La quiebra de Detroit también puede atribuirse a la pérdida de más de 1,2 millones residentes desde 1950. | Foto: efe

Internacional

Seis ideas para no terminar como Detroit

Los problemas que llevaron a Detroit a declararse en bancarrota la semana pasada son múltiples: el declive industrial, las enormes facturas de pensiones, el endeudamiento excesivo y la mala gestión.

Alianza BBC
23 de julio de 2013

Pero la quiebra de Detroit también puede atribuirse a la pérdida de más de 1,2 millones residentes desde 1950. A medida que los ciudadanos y los puestos de trabajo se fueron a otra parte, a la localidad sólo le quedó el desplome de los ingresos fiscales y la proliferación de la delincuencia y las calles abandonadas.

Otras ciudades del cinturón industrial estadounidense también han perdido enormes proporciones de su gente. ¿Cómo han enfrentado la crisis? ¿Qué han hecho al respecto?

1. Demoler edificios abandonados...

Conscientes de que las casas abandonadas atraen el vandalismo, deterioran los barrios y espantan a los recién llegados, algunas ciudades han desarrollado toda una industria de la demolición.

Youngstown, Ohio, ha perdido 120.000 habitantes desde 1950. Su población se ha reducido a 66.000 personas. Por ello, la concejal Janet Tarpley explica que se han demolido unas 4.000 casas en los últimos seis años.

"La delincuencia se ha reducido desde que hemos echado abajo las casas", dice Tarpley, quien representa el sexto distrito donde se ha llevado una gran parte de la demolición.

"Algunos de ellas estaban siendo utilizadas para lavar dinero o como sedes de grupos de prostitución o carteles de drogas. Ocupantes ilegales se apoderaban de las propiedades. Ahora la calidad de vida ha mejorado para muchos residentes".

El área se ve mucho mejor que en 2008 cuando asumió el cargo, dice Tarpley, quien llama a las puertas y les dice a los residentes que corten el césped cuando luce descuidado. Los que no cumplan recibirán una visita de una empresa de jardinería que trabaja para el distrito y deberán pagar los costos.

Pero la demolición a gran escala tiene sus críticos. Para empezar, es costosa: demoler una casa cuesta unos US$10.000. Y algunos residentes aseguran que ha acaba con barrios completos y ello evita que los promotores inmobiliarios inviertan en el área.

"Los árboles no pagan impuestos" es el mantra de algunos opositores a la demolición.

2. ...y vender terrenos por US$25

Imagínese que tocan a su puerta para ofrecerle el terreno de al lado por sólo $25. Eso es lo que ha ocurrido en Flint, Michigan, en donde la población es ahora la mitad de lo que era hace 50 años.

En 2002, Dan Kildee, quien nació en Flint y hoy en día es un congresista, estableció un sistema llamado bancos de tierras, que se apropia de todos aquellos terrenos privados que han sido abandonados.

"Digamos que hay una casa abandonada en una calle", explica. "Recibimos la propiedad a través de una ejecución fiscal, cuando el dueño deja de pagar los impuestos. En lugar de subastarla en internet, la ponemos en el banco de tierras".

"Y como tenemos demasiadas casas en una ciudad que ha perdido mucha población, aceptamos lo que está pasando y demolemos la estructura que ha sido abandonada y ya es obsoleta. Llamamos a la puerta del vecino de al lado, que ha estado pagando un alto precio por vivir al lado a esta casa abandonada, y por sólo $25 le vendemos el terreno después de que haya sido limpiado".

Así que en lugar de tener al lado un terreno enorme y vacío, la casa pasa a tener un terreno extra de 24 metros, en los que la familia puede construir un garaje o un patio de juegos. "Se convierte en una parte productiva del paisaje".

3. Aceptar que lo más pequeño puede ser mejor

"Eso es algo muy difícil para los estadounidenses", dice Kildee, quien en 2010 fundó el Centro para el Progreso de la Comunidad, que ayuda a reconstruir barrios urbanos.

"La psique del pueblo estadounidense está basada en la expansión. El crecimiento y la prosperidad eran la misma cosa".

"Pero eso significa muy poco para una persona que vive en una ciudad que ha perdido población, cuando no es probable que se recupere. Tenemos que repensar la forma en que definimos la prosperidad".

4. Construir instituciones

Pittsburgh es ampliamente presentada como un caso de éxito de reinvención, tras haber sido anfitriona de la cumbre del G-20 en 2009, gracias a que -según explica el profesor Michael Madison de la Universidad de Pittsburgh- está cobrando cheques que se emitieron hace 50 años.

La Conferencia de Allegheny para el Desarrollo de la Comunidad (la ACCD) se formó en la década de los 40, cuando algunos de los representantes más importantes de la industria del acero se unieron a la ciudad de Pittsburgh y el Condado de Allegheny para abordar algunas de las cuestiones ambientales y de infraestructura más urgentes de la ciudad.

Prohibieron los hornos de carbón de leña en los hogares, por ejemplo, para limpiar el aire de humo, y crearon la Autoridad Portuaria.

"Había un espíritu de colaboración en los años 50. Se sabía que Pittsburgh tendría que reinventarse. Ellos no sabían cómo, pero pusieron en marcha algo de lo que todavía nos estamos beneficiando", afirma Madison.

La dos universidades de renombre de la ciudad y su centro médico de US $10.000 millones también recibieron importantes sumas de dinero en los años 50 y 60.

Otras ciudades deberían identificar las instituciones heredadas de la era industrial que puedan proporcionar alguna base para la prosperidad futura, añade el académico.

5. No dejarse atrapar por la historia

Pittsburgh era conocida como la Ciudad del Acero, de modo que la fuerte caída del sector siderúrgico representó un duro golpe para su identidad.

Una comunidad necesita tener una relación dinámica con su historia y aprovechar los puntos fuertes de esa memoria, dice Madison.

"Pittsburgh necesitaba poner una distancia saludable y respetuosa entre su actualidad y su esencia de acero del siglo XX. Todos aman la historia del acero, pero aceptan que no va a volver".

6. Atraer puestos de trabajo adecuados

Cuando la industria del acero se derrumbó, el instinto de los líderes económicos de Pittsburgh fue buscar otros sectores que pudieran sustituir este tipo de trabajos a gran escala, dice Madison. El objetivo era crear más fábricas de televisores o carros, se creía que ese era el santo remedio.

Sin embargo, estas son industrias muy competitivas y las mayores inversiones en estas áreas las han realizado Asia o incluso otros lugares más económicos en Estados Unidos.

"A Pittsburgh le tomó un tiempo darse cuenta de que era una estrategia de alto riesgo, en la que estuvimos perdiendo", asegura Madison.

Luego la ciudad comenzó a centrarse en las industrias de servicios, las universidades, el centro médico, negocios de alta tecnología y en crear puestos de trabajo locales en lugar de importarlos.