"Cuando empecé a trabajar en Wall Street no había muchos matemáticos. Ahora Wall Street está dominado por ellos", Jason Tigg, programador | Foto: BBC Mundo

Tecnología

Reality shows para los ultrainteligentes

Hay todo tipo de concursos -con premios millonarios- para quienes sean capaces de crear un algoritmo que resuelva problemas del mundo moderno. Pero no están exentos de controversia.

Alianza BBC
5 de diciembre de 2011

La televisión puede haber dado la impresión de que los concursos de talento están sólo dirigidos para quienes pueden cantar, bailar o persuadir a un perro para que haga malabares. Sin embargo, un nuevo fenómeno está surgiendo en internet que ofrece un tipo de concurso mucho más cerebral, dirigido a los programadores.

Fuera del mundo de los reality shows, los algoritmos son las verdaderas estrellas, pues impulsan una variedad de servicios desde los mercados financieros hasta las páginas de internet que utilizamos a diario.
 
Y hay muchas personas que están dispuestas a pagar una buena cantidad de dinero para hacer que funcionen de manera más eficiente.
 
Netflix, un sitio web que ofrece televisión y cine en línea, reconoció la importancia de un buen código en 2009 cuando ofreció un premio de US$1.000.000 a quien pudiera mejorar el algoritmo que ofrecía recomendaciones de películas con base en alquileres previos. La competencia fue todo un éxito y los algoritmos mejorados son los responsables del 60% de las películas que son alquiladas en el sitio.

Ahora, Heritage Provider Network, un proveedor de servicios de salud de Estados Unidos, está ofreciendo US$3 millones a un programador que pueda crear un código que prediga y prevenga con certeza hospitalizaciones innecesarias.

La competencia termina en 2013 y los organizadores esperan que la ecuación ganadora pueda reducir costos, dejando más dinero disponible para investigar cómo prevenir enfermedades vitales.
 
"Una solución ganadora cambiará la entrega de servicios de salud tal como la conocemos en la actualidad, de un énfasis en cuidar a las personas después de que se enferman a un sistema de cuidado de la salud de verdad", dicen los organizadores.
 
Miles de millones
Estos concursos ayudaron a inspirar a Kaggle, una de un creciente número de páginas web creadas para ofrecer un lugar para que los magos de la programación muestren sus talentos.
 
El fundador, Anthony Goldbloom, encontró un vacío en el mercado mientras trabajaba como practicante en la revista The Economist.

Dijo que el negocio estaba sirviendo como un vínculo vital entre las compañías que querían que sus datos fueran procesados y los científicos capaces de hacerlo.
 
"El aprendizaje automático está volviéndose inmenso pero las respuestas que pueda dar dependen de las preguntas que le hagamos. Hay un grupo limitado de personas capaces de hacer esto. Son muy valoradas y tienen habilidades impresionantes, pero tienden a estar escondidas en la Universidad de Cambridge o en un fondo de inversión", dijo.
 
Las competencias que aparecen en el sitio oscilan entre temas divertidos -calcular quién podría ganar el próximo concurso de Eurovision-, temas socialmente útiles -encontrar nuevas maneras para tratar el VIH- y temas complejos -como hacer mapas de la materia oscura.

Cada concurso está abierto por un promedio de tres meses y las competencias públicas normalmente ofrecen premios en efectivo de aproximadamente US$10.000.

La página también alberga concursos privados donde la información está escondida para todos menos para quienes son seleccionados, y normalmente los premios pueden ser mucho más altos.

Por la naturaleza sensible de buena parte de los datos, cada competidor debe firmar un acuerdo de confidencialidad.
 
Extremadamente valioso
Wall Street está lleno ahora de científicos de datos, matemáticos y físicos porque los algoritmos se están volviendo cada vez más importantes para los mercados financieros.

Una de las competencias actuales de Kaggle busca un algoritmo diseñado para predecir cómo los mercados de valores reaccionarán frente a diferentes acuerdos comerciales.
 
El llamado movimiento comercial automatizado no ha estado exento de controversia.
 
El Flash Crash de 2010 (la caída del índice Dow Jones y su rápida recuperación en cuestión de minutos) ilustró lo que puede pasar cuando el código detrás de los números pierde el control.

