El nuevo plan de Cavallo

Domingo Cavallo, editor de Forbes Global, habla sobre su propuesta para recortar la inflación y multiplicar el crecimiento: tener dos monedas al mismo tiempo.

27 de abril de 1998

Domingo Cavallo es el economista aplicado más importante de América Latina. Fue quien creó y ejecutó el plan de estabilización económica en Argentina, que puso fin a una década de crisis, redujo la inflación a casi cero y ha permitido que ese país tenga tasas de crecimiento anual cercanas al 8%.



Como editor de Forbes Global Business and Finance, Cavallo maneja hoy uno de los foros de opinión más importantes del mundo sobre el tema empresarial en países emergentes. Cavallo estuvo en Bogotá en el lanzamiento de la alianza entre Dinero y Forbes Global y expuso unos planteamientos audaces sobre lo que debe hacer un país en desarrollo para dar el salto hacia adelante, deshaciéndose del lastre de la inflación e incorporándose en el mercado mundial.



Contrario a lo que se suele creer, para Cavallo la principal lección de la experiencia argentina no es que se deba instaurar una paridad entre la moneda local y el dólar. Lo fundamental es hacer que la gente pueda elegir con libertad su moneda. Que la economía funcione con dos monedas, es decir, permitir que todos los ciudadanos manejen sus transacciones financieras en dólares y en pesos. Cavallo exploró las implicaciones de la idea en una charla con Dinero, que presentamos a continuación.



A usted se le critica porque siempre propone la convertibilidad fija al dólar como solución a los problemas económicos de todos los países a donde va.



Eso no es verdad. La convertibilidad fija funcionó en Argentina porque, entre otras cosas, permitió cortar la hiperinflación muy rápidamente. Con ello generó un apoyo político fundamental para las demás reformas que eran necesarias. En otros países donde la inflación no es percibida como un problema central en la vida de la gente, como Colombia, no hay por qué esperar que la experiencia se repita.

Forbes Global descubrirá las

grandes tendencias de los negocios en los países emergentes.



Lo que sí tendría utilidad para muchos países sería transformar el sistema monetario y financiero en bimonetario. Por ejemplo, en el caso de Colombia habría dólar y peso. La intermediación financiera para todo tipo de empresas y de depositantes se podría hacer en las dos monedas. Lo único que los bancos no podrían hacer es convertir una moneda en otra, en el sentido de crear crédito en pesos a partir de los depósitos en dólares, y viceversa.



La utilidad de la propuesta puede entenderse fácilmente. En estos países no hay confianza en la economía y por eso la gente comienza a buscar el dólar apenas hay problemas, lo que introduce una gran inestabilidad. Pero en un sistema bimonetario no hay inestabilidad, porque cualquiera puede tener dólares y cualquiera puede endeudarse en dólares. Si la gente los prefiere, no importa, porque siguen en la misma economía. Esto, unido a la baja inflación, les introduce una gran confianza a los empresarios y permite que se alcancen altas tasas de crecimiento.



Pero si la inflación es mayor que la devaluación, todo el mundo se pasaría al dólar.



Precisamente por eso, este sistema introduce una enorme disciplina en el gobierno y el sector privado. El gobierno se ve obligado a garantizar que la moneda nacional sea tan buena como la extranjera y por tanto comienza a atacar el problema de la inflación en su origen, que es el déficit fiscal. Por ello, en este sistema no hay inflación y no hay devaluación. En Argentina, por ejemplo, existe la paridad uno a uno, pero no porque el Gobierno la haya fijado, sino porque el mercado lo ha decidido así. Y como no hay devaluación, los empresarios saben que su única herramienta para defenderse en los mercados internacionales es aumentar productividad y reducir costos. Esta es la única fórmula que permite crecer en el largo plazo. Hoy en Argentina se considera normal un crecimiento del 7 u 8%.



Pero no es fácil imaginar cómo se obtendría el apoyo político para esta propuesta.



Como dije antes, el apoyo político surge cuando la gente está consciente de que la inflación es un problema de primer orden y está dispuesta a hacer un sacrificio para resolverlo. En este sentido el caso colombiano, en la cual la gente se ha acostumbrado a vivir con niveles de inflación cercanos al 20% anual, es muy diferente a otros. En Argentina, por ejemplo, tuvimos una inflación cercana al 5.000% en 1989. Este era un problema central en la vida de la gente.



