Internacional

Contratar a una firma de lobbying en Washington, que cobra millones de dólares por levantar un teléfono, no es la manera de mejorar la imagen del país.

1 de noviembre de 1994

Entre enero y septiembre de este año, la Presidencia de Colombia y la Cancillería pagaron más de US$1'250.000 a Robinson, Lake y Montgomery/el Grupo Sawyer/Miller, una firma de relaciones públicas y lobbying con sede en Washington, con el objetivo concreto de mejorar la imagen de Colombia en los Estados Unidos. A pesar del gasto de casi $1.000 millones en nueve meses, o aproximadamente $111 millones al mes, Colombia sufrió una fuerte paliza en los medios de comunicación de los Estados Unidos durante los primeros nueve meses de 1994.

Por novena vez en trece años, los exportadores de flores colombianos fueron acusados de dumping por los cultivadores de rosas de California, los medios en los Estados Unidos se llenaron de artículos acerca de Andrés Escobar, el jugador de fútbol de la selección nacional que fue asesinado en una discoteca de las afueras de Medellín, de nuevo las sesiones del Congreso de los Estados Unidos pintaron a Colombia como una "narco democracia", el anterior fiscal Gustavo de Greiff fue descrito por funcionarios del gobierno de los Estados Unidos como un supuesto agente del Cartel de Cali, y el presidente electo, Ernesto Samper, fue expuesto a la mofa pública en la prensa de Estados Unidos como un supuesto recipiente de contribuciones del Cartel de Cali para su campaña presidencial.

La imagen de Colombia que retuvo la mayoría de los ciudadanos estadounidenses en el verano de 1994 se basó en la producción de Hollywood de la película basada en la novela de Tom Clancy, "A Clear and Present Danger", con Harrison Ford como actor principal haciendo el papel de un agente de la CIA de altos valores morales, atrapado entre corrompidos carteles de la droga colombianos y un gobierno de los Estados Unidos igualmente corrupto.

Sin quedarnos en el asunto de si la CIA está institucionalmente capacitada para producir agentes de "altos valores morales" -al fin y al cabo, este artículo no se trata del agente desertor Áldrich H. Ames y su esposa colombiana, Rosario Casas- uno no puede menos que preguntarse si Colombia logró una contraprestación positiva a los cientos de millones de pesos que invirtió en "mejorar". la imagen del país en Washington.

El Grupo Sawyer/Miller prestó los servicios para los cuales fue contratado para "ayudar a promover y mejorar la imagen general de Colombia en los Estados Unidos por medio de un apoyo de comunicaciones estratégico. Esto incluye específicamente relaciones públicas, publicidad, encuestas, contactos con los medios/ prensa, análisis de actividades políticas y de negocios de los Estados Unidos, así como de las tendencias, los medios, y la organización de eventos comerciales y, de inversión". Ese es el texto exacto contenido en la forma de registro No. 3911 archivada en el Registro de Agentes Extranjeros del Departamento de justicia de los Estados Unidos, refiriéndose al contrato del Grupo Sawyer/ Miller con la Presidencia de Colombia.

DINERO revisó todos los documentos archivados por Sawyer/Miller en el Departamento de justicia y la única conclusión posible es que la firma sí cumplió con todo lo que dijo que iba a cumplir. Sin embargo, ofrecemos esta conclusión con la siguiente advertencia: la naturaleza de la industria del lobbying de Washington es tal que es imposible medir la verdadera eficiencia de los servicios que presta, porque los esfuerzos se pueden medir en términos de los esfuerzos hechos, mas no en términos de los resultados obtenidos, ya que quien realiza el lobbying nunca, bajo ninguna circunstancia, garantiza resultados concretos. El lema no escrito del lobbying de Washington es: "Haremos lo mejor que podamos, pero no podemos garantizar resultados".

Los colombianos, y latinoamericanos en general, nunca han realmente entendido cómo funciona Washington. Primero, los países latinoamericanos creen equivocadamente que ellos le importan a Washington. Sin embargo, el PIB del socio del NAFTA, México, es más o menos el mismo que el del estado de Ohio, uno de los 50 estados que conforman los Estados Unidos. ¿Dónde deja esto a las naciones pequeñas como Colombia, que pueden ser grandes en términos de orgullo, historia y tradición, pero que, en términos de influencia económica y política, son pesos pluma en el hemisferio?

