le costará menos que una botella de agua de 350ml, cuyo precio suele ser de unos US$2,04 | Foto: Wikipedia

Internacional

Cuando el vino se volvió más barato que el agua

Es fácil hoy en día encontrar en las estanterías de algunos de los grandes mayoristas de Australia vinos más baratos que el agua embotellada.

3 de enero de 2015

"En efecto, encontrará un vino que es más barato que una botella de agua", le confirma a la BBC el profesor Kym Anderson, del Centro de Investigaciones Económicas del Vino de Adelaida.

Se puede escoger entre una desconocida botella de tinto que cuesta apenas un dólar australiano, US$0,82, y una de vino blanco bastante popular que se vende a US$2,44. Sea cual sea su elección, le costará menos que una botella de agua de 350ml, cuyo precio suele ser de unos US$2,04

Los precios en todos los ámbitos se han visto afectados por varios factores interconectados que incluyen las recientes tasas de cambio de divisas, la caída de la demanda internacional y un exceso de productos en el mercado interno.

El alza del valor del dólar australiano frente al estadounidense entre principios de 2011 y 2013 tuvo dos impactos en la industria del vino, señala Paul Evans, el director ejecutivo de la Federación de Productores de Vino de Australia (WFA, por sus siglas en inglés).

"Una gran parte del volumen que exportábamos a ultramar ha regresado al mercado doméstico, a raíz de que cayó la demanda internacional de nuestro vino".

En este escenario la competencia entre los productores locales ha crecido, lo que a su vez provoca la bajada de precios, explica Evans.

Otro de los factores que contribuye al bajo precio de los vinos en Australia es el impuesto al alcohol.
"En Australia hay un régimen en el que el vino y la sidra tienen impuestos diferentes", explica Robin Room, un investigador del alcohol reconocido a nivel internacional y que dirige el Turning Point Alcohol and Drug Centre de Melbourne.

"A las bebidas se les carga el impuesto de acuerdo al valor de venta del producto, en lugar de por la cantidad de alcohol que tienen".

Por lo tanto, esto significa que si el vino se vende tan barato el impuesto es muy bajo también.
"Aquellos que hacen el producto caro pagan un impuesto mayor por él, así que, si no hacen un producto más barato, sienten que se les trata peor", informa.

¿Cómo luce el asunto a largo plazo?

La WFA asegura que la situación no es sostenible y que están trabajando con el gobierno para ayudar a corregirlo.

"Actualmente se está experimentando una devaluación del valor de la marca que muchos enólogos australianos han ayudado a construir por mucho tiempo", explica Evans.

"Pero creo que lo más importante, en el largo plazo, es acabar con el mito entre la calidad del vino y el precio que se está pagando por él".

"De esa manera será muy difícil para los consumidores regresar a un esquema de precios que sea más relativo a la calidad del vino que están consumiendo".