El resurgir de conflictos en zonas frágiles de estabilidad social y política así como la fortaleza del dólar, hacen parte del complejo y cada vez más incierto panorama mundial. | Foto: Corbis

Economía Internacional

La economía global tendrá tasas de crecimiento muy bajas: FMI

Tras equivocarse por cuarto año consecutivo en sus pronósticos de crecimiento, el FMI reconoce que el futuro es poco alentador. El debate entre economistas internacionales está que arde. Aquí algunas de las ideas y argumentos de quienes creen ha sido tibia la respuesta del organismo.

14 de abril de 2015

La economía mundial ha decepcionado en cuanto al desempeño de su crecimiento desde la crisis. Sin embargo, parece no estar cerca de una recaída según el Fondo Monetario Internacional. Aun así, las tensiones geopolíticas y los riesgos financieros están en la vanguardia de las preocupaciones de las autoridades económicas mundiales. El resurgir de conflictos en zonas frágiles de estabilidad social y política así como la fortaleza del dólar, hacen parte del complejo y cada vez más incierto panorama mundial.


Parte del confuso horizonte sobre el crecimiento mundial obedece a una progresiva falta de consensos. El centro de pensamiento Brookings, basado en Washington, considera que la economía global además de enfrentar estancamiento en su crecimiento, presenta una persistente amenaza de deflación (inflación negativa) así como una muy baja confianza empresarial y de los consumidores. Los indicadores de actividad real, aquellos que miden las condiciones financieras, y los de confianza llevan a Brookings a señalar que tanto países avanzados como países emergentes delatan una creciente debilidad en su crecimiento.

Para Michael Spence, de la escuela de negocios Stern en la Universidad de Nueva York y premio nobel de economía, las restricciones de demanda en Europa y Estados Unidos hacen inevitable que la brecha entre producción y consumo interno en China impliquen un menor crecimiento para la economía mundial. Por lo que a su modo de ver, es crucial elevar la productividad a través del fortalecimiento de la inversión pública. Explica Spence que en la medida que mayores niveles de productividad generan mayores ingresos, la inversión pública crearía una demanda más robusta que conlleve a un renovado impulso el crecimiento mundial.

En sentido similar opina Joseph Stiglitz, otro nobel de economía, quien ha señalado que las bajas tasas de interés en el mundo no llevarán al sector privado a invertir, lo que contradice el discurso del FMI a los bancos centrales en diferentes países. Pero señala, al igual que el FMI, que el riesgo de mantener de forma persistentemente bajas las tasas de interés es que conlleva a la formación y creación de burbujas financieras. Un costo innecesario según Stiglitz, pues las bajas tasas de interés realmente no generan una mayor prosperidad global.

Por su parte J. Bradford Delong, profesor de la universidad de Berkeley en California, va más allá y afirma que la aplicación de las tesis monetaristas de Milton Friedman explica el error de política económica que ha producido tan lánguida recuperación de la economía mundial tras la crisis de 2008. A su juicio, en la medida que las bajas tasas de interés han frenado la velocidad del dinero (es decir el ritmo al que cambia de manos), en lugar de haberlo acelerado, las autoridades económicas se han equivocado en la forma de generar confianza.

En lugar de usar un gran impulso fiscal para reforzar el efecto de bajas tasas de interés lo que hicieron fue una política pública tímida e insuficiente. Tal vez lo más polémico es que Delong asegura que la razón para desconocer la necesidad de las ideas Keynesianas para salir de la crisis, radica en que las autoridades mundiales no estaban dispuestas admitir que los fracasos de los mercados pueden resultar a veces más peligrosos que la posible ineficiencia de los gobiernos.