Varias personas ven televisión en el aeropuerto de Haneda, en Tokio (Japón) mientras esperan la ayuda del Gobierno. Las noticias informan sobre la situación en la central nuclear de Fukushima cuya radiactividad volvió a rebasar el límite legal a causa de los daños por el devastador terremoto del viernes.

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Japón y las probabilidades de una amenaza nuclear

Las impresionantes imágenes de las explosiones en la central nuclear de Fukushima, hacen que muchos duden sobre la veracidad de los reportes del gobierno japonés, que sostiene que -por el momento- los niveles de radiación en las inmediaciones de la planta no revisten mayor peligrosidad.

14 de marzo de 2011

¿Puede acaso explotar, aunque sea parcialmente, una planta de este tipo sin que se produzca como resultado una catástrofe nuclear?

¿Explosión sin consecuencias?

Según las autoridades, las explosiones en los reactores uno y tres de la planta nuclear de Fukushima Daichii parecen haber sido causadas por una excesiva acumulación del hidrógeno producido en su interior. Pero aunque son visualmente espectaculares, explosiones como las registradas el sábado y este lunes no necesariamente aumentan el peligro de contaminación por radioactividad.

Esto sucede porque las estructuras de concreto afectadas por las explosiones solamente servían como una coraza externa de otras estructuras de contención, entre las que se destaca el contenedor de metal donde se acumulan los materiales radioactivos liberados en el proceso de fisión nuclear: el núcleo. Y, en la versión de las autoridades, estos contenedores de acero ubicados en el centro del reactor no sufrieron mayor daño.

De hecho, según Malcolm Grinston, del Grupo para la Formulación y Administración de Políticas de Energía del Imperial College de Londres, los edificios dañados también estaban diseñados para caer hacia fuera en caso de derrumbe, minimizando así los posibles daños al núcleo. Y según Tokyo Electric Power Co, la empresa que maneja la central nuclear, la mayoría de los gruesos muros de contención que protegen el núcleo de los reactores de la central de Fukushima también permanecen intactos.

"La explosión… no fue un evento tremendamente importante", afirmó Grinston.

¿Dónde está el riesgo?

El principal riesgo sigue siendo el derretimiento -o fusión- del núcleo de alguno de los reactores, como consecuencia de fallos en sus sistemas de enfriamiento. Un derretimiento parcial parece haberse producido en los reactores uno y tres de la central nuclear de Fukushima. Y, para evitar un derretimiento mayor, las autoridades han estado bombeando agua de mar y ácido bórico en los reactores, pues los átomos de boro absorben a los neutrones y disminuyen la actividad nuclear residual.

De fundirse completamente el núcleo, material altamente radiactivo caería al suelo de la estructura de contención, desde donde podría filtrarse a la tierra. En ese contexto, para las autoridades japonesas es clave poder controlar la temperatura de los reactores, así como el buen estado de las estructuras de contención, además de evitar nuevas explosiones y, sobre todo, incendios.

¿Se ha fugado material radioactivo?

Todo parece indicar que sí, aunque no está claro su alcance ni la cantidad.

Mínima contaminación radioactiva fue detectada en un portaaviones estadounidense anclado a más de 150 kilómetros de la costa de Japón, que había sido enviado a la zona para asistir con las labores de rescate. Pero las autoridades rusas no han detectado nada anormal en su territorio y el gobierno japonés afirma que, en cualquier caso, los niveles de radiación detectados fuera de la planta son bastante bajos y no pueden compararse con los registrados luego de accidentes como el de la central nuclear de Chernobyl, en 1986.

El material radioactivo -isótopos radioactivos de cesio y yodo- parece haberse fugado cuando se liberó parte del gas que se ha ido acumulado dentro de los reactores para evitar una nueva explosión. Y por el momento no se han detectado isótopos de uranio, ni de plutonio.

¿Qué tan grave es la amenaza?

La Agencia Internacional de Energía Atómica sostiene que, por el momento, los sucesos de Japón nada más tienen repercusión a nivel local. Y es que como explica el especialista en temas ambientales de la BBC, Richard Black, la principal amenaza en anteriores accidentes nucleares han sido las nubes de gases radioactivos liberadas en la atmósfera.

Tanto durante el accidente de Chernobyl de 1986, por ejemplo, como en el incendio de 1957 en Windscale, en el Reino Unido, los componentes de los reactores ardieron durante varios días. Y, en el caso de Chernobyl, el incendio se vio precedido por una brutal explosión que también liberó gas.

Según Black esto permitió que el material radioactivo viajara largas distancias empujado por el viento.

De hecho, en el caso de Chernobyl, las primeras detecciones de produjeron en Suecia, a más de 1.000 kilómetros de distancia del sitio del accidente. Este tipo de explosiones, sin embargo, no se han producido en Fukushima, donde tampoco hay reportes de incendios. En ese sentido, los expertos parecen coincidir que Fukushima nunca será otro Chernobyl.