Julian Assange | Foto: DW

Internacional

Julian Assange y Rafael Correa, una simbiosis

Para muchos, Washington saldrá perdiendo si Assange se asila en Quito. Pero, ¿quién gana más con su presencia en la embajada londinense de Ecuador, el creador de WikiLeaks o el presidente de ese país, Rafael Correa?

Alianza DW
21 de agosto de 2012

¿Es Washington quien más tiene que perder si Julian Assange, fundador del sitio web WikiLeaks, consigue asilarse en Quito? Aunque la Casa Blanca asegura no estar involucrada en el impasse diplomático entre Suecia, Gran Bretaña y Ecuador por la custodia del activista informático, Estados Unidos se verá obligado a pronunciarse sobre el asunto cuando éste sea discutido en una reunión extraordinaria de la Organización de Estados Americanos (OEA) este viernes.

El Gobierno británico está empeñado en entregar a Assange a las autoridades de Suecia, en donde fue acusado -aunque no formalmente- de violación, coacción y acoso sexual. Pero Assange, protegido por el Gobierno ecuatoriano en su embajada de Londres, niega los cargos en su contra y denuncia que el verdadero objetivo de la moción judicial sueca es extraditarlo a Estados Unidos para que sea juzgado por espionaje. WikiLeaks filtró a los medios más de 250.000 cables secretos del servicio diplomático estadounidense en 2010.

Por otro lado, también cabe preguntarse quién gana más con la presencia del australiano en la misión diplomática de Ecuador, ¿Assange o el presidente de ese país suramericano, Rafael Correa? “El mandatario ecuatoriano ha sido criticado por sus políticas de cara a los medios de comunicación de su país y, al concederle asilo político a Assange, limpia un poco su imagen”, señala Leslie Wehner, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos (ILAS) de Hamburgo, adscrito al GIGA.

El apoyo sudamericano, ¿la meta de Assange?

“Mediante este gesto simbólico, Correa se muestra ante la comunidad internacional como un defensor de la libertad de información”, acota el experto, sin ignorar las ventajas que la actual situación le ofrece al creador de WikiLeaks. “Fue Assange quien buscó refugio en la embajada de Ecuador. Enfrentado con ese suceso, el Gobierno de Quito tuvo que asumir una posición”, dice Wehner.

“Y Gran Bretaña reaccionó de una manera que le permitió a Correa victimizar a su país; otro éxito para él”, agrega el especialista del ILAS, aludiendo a la amenaza de que la policía londinense pudiera entrar a la embajada ecuatoriana para arrestar a Assange. Los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) respaldaron a Correa por defender al director de WikiLeaks. Está por verse cómo se posicionan quienes asistan a la cumbre de la OEA.

Pero el tema de discusión en el encuentro de la OEA no será Assange, sino la inviolabilidad de los locales diplomáticos de Ecuador en el Reino Unido. “También los miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), una organización menos homogénea que la ALBA en términos ideológicos, acordaron no defender directamente al personaje, sino las máximas que ellos ven en peligro en el caso Assange, como la inviolabilidad del principio de soberanía y de los tratados internacionales que protegen a las misiones diplomáticas”, comenta Wehner.

El experto del ILAS desestima que el caso Assange le permita a Correa convertirse en el sucesor de Hugo Chávez, el carismático presidente venezolano, en el ámbito de la izquierda contestataria latinoamericana. “Correa es más comedido que Chávez. Correa usa una retórica antiimperialista de vez en cuando y luego retoma su pragmatismo habitual de cara a Estados Unidos”, explica Wehner.