Massachusetts Mutual Life Insurance, ha superado el de los bonos en dólares (con ganancias anuales promedio cercanas al 20%).



Brady ha sacado el máximo rendimiento de su experiencia como financista y hombre de gobierno.



Para los clientes de los fondos en acciones, las ganancias de capital han sido cercanas al 28% anual. Algunas inversiones se han comportado fenomenalmente: en una estimación conservadora hecha por el fondo, la inversión inicial de US$18 millones en Petro Santander, una compañía de petróleo colombiana, puede ser equivalente hoy a cuatro veces esa cifra, y la ganancia en el Interbanc de Perú triplica los US$3 millones invertidos.



Brady y otros socios de Darby han puesto US$50 millones de su propio dinero en un fondo de administración que participa en todas las inversiones de capital. Este fondo también invierte en la deuda de los mercados emergentes. La mayor parte se concentra en cinco países.



"Los gobiernos latinoamericanos aprendieron algunas lecciones difíciles, durante la crisis de la deuda en los años 80", afirma Brady. "Y al contrario del Asia, ellos no van a esperar a caer en serios problemas antes de reaccionar con decisiones de política. Veamos el plan de austeridad de Brasil del año pasado. Aunque el crecimiento económico cayó, el plan fue una medida saludable".



Es cierto que los legisladores brasileños recientemente derrotaron, por un voto, la propuesta del presidente Fernando Henrique Cardoso para reformar el costosísimo sistema de seguridad social. Pero respecto a América Latina, Brady cree que la gente debe mirar las cosas en perspectiva. En poco más de diez años, Latinoamérica ha pasado del aislamiento, la propiedad estatal y los gobiernos militares, a la apertura comercial, la privatización y la democracia; de recesión, hiperinflación, salarios inestables y fugas de capital, a un crecimiento del PIB del 5,2% en 1997, déficits en el presupuesto regional cercanos al 1,9% y una inflación que se acerca a los niveles de los países desarrollados. En 1997, la inversión extranjera directa en la región fue de US$50.000 millones.



Con progresos como éste, los retrocesos son inevitables. Pero los inversionistas inteligentes no deben fijarse únicamente en los valles sino en los picos de las montañas.



El fondo de acciones de Darby toma un camino seguro y probado para las inversiones: busca empresas que tengan un claro olfato empresarial en sectores de bienes básicos, que puedan resistir bien las contracciones de la economía y crecer rápido durante los buenos tiempos, y que tengan potencial para expandirse internacionalmente en la economía global. Este criterio cubre una amplia gama de posibilidades, desde empacadoras de carne hasta bancos. El fondo exige que su voz sea tenida en cuenta en las decisiones estratégicas, que la visión de largo plazo de la empresa coincida con la de Darby, y que se programe una oferta pública o una venta privada en un término de cinco a siete años.



Darby también insiste en tener prelación como fuente para cualquier financiamiento posterior, en la creencia de que buenas inversiones generarán aún mejores oportunidades. Por ejemplo, su inversión inicial hecha en 1996 en Banorte ­en ese entonces ocupaba el puesto número once en el ranking bancario mexicano por tamaño­ fue de US$9 millones, pero después aumentó a US$12 millones. Ahora Banorte es el sexto banco mexicano.



Las empresas petroleras son preferidas del fondo Darby. En Colombia ha invertido en Petro Santander.



Aparte del efectivo, Nick Brady le aporta al negocio contactos internacionales y conexiones. Y también fama, ganada en su trayectoria en Wall Street (como presidente de Dillon, Read y director de H.J. Heinz, Christiana Cos., Amerada Hess y Templeton Funds) y de su época en política y en el gobierno (como senador de New Jersey y secretario del Tesoro). Su compañero de negocios y amigo Richard Frank, quien maneja el negocio cotidiano de Darby y encabeza el comité de inversión, fue presidente del grupo de desarrollo del sector privado del Banco Mundial antes de convertirse en director administrativo del banco en 1995.



"No estamos simplemente en el negocio de colocar plata", señala Brady. "Muchas de las compañías en las que invertimos están pensando en una eventual internacionalización, y nuestras conexiones y experiencia les pueden ayudar. Firmas como la empacadora de carnes mexicana Grupo Viz, Interbanc de Perú y la petrolera colombiana Petro Santander saben que si no pueden competir en la economía global y no aspiran a estándares mundiales, algún extranjero vendrá y pasará por encima de ellas y sus mercados".



"Para nosotros, hacer equipo con empresarios locales fuertes es verdaderamente importante. Buscamos gente que controle una compañía de primera clase e invertir en ellos, y con ellos, en una sociedad, siempre y cuando tengamos derechos de accionistas, incluido el derecho a hacer una contribución de valor agregado".



Esa es una razón por la cual Darby va a inyectar US$15 millones en Choice Atlantica, la nueva aventura de Greg Ryan, que está abriendo una red de hoteles de bajo precio con una franquicia de Comfort Inn. Ryan hizo una fortuna con la franquicia de McDonald's en Brasil, donde abrió más de 250 puntos de comida rápida. Ryan es un ejemplo típico ­y a la vez atípico­ de la estrategia de inversión de Darby. Es un expatriado estadounidense, pero se parece más a la nueva clase latinoamericana de empresarios exitosos que aprendieron a ser autosuficientes durante la gran escasez de capital de la década de los 80.



Darby busca empresas que tengan claro olfato empresarial, en sectores básicos, resistentes a las contracciones de la economía y capaces de crecer rápido durante los buenos tiempos.



Aparte de las inversiones en acciones, el fondo de administración de Darby también está invirtiendo fuertemente en los bonos Brady mexicanos y brasileños. Por otra parte, Darby está a punto de lanzar un fondo privado para el desarrollo de infraestructura en América Latina por US$500 millones. Su primer tramo está invertido o comprometido casi en su totalidad. Darby planea un segundo fondo de acciones (de US$200 a US$300 millones), al que le deberá ir tan bien como al primero.



Darby estima que Latinoamérica está preparada para un crecimiento económico a largo plazo del 4% al 5% anual.



¿Habrá más conmoción en América Latina? Con seguridad, sí. La transición económica de la región está lejos de terminar. Tanto el sector público como el privado están pasando por las angustias de un proceso de modernización y reducción de empresas ineficientes. A medida que las economías se abren a la competencia internacional ha habido quiebras al por mayor. El desempleo ha aumentado. En Colombia, una huelga de los trabajadores de Telecom acabó con los planes de privatización de esta empresa (al menos por un tiempo). En Ecuador y Bolivia, la oposición se ha extendido, cambiando las políticas de privatización gubernamentales. La corrupción también se mantiene.



De acuerdo con el Institute of International Finance, con sede en Washington, se espera que el total de flujos financieros hacia América Latina se reduzcan ligeramente en 1998, de cerca de US$96.000 millones a un poco menos de US$95.000 millones. La inversión extranjera directa, que en 1997 había crecido el 31%, aumentaría solamente 2%, a US$54.000 millones. Y el Wharton Economic Forecasting Association le apunta a un crecimiento regional del PIB de sólo el 3%, comparado con un 5,2% en 1997.



A pesar de los obstáculos, Brady piensa que las reformas de Latinoamérica han generado demasiado impulso como para detenerse y mucho menos para dar marcha atrás. Está convencido de que ignorar los mercados en desarrollo sería dejar pasar una de las mejores oportunidades. Para los inversionistas, el mejor consejo es pensar en el largo plazo y asegurarse de tener un portafolios adecuadamente diversificado.