'La nave' ha sido bautizada como "la escalera que no lleva a ningún lado". | Foto: Afp

ARQUITECTURA

Hudson Yards, el polémico laboratorio de urbanismo que estrena Manhattan

Es el mayor proyecto inmobiliario privado jamás realizado en Estados Unidos: este viernes se inaugura en Manhattan el nuevo barrio Hudson Yards, con rascacielos, un centro de arte y tiendas de lujo.

13 de marzo de 2019

Es un modelo de innovación urbanística que enciende la controversia en un Nueva York en plena ebullición inmobiliaria.

Tras siete años de construcción y una inversión de 16.000 millones de dólares, los primeros habitantes del nuevo barrio, construido en un antiguo depósito ferroviario, ya pueden instalarse en lujosos apartamentos cuyos precios ascienden hasta más de US$30 millones.

Durante mucho tiempo una tierra de nadie, este barrio, situado entre la 10ª avenida y la 12ª y entre las calles 30 y 34, será inaugurado ante turistas y neoyorquinos en un nuevo homenaje a la verticalidad legendaria de la capital financiera estadounidense.

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Los seis rascacielos de este proyecto impulsado desde el año 2000 por el exalcalde Michael Bloomberg fueron concebidos por prestigiosos arquitectos.

Aunque ninguno bate un récord de altura, destacan por sus logros tecnológicos: el complejo tiene su propio sistema de tratamiento de desechos, su propia central eléctrica para evitar averías, y puertas subterráneas automáticas para proteger equipamientos sensibles frente a episodios de subida de las aguas debido al calentamiento climático.

¿Nuevo ícono neoyorquino?

Más allá de la voluntad de recuperar el espacio en una ciudad de extrema densidad poblacional, el nuevo barrio pretende integrarse totalmente a la ciudad, explica Douglas Woodward, profesor de la escuela de arquitectura de la Universidad de Columbia que participa en el "masterplan" del proyecto.

Foto: Afp. 

Además de torres residenciales y de oficinas -que acogerán a empresas como L‘Oréal USA o WarnerMedia (antes TimeWarner)-, el complejo cuenta con unas 100 tiendas como Dior o Fendi y 25 restaurantes de reputados chefs como el español José Andrés o Thomas Keller, un centro artístico, The Shed, que será inaugurado en abril, y un amplio espacio arbolado, subraya Woodward.

Contrariamente al barrio Canary Wharf, alejado del centro de Londres, o La Defensa, en el oeste de París, Hudson Yards está a apenas minutos de Times Square. Tiene su propia estación de metro abierta en 2015.

También se puede llegar al barrio caminando por la High Line, el paseo colgante construido sobre una exvía férrea que en pocos años se ha tornado en una gran atracción de Nueva York.

El promotor del barrio, Stephen Ross, capataz de este proyecto considerado como el más ambicioso en la ciudad desde la construcción del Rockefeller Center en la década de 1930, busca convertir a Hudson Yards en "la mayor atracción turística y en un ícono neoyorquino".

A pesar de los riesgos inherentes a las grandes sumas invertidas y al hecho de que muchos apartamentos están para alquilar -un apartamento de un dormitorio supera los US$5.000-, el poderoso promotor inmobiliario de 78 años, que se mudará pronto a un penthouse en el nuevo barrio, parece confiado.

"Lo que hicimos aquí es tan único que las personas querrán venir", indicó en una reciente visita de la obra. "Aquí tenemos un ambiente donde vivir, trabajar, divertirse, todo en pleno centro de la ciudad. ¡Eso no existe en ningún sitio!".     

Las críticas

Otros son menos entusiastas. El crítico de arquitectura de la revista New York, Justin Davidson, estimó en febrero que el proyecto era "demasiado limpio", "demasiado perfecto", reservado a la élite. Como una reproducción de Nueva York para el cine, de donde se habrían retirado a "residentes excéntricos" y "zonas de fealdad".

En momentos en que sube la indignación por las reducciones de impuestos otorgadas a grandes empresas que obtienen ganancias como Amazon, muchos denuncian también las ayudas fiscales y subsidios otorgados al proyecto, estimados en un total monumental de US$6.000 millones.

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También es muy criticada la "Nave", una estructura de 15 pisos situada en el centro del espacio público, que puede subirse por 154 escaleras diferentes tras hacer una reserva gratuita por internet. Durante la presentación del proyecto en 2017, el New York Times la bautizó como "la escalera que no lleva a ningún sitio".

Sin embargo muchos reconocen que, como ocurre en general con los grandes proyectos arquitectónicos, el veredicto será dado por el uso.

Una de las atracciones del proyecto, una terraza-mirador que parece flotar a más de 300 metros del suelo, enganchada a una torre de 395 metros (la flecha del edificio Empire State culmina en 443 m), recién abrirá en 2020.

Y una segunda fase del proyecto apenas comienza: en el oeste del depósito ferroviario, cerca del río Hudson, se erigirá un barrio más residencial, con escuela y espacios verdes.

Algo es seguro: estimulados por la dinámica economía, los proyectos inmobiliarios florecen en Nueva York, tanto en el este como en el oeste de Manhattan, en "el paseo de los multimillonarios" que bordea el Central Park, o en Queens, donde se acaban de lanzar estudios para reformar un depósito ferroviario aún mayor que Hudson Yards, Sunnyside Yard.

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