Y, segundo, los países latinoamericanos sólo buscan asistencia profesional de firmas de lobbying como el Grupo Sawyer/Miller, como comentaba un veterano de Washington anónimo, cuando "uno está metido en la grande" -en otras palabras, como reacción a problemas específicos en lugar de estrategias diseñadas para influir, en forma permanente, en la formulación de la política.

Los gobiernos latinoamericanos -a diferencia de otras partes del mundo como Asia y la península arábigacreen equivocadamente que la formulación de la política de los Estados Unidos puede ser influida por firmas de lobbying como el Grupo Sawyer/ Miller. La ignorancia de América Latina en cuanto a cómo funciona Washington se traduce en honorarios de decenas de millones de dólares al año para firmas de lobbying como el Grupo Sawyer/Miller, de los cuales hay literalmente centenares en Washington. Por ejemplo, además de representar a Colombia hasta septiembre de 1994, el Grupo Sawyer/ Miller representa los gobiernos de Chile y Bolivia.

Las firmas de lobbying sobreviven manteniéndose en actividad todo el tiempo. Quienes practican esta profesión con éxito en Washington necesitan conocer literalmente a miles de funcionarios de gobierno, legisladores y ejecutivos de los medios, y tienen que estar en actividad continuo cuando se habla de la industria multibillonaria del lobbying en Washington.

A los precios de hoy en día, US$1.25 millones no compran mucho para el cliente. Unos pocos avisos de prensa, folletos, almuerzos y presentaciones hechas por funcionarios colombianos claves como el ministro de Comercio Exterior y el embajador de Colombia en Washington y, naturalmente, muchas llamadas telefónicas hechas a favor de Colombia, pero sin ninguna garantía de éxito.

Entre los expertos en América Latina que pueblan a Washington -y los colombianos pueden estar seguros de que tienen muchos amigos en la capital de los Estados Unidos-, Colombia es considerada ampliamente como una de las economías mejor manejadas del hemisferio occidental. Sin embargo, estos expertos son la minoría. Entre los aproximadamente 535 miembros del Congreso de los Estados Unidos, tal vez unas dos docenas tienen un conocimiento real y directo sobre Colombia, mientras que para la población de los Estados Unidos en general, Colombia es el país del campesino cultivador de café Juan Valdez y de los carteles de la cocaína, cuyo producto ha destruido muchos miles de vidas y familias estadounidenses.

Si Colombia y otros países latinoamericanos realmente esperan cambiar la percepción de las personas que cuentan en Washington y de la población de los Estados Unidos en general, deberían empezar por estudiar las estrategias que han seguido desde hace muchos años países asiáticos y del Medio Este, incluyendo el Japón, Taiwan, la República de China, Israel y Arabia Saudita.

Estos países han mantenido los servicios permanentes de firmas de lobbying como el Grupo Sawyer/ Miller, porque siempre hay necesidad de buenas relaciones públicas. Sin embargo, también invierten decenas de millones de dólares en centros de estudios con base en Washington, que existen con el propósito expreso de educar a los creadores de la política de los Estados Unidos y a los legisladores en una amplia gama de asuntos que afectan el bienestar y la seguridad de los Estados Unidos, incluyendo su política exterior. Estos centros de estudios producen inmensos volúmenes de estudios analíticos, propuestas y recomendaciones que tienen un impacto directo en la formulación de la política y la legislación de los Estados Unidos en todas las áreas de asuntos internos y externos.

Los gobiernos latinoamericanos, incluyendo al de Colombia, han ignorado a los centros de estudios completamente. Muchos legisladores y creadores de la política de los Estados Unidos dependen fuertemente de los centros de estudios como orientación y asistencia para comprender complejos asuntos internos y extranjeros. Sin embargo, Latinoamérica,. que históricamente ha sido parte dela esfera de influencia geopolítica de los Estados Unidos, se encuentra ausente de las instituciones por medio de las cuales podría tener un impacto real y duradero en la formulación de la política exterior de los Estados Unidos para América Latina, y por medio de las cuales la imagen de la región podría ser mejorada y realzada.

Mientras tanto, en lo que se refiere a Colombia, ejecutivos claves de Sawyer/Miller que trabajaron para la presidencia de Gaviria ahora se han unido con el antiguo presidente en su nuevo cargo en la OEA. Gaviria entiende las reglas de juego en Washington en lo que se refiere a la proyección de su imagen, pero los colombianos aún tienen que aprender que las firmas de lobbying tienen poco impacto en términos de adelantar los intereses de su país en los Estados Unidos. Algún día eso puede cambiar, pero perdónenos si decimos que dudamos que ese día llegue pronto.