Forbes y Dinero protocolizaron su convenio para la publicación de los mejores temas de negocios del mundo. Juan Luis Londoño (izquierda), Domingo Cavallo, editor de Forbes Global Business & Finance y Christopher Forbes, vicepresidente de la Organización Forbes.



Lo cierto es que la popularidad de presidentes como Menem, Fujimori y Cardoso está completamente ligada al éxito logrado en la lucha contra la inflación. Y una vez se hace el cambio en las reglas de juego en la economía, se logra un impacto muy grande sobre la forma como la gente y los empresarios conciben su labor. En Brasil, por ejemplo, el tema que hoy obsesiona a todos es cómo bajar lo que llaman el "Costo Brasil", la ineficiencia asociada al país. La gente le gasta tiempo a esto y no a buscar que el gobierno devalúe.



En un país como Colombia, el apoyo político para un sistema bimonetario podría venir de los pequeños empresarios. En este momento, el crédito en dólares es un privilegio de las grandes empresas. En un sistema bimonetario, el crédito en dólares estaría al alcance de todos. Esto tendría un impacto enorme en las posibilidades de desarrollo de las empresas más pequeñas.



También se lograría apoyo político si la gente entendiera lo que está perdiendo por tener una inflación alta. La economía de Argentina creció 51% entre 1991 y 1997. En comparación, la de México creció sólo 18%. La principal explicación está en que en Argentina ha sido posible bajar la inflación a casi cero, mientras que en México todavía es de 15%. Piensen en lo que todo esto significa en el caso de Colombia.



¿Cómo fue su experiencia como asesor en Ecuador?



Hay una serie de condiciones que se dieron en Argentina que no se presentan en un país que no haya tenido alta inflación. Por eso yo soy prudente en recomendar la convertibilidad. Por ejemplo, el destituido presidente de Ecuador Abdalá Bucaram quería ir a inflación cero y quería la convertibilidad de entrada. Yo le dije que antes de comprometerse con una inflación cero, tenía que tomar medidas como abrir y desregular los mercados petroleros y de electricidad. Además, tenía un alto déficit fiscal y la economía no era bimonetaria, un requisito para poder estabilizar el dólar y percibir los beneficios en forma inmediata. Le recomendé hacerlo gradualmente, pero al final no hicieron nada porque tuvieron que corregir las tarifas de servicios públicos muy rápidamente. Y ningún plan tiene éxito si comienza por pegarle un sablazo en el bolsillo a la gente.



Domingo Cavallo, ex ministro de Economía de Argentina.

"En un sistema bimonetario cualquiera puede tener dólares y cualquiera puede endeudarse en dólares".



"El apoyo político se logra cuando la gente entiende lo mucho que le está costando tener una inflación alta".



A usted lo aprecian más ahora por ser un gran economista político, pues le ha dedicado mucha atención a la forma de hacer las cosas.



Mi libro El peso de la verdad hace énfasis en el tema de la economía política: cómo se toman las decisiones, bajo qué condiciones uno le puede explicar a la gente lo que va a hacer y cuándo va a conseguir apoyo de la gente. Yo sostengo, por ejemplo, que uno no puede anunciar un plan de estabilización sin tener planeado el conjunto de reformas que lo hagan posible, pues la gente protesta de inmediato, como sucedió en Venezuela con Carlos Andrés Pérez.



Para mí hay que buscar a quién echarle la culpa de la alta inflación, sobre todo si se trata de un nuevo gobierno, y luego entregar estabilidad, porque la gente la valora mucho. Si uno logra estabilidad, tiene que aprovechar la popularidad que ella da para hacer las reformas que la vuelvan permanente.



¿Cómo le va en su nuevo papel como director de Forbes Global?



Estoy muy satisfecho de mi vinculación con Forbes, ésta fue la primera revista internacional que entendió la importancia del ajuste que hicimos en Argentina en 1991. Ellos predijeron antes que nadie que el programa iba a tener éxito y les sugirieron a sus lectores aprovechar las oportunidades que se iban a presentar en Argentina.



En Forbes Global vamos a seguir esta línea, vamos a descubrir las grandes tendencias en los países emergentes antes que nadie. Nos interesa también identificar a los nuevos empresarios que están forjando la expansión de los mercados en estos países.



Y estamos felices con nuestra alianza con Dinero, que es una revista de primer orden si uno la compara con otras en el medio internacional. Yo creo, por ejemplo, que es superior a las publicaciones económicas que uno encuentra en Argentina. Esta alianza reportará grandes beneficios para los lectores de las dos revistas.