La reciente reforma de regulación del mercado financiero surgió por razones similares a los desafortunados regulatorios del continente.

Internacional

El escándalo de Volkswagen revela la ineficacia reguladora en Europa

El continente europeo, emblema de la regulación en el mundo, hoy puede perder ese título por la fuerte debilidad regulatoria que sufre. El resto del mundo también tiene indicios de ineficacias en este sector.

8 de octubre de 2015

El reciente escándalo que envuelve al Grupo Volkswagen  sobre los 11 millones de automóviles vendidos en todo el mundo que fueron capaces de burlar las pruebas de emisión de gases contaminantes, ha abierto la discusión sobre la capacidad, no solo de la Unión Europea si no del mundo, para regular la industria y los servicios.

La pérdida de autoridad europea

Este nuevo debate coincide con dos de los acuerdos comerciales más grandes de las últimas décadas: La Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP por sus siglas en inglés) y la Asociación Transpacífico (TPP).

Como afirma el investigador senior en economía global y desarrollo en Brookings, Carlo Bastasin, hubo una “pérdida de autoridad moral” por parte de los negociadores europeos que participan en los acuerdos de TTIP con homólogos estadounidenses.

Generalmente, los europeos llaman a los reguladores estadounidenses menos conscientes de la necesidad de protección del medio ambiente y el control de los problemas de salud pública. Al mismo tiempo acusan a los americanos de elevar las barreras al comercio con normas y procedimientos dudosos.

Luego del escándalo del gigante automovilístico alemán (descubierto a través de la regulación americana) el tema de la efectividad de los nuevos acuerdos comerciales toma fuerza.

Gracias a este evento se reveló la situación “endémica del sistema regulador de la Unión Europea”,  explica Bastasin. La industria alemana de automóviles es tan poderosa que inhibe los controles nacionales y no permite una estrecha relación con la Comisión Europea para el Control y la Sanción.

Otro ejemplo de la inefectividad de la regulación europea es el conocido caso de la enfermedad de las vacas locas en Inglaterra. Las autoridades inglesas “cerraron sus ojos” a las prácticas de la industria de alimentos. Tan pronto los daños fueron demasiado altos, la Comisión Europa decidió intervenir.

También es el sector financiero

Inclusive, la reciente reforma de regulación del mercado financiero surgió por razones similares a los desafortunados regulatorios del continente. En general, los reguladores nacionales aplican normas europeas de formas desiguales para ocultar sus defectos y proteger la industria financiera del propio país.

“Por esta vía, Alemania logró excluir una gran parte de su sistema bancario local de  la supervisión europea común” resalta Bastasin.

Un posible nuevo estado “super regulador”

Estos problemas podrían traer, además de complicaciones políticas, fuertes repercusiones económicas. Ya hay grupos de analistas que coinciden que es muy tarde para que Europa se redima como regulador emblema del mundo y ese puesto lo ocupe en definitiva Estados Unidos.

“Incluso hoy en día las normas sobre la lucha anticorrupción se aplican por autoridades del país norteamericano, aun  cuando se refieren a delitos extraterritoriales” destaca el investigador senior.

En un contexto donde la efectividad de la Unión Europea esta puesta en duda por los sobresaltos de la crisis griega y la capacidad de la organización para compartir la soberanía es debatida, la cultura de la regulación independiente es evidentemente ineficaz y se amplía la discusión sobre lo mismo en otras regiones del planeta.

¿Qué se puede hacer?

Gabriel Gari, miembro del Grupo de Expertos en Servicios E15, advierte que no son muchos los gobiernos en el mundo que están dispuestos a dejar abierta la puerta para que los órganos de jurisdicción decidan cuándo se debe regular fuertemente un servicio para garantizar su calidad.

Por ello, una alternativa para minimizar las disparidades reglamentarias (nacionales-supranacionales) es incorporar estándares internacionales. Sin embargo, estas deben ser estrictas y lo más uniformes posibles para evitar discriminaciones de regulación a ciertas empresas.

Además, ya hay diversos estudios que justifican los altos costos del comercio con disparidades reglamentarias. La necesidad  de responder a la fallas regulatorias (como el caso Volkswagen) de manera ordenada y creíble será un factor fundamental para los futuros acuerdos comerciales y reglamentaciones.