En el 2014, Estados Unidos registró el año más fuerte para la producción de automóviles desde 2005. | Foto: Archivo

INTERNACIONAL

¿Resurgió la industria automotriz estadounidense?

Todo parece indicar que sí. Las cifras de la Casa Blanca muestran que las empresas están haciendo carros dos veces más rápido que en 2009 y que se han recuperado los puestos de trabajo.

8 de enero de 2015

Después de ser uno de los grandes en la producción de vehículos a nivel mundial, pues a principios de siglo, los fabricantes de automóviles de Estados Unidos lideraban, a unas tasas muy altas, la competencia mundial de la industria, la producción y la venta de carros, la recesión del año 2008 los arrasó.

Con la crisis financiera, las ventas se desplomaron, impactando fuertemente a las compañías del sector que estaban perdiendo 40.000 empleos al mes. Cuando el presidente Obama asumió el cargo en 2009 tomó la decisión de rescatar a dos grandes íconos de la industria General Motors (GM) y Chrysler, un rescate que le costó al país unos US$25.000 millones.

En la actualidad, la industria está viendo los resultados de haber evitado la quiebra del sector. Tanya Somanader, subdirectora de contenidos digitales para la Oficina de Estrategia Digital de la Casa Blanca, recogió algunos datos que revelan que la recuperación del sector automotor en Estados Unidos.

Por ejemplo, las cifras revelan que actualmente se están fabricando carros dos veces más rápido que en 2009. El número de coches construidos en líneas de montaje de América alcanzó un mínimo histórico en 2009, cuando la industria del automóvil se enfrenta a la bancarrota. En el 2014, Estados Unidos registró el año más fuerte para la producción de automóviles desde 2005.



En cuanto al empleo, desde mediados de 2009 las empresas del sector agregaron más de 500.000 puestos de trabajo, lo que representó el más fuerte crecimiento de empleo desde la década de los 90’s.



Según Tanya Somanader, las acciones del gobierno de Obama ahorraron más de un millón de puestos de trabajo y ayudaron a poner la industria automotriz estadounidense de nuevo en la cima como uno de los productores número uno de carros.