La representante demócrata, Alexandria Ocasio-Cortez, da un discurso defendiendo el Green New Deal. (Atilgan Ozdil - Agencia Anadolu) | Foto: alexandria ocasio cortez anadolu

INTERNACIONAL

The Green New Deal: la hoja de ruta del progresismo estadounidense

La nueva superestrella de la política de Estados Unidos, Alexandria Ocasio-Cortez, presentó a comienzos de febrero el Green New Deal, una iniciativa que busca la reducción de las emisiones de carbono en los Estados Unidos, al tiempo que persigue la creación de empleo, la expansión de la seguridad social y acceso a salud pública. La agenda demócrata para las elecciones de 2020.

6 de abril de 2019

Alexandria Ocasio-Cortez, la nueva superestrella de la política de Estados Unidos, presentó a comienzos de febrero el Green New Deal, una resolución para afrontar el cambio climático que no tardó en ser respaldada por los más prominentes precandidatos presidenciales demócratas. El proyecto, sin embargo, es ambicioso en su agenda social, lo que lo convierte en la hoja de ruta de lo que podría ser el progresismo norteamericano contemporáneo.

El Green New Deal busca la reducción dramática de las emisiones de carbono en el país del norte durante los próximos 10 años y situar el cambio climático en el centro de la agenda demócrata para las elecciones de 2020. La propuesta también integra planes de salud universal y la expansión de la seguridad social, elementos fundamentales que la izquierda ha defendido en los últimos años.

Un pacto progresista

Históricamente, los intentos de Washington de crear una legislación robusta para afrontar el calentamiento global han dependido de la oferta y la demanda. Cualquier iniciativa que se apartara de las imposiciones del mercado era considerada activismo político y se le condenaba cómo ‘ideologizada‘.

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El progresismo norteamericano, sin embargo, luego de la popularidad alcanzada por Bernie Sanders en 2016 y el ascenso al estrellato de Ocasio-Cortez, le ha perdido el miedo a ser señalado de socialista. En un momento en el que el desgaste por el legado neoliberal de Reagan es evidente, las fórmulas que se separan de la dictadura del mercado empiezan a ganar espacio.

La resolución se plantea como un programa de inversión pública, con una cuantiosa inyección de recursos gubernamentales en el desarrollo de tecnología y en la construcción de infraestructura sostenible. Esto es defendido por quienes lo conceptualizaron con base en las ambiciosas metas necesarias para afrontar un cambio económico de gran envergadura como el planteado, en un plazo no mayor a una década.

Esa inversión a gran escala debe garantizar la creación de empleos federales a lo largo de los Estados Unidos. Se trata de crear un Estado robusto que provea empleos de calidad, que garanticen el acceso a la seguridad social y sean remunerados por no menos de 15 dólares la hora.

El Estado sería un gran generador de puestos de trabajo y no le dejaría al mercado la decisión de cómo, dónde y cuándo invertir.

¿Quién lo paga?

Desde sectores conservadores hasta algunos demócratas se ha criticado la iniciativa por el costo exorbitante que implicaría; los proponentes lo estiman en 12,3 billones de dólares y el grupo lobbista de centro derecha American Action Network en unos 93 billones de dólares.

La senadora demócrata Diane Feinstein ha dicho que no hay manera de pagar el plan y la presidenta de la Cámara de Representantes, la también demócrata Nancy Pelosi, lo ha descrito como una de muchas sugerencias existentes para enfrentar el cambio climático. 

Los republicanos ven allí una oportunidad para acusar a los demócratas de socialistas extremistas y así lograr el favor de los votantes para conseguir la mayoría en el Congreso y retener la Casa Blanca en 2020.

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Pero es precisamente en la forma en que está planteada la financiación de la iniciativa donde reside un cambio de enfoque fundamental del gasto público, que tiene un impacto de corte progresista en la política económica.

La respuesta viene desde una línea de pensamiento económico que Bernie Sanders adoptó en su campaña presidencial de 2016 conocido como Modern Monetary Theory (Teoría Monetaria Moderna). Una suerte de Keynesianismo contemporáneo que tiene como uno de sus principales exponentes a la economista Stephanie Kelton, asesora de Sanders. 

Desde impuestos a la producción al carbón hasta los inmensos costos que tiene la inacción frente al cambio climático han sido utilizados para justificar el gasto, pero Kelton propone algo diferente: imprimir dinero.

El Gobierno Federal debe inyectar dinero para que su circulación fomente el consumo y dinamice la economía. La escasez monetaria repercute negativamente en la generación de riqueza, lo que se traduce en una contracción económica y una poca creación de empleos; por consiguiente una baja en la capacidad del público para pagar impuestos.

Los desbalances presupuestarios y el aumento del déficit no son importantes si las condiciones en la economía real son las deseadas, y hay expansión económica. Lo relevante es identificar aquellas áreas donde se puede intensificar el gasto sin que repercuta en un alza inflacionaria. 

Si el control del gasto y del déficit fiscal son la principal preocupación del establishment económico de Washington, para los proponentes del Green New Deal el objetivo principal del Gobierno es la reducción de la inequidad y el pleno empleo mediante inversión pública, traducida en infraestructura para afrontar el cambio climático.

La justicia social

El progresismo defiende la equidad, la movilidad social y la igualdad; articula las necesidades de los débiles y la toma de decisiones. La preocupación última del progresismo es la justicia social.

El Green New Deal no concibe una solución al cambio climático en la que no medie la justicia social. La iniciativa es expresada en su preámbulo en la necesidad de lograr equidad y justicia para las comunidades que han sido históricamente vulnerables.

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La inversión debe priorizarse en la preservación del ambiente, pero en la misma medida tiene que mantener altos estándares laborales y salarios justos. De los proyectos que propone la resolución, tres se enfocan en el desarrollo y resiliencia de comunidades vulnerables al cambio climático, que están constituidas en su mayoría por personas de bajos recursos.

De momento, el Green New Deal tiene muchos detractores que lo señalan como inconveniente e imposible de implementar. Diarios de importancia como The Washington Post lo critican argumentando que pierde el foco en el cambio climático y se centra en los problemas sociales; otros consideran que deja de lado medidas eficaces como cobrar impuestos sobre las emisiones de carbono.

El pacto, sin embargo, con el empuje de la nueva estrella Alexandria Ocasio-Cortéz, el respaldo de una base importante de jóvenes preocupados por el cambio climático y el reconocimiento de políticos demócratas de alto perfil, da luces de hacia dónde se orienta la izquierda en Washington. El Green New Deal marca la hoja de ruta del progresismo estadounidense. 

* Con información de ANADOLU.