Presidente de Venezuela, Hugo Chávez.

Venezuela

Gobierno venezolano expropia gigantesco centro comercial

El presidente Hugo Chávez decretó la expropiación de un gigantesco centro comercial que el gobierno decidió tomar cuando el inmueble estaba próximo a abrir sus puertas en el 2008.

3 de noviembre de 2010

La "adquisición forzada", señala el decreto presidencial, del inmueble, conjunto de mejoras y demás bienes del Centro Comercial Sambil, ubicado a pocas cuadras del palacio de gobierno, entró en vigencia el miércoles luego de la publicación de la medida en la Gaceta Oficial.

El centro comercial, una edificación de más de 130.000 metros cuadrados de locales comerciales y puestos de estacionamiento, será parte de la Corporación de Comercio y Suministro Socialista (Comersso), un "canal de comercialización" de los productos elaborados por empresas del estado, muchas de ellas expropiadas al sector privado y "concebida como una red de distribución de bienes y servicios para el pueblo".

La edificación llamó la atención de Chávez a semanas de su inauguración en diciembre del 2008. El gobernante dijo entonces que el edificio provocaría problemas de tránsito y que su construcción resultaría incoherente a la visión de un gobierno socialista.

La decisión del gobernante dejó en un limbo legal y financiero a los propietarios de los 305 locales comerciales y de las 10 salas de cine que iba a tener la edificación. La mayoría ya tenían franquicias y muchos de ellos no tienen la posibilidad de cambiar de ramo, se informó.

Constructora Sambil, la empresa a cargo de la obra, no respondió de inmediato a las llamadas de AP en busca de comentarios. La compañía opera los centros comerciales Sambil en ciudades de toda Venezuela, incluido otro gran inmueble en Caracas.

La adquisición forzosa de esta empresas se suma a otros cientos de expropiaciones ordenadas por Chávez en los últimos tres años para impulsar el socialismo en Venezuela.

Fedecámaras, la mayor cúpula empresarial del país, condenó la medida, afirmando que esta política de inspiración socialista del gobernante "arruina la economía del país", incrementa el desempleo y terminará por ahuyentar definitivamente a los inversionistas.

 

AP