Un algoritmo ultrarrápido para comercio automatizado vendió 75.000 acciones con un valor de US$4.000 millones en apenas 20 minutos, lo que generó que otros lo siguieran. Aunque el problema se solucionó en minutos, nadie ha podido entender a fondo por qué el código empezó a comportarse de esa manera.

Pero el software que hace lo que debe hacer puede ser extremadamente valioso para las compañías.
 
Otro de los concursos actuales de Kaggle mira formas para predecir cuáles modelos de automóviles son más propensos a que su dueño haga una reclamación por lesiones personales.
 
Esos algoritmos capaces de predecir "valen cientos de millones de dólares a la industria aseguradora", dijo Mr Goldbloom.

Cafetines
Jason Tigg es un programador ávido y ha participado hasta el momento en cuatro competencias.

"Quería ver cómo me iba compitiendo con otras personas y se volvió algo adictivo", dijo.
 
"Para mí es una afición. A algunas personas les gusta el Sudoku o el ajedrez y a algunos nos gusta resolver estos problemas".
 
Como uno de los primeros físicos de Wall Street, Tigg es testigo de la importancia creciente de los códigos para los mercados financieros.

"Cuando empecé a trabajar en Wall Street no había muchos matemáticos. Ahora Wall Street está dominado por ellos", dijo.
 
Él reconoce que el código complejo que han creado pudo haber jugado un papel en la actual crisis financiera global.
 
"De pronto ellos (los matemáticos) tienen la culpa por hacer las cosas tan complicadas y tal vez por eso estamos viviendo este desorden", dice sólo medio en broma.
 
Pero Tigg cree que los beneficios potenciales que ofrecen los códigos buenos son más importantes que los riesgos.
 
"Espero el día en que los carros conduzcan por sí mismos y el tráfico esté menos congestionado".
 
La página Topcoder ofrece servicios similares a los de Kaggle y se precia de una comunidad de más de 300.000 "profesionales digitales".

Sólo uno de los servicios que ofrece es tratar de darle un sentido a los datos.
 
"Si está diseñando una estrategia digital completa, creando una página web, una aplicación para teléfonos móviles, una aplicación interna, o tratando de darle sentido a sus datos, acceder a la comunidad de Topcoder abrirá las puertas a oportunidades que simplemente no estaban disponibles antes", dice en su página web.

Se compara con los cafetines del siglo XVIII que les permitían a los intelectuales reunirse y compartir ideas.
 
"Hoy, la cafeína todavía está desenfrenada y obviamente más accesible que nunca antes, pero es otra habilidad -el acceso a retos, la posibilidad de colaborar e insistir con miles de participantes en comunidades virtuales- la que cambió por supuesto las reglas del juego", dice en su blog.

Trabajo de tiempo completo
Chris Adlard es el director de márketing de Coverity, una compañía que arregla virus problemas de programas con códigos complejos, tal como el que usa el acelerador de partículas más grande del mundo, el Colisionador de Hadrones. Él cree que esas páginas son un fenómeno nuevo y fascinante.

"Es una idea muy interesante: utilizar la web 2.0 y la colaboración social para solucionar negocios complejos y retos académicos por medio de análisis algorítmicos", dice.
 
"El mundo de los negocios hoy simplemente no funcionaría sin software. Los algoritmos de software están en la base de los procesos y productos comerciales en todos los sectores: en los autos que conducimos, los equipos médicos en nuestros hospitales, las aplicaciones financieras que usamos en nuestros mercados, los sistemas de abastecimiento en nuestros supermercados", agregó.

A medida que crece la importancia de los algoritmos parece que también crecerá el número de competencias similares para magos de la programación.

Kaggle tiene ahora unos 20.000 científicos de datos en sus cuentas y espera, eventualmente, permitir que ellos puedan ganarse la vida con estas competencias.

"Esperamos pagarles a las personas. Podría volverse un empleo de tiempo completo para personas como Jason", digo Goldbloom.

Mientras en los concursos de talento tradicionales los competidores cantan para ganarse un sustento, los matemáticos harán lo propio a través de la programación.