El boom de América Latina

Latinoamérica se encuentra definitivamente en una etapa de recuperación. Es uno de los mercados emergentes más interesantes para los inversionistas extranjeros. Colombia es el más destacado.

1 de abril de 1994

Durante esta década las economías de América Latina han tendido a mejorar bastante sus indicadores económicos, con excepción de Venezuela y Brasil. 1993 fue un año definitivo para el afianzamiento de esta tendencia. La inflación al consumidor bajó a niveles de un solo dígito en dos de los países más grandes, México y Argentina, y en Bolivia. El déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos en la región se incrementó, aunque en menor medida que en el período 1990-92. La tendencia a la reevaluación de las monedas latinoamericanas retro alimentó el flujo positivo de capitales. Las reservas internacionales aumentaron en la región, aunque en menor medida que en 1992.

Las perspectivas para 1994 continúan siendo buenas para casi todos los países latinoamericanos. En México se espera un mayor crecimiento económico al registrado en 1993, debido a la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio. También Argentina, Chile, Perú y Colombia continuarán creciendo, aunque en los tres primeros casos a un menor ritmo que en 1993. Se espera que en este año el gasto de los países latinoamericanos se dirija más al sector social, sobre todo en Argentina, México, Colombia y Chile, que tienen la capacidad de hacerlo. Los episodios de Chiapas en México y de Santiago del Estero en Argentina anticipan lo que podría sucederle nuevamente a Latinoamérica si no se extienden a toda la sociedad los beneficios económicos.

En Argentina la vía para bajar la inflación del 1.300% anual en 1990 a 7.4% en 1993 fue con una tasa de cambio fija, lo que implicó una enorme reevaluación en términos reales del peso argentino. El índice de precios al productor creció solamente 0.1% durante el año pasado, cifra típica de un país desarrollado. El déficit en la cuenta corriente de balanza de pagos se mantuvo. Las exportaciones aumentaron, principalmente hacia el Brasil. Al mismo tiempo el servicio de la deuda disminuyó.

Menem está concentrando sus esfuerzos en lograr la reelección en 1995, por lo que se espera una continuidad de la actual política económica. La entrada de capitales externos continuó durante 1993, y se prevé que lo mismo sucederá este año, de manera que continuará la estabilidad en la tasa de cambio. De esta forma se espera que la inflación llegue a ser similar a la de los países desarrollados.

Brasil es el único país que no ha logrado controlar la hiperinflación. Mientras que en el resto de países de América Latina el mantenimiento de la disciplina fiscal llevó a notables progresos en el control de la inflación, Brasil sigue siendo la excepción a la regla. El déficit fiscal continúa fuera de control, a pesar de varios intentos del gobierno de controlar el gasto. En junio del año pasado se adoptó un "plan de acción inmediata", que se concentraba en recortar gasto público, cobrarle a los Estados y municipios sus deudas atrasadas con el gobierno federal y mejorar el recaudo de impuestos. Además se incrementó el impuesto a las operaciones financieras (IOF) y continuó la privatización de empresas públicas. No obstante, las cifras fiscales definitivas muestran que realmente no hubo ajuste el año pasado. Sin embargo, esta no es la única explicación de la hiperinflación. Esta subió de 1.158% en 1992 a 2.708% el año pasado. La política monetaria fue relajada, aunque en el último trimestre del año se intentó contraer circulante. Para comprender realmente el origen del proceso inflacionario en Brasil es necesario tener en cuenta el papel que juegan las expectativas y la indexación de la economía. El fracaso en el diseño de un remedio permanente y creíble para la hiperinflación, se ha traducido en expectativas de inflación cada vez mayores. Rumores

frecuentes sobre congelación de precios, aunque infundados, fueron un incentivo adicional para el alza continua en precios. Además, la indexación de toda la economía garantizó que la inflación pasada se convirtiera en mayor inflación actual. El paso de ajustes saláriales bimensuales a mensuales a mediados de año fue una señal clara que retro alimentó las expectativas y el proceso inflacionario.

Consecuente tal vez con el fracaso en el frente inflacionario, Brasil fue el único país de la región que tuvo un saldo positivo en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Las reservas internacionales superaron los US$30.000 millones. Si el nuevo plan contra la inflación da resultados, Brasil se convertiría nuevamente en la potencia de la región.

En Colombia también reaccionó la economía por mejores condiciones climáticas y por un importante crecimiento de la inversión fija. La inflación cayó del 25.1% en 1992 a 22.6% en 1993. Hubo un ligero déficit fiscal, pero, al igual que en Chile, se puede afirmar que la caída no fue mayor debido a la existencia de mecanismos de indexación parcial a la inflación anterior, como es el caso de los salarios, el precio de la gasolina y los servicios públicos. Además, la demanda interna (consumo privado) aumentó significativamente.

En Colombia se pasó de un superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos de US$946 millones a un déficit de US$1.500 millones, por el aumento en las importaciones. Aunque en el país haya escepticismo, en el exterior existe la percepción de que Colombia será el país estrella de Latinoamérica en 1994. La proyección de crecimiento es la más alta de la región: . fluctúa entre 4.5% y 5%, según los analistas internacionales. Este crecimiento estará basado en la inversión extranjera que vendrá arrastrada por las perspectivas de Cusiana. La tendencia a la reevaluación del peso continuará, lo que retro alimentará la entrada de capitales, que más que compensará el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos.

En Chile la inflación al consumidor declinó ligeramente, de 12.7% en 1992 a 12.2%. Aunque hubo disciplina fiscal, la caída no fue mayor debido a que la economía está parcialmente indexada a la inflación anterior. El déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos fue el mayor alcanzado en la historia reciente del país (US$2.100 millones) debido a una caída en los precios internacionales de los principales productos de exportación, como cobre, celulosa y harina de pescado. Aun así, el PIB creció un 6% en 1993, cifra robusta pero menor al 10.3% alcanzado en 1992.

1994 no será un año especialmente bueno para Chile, pero con la recuperación económica que se espera en Estados Unidos y más tarde en Europa, se considera que los precios internacionales de los bienes primarios se recuperarán y Chile volverá por sus fueros.

En México el ritmo de crecimiento de la economía ha venido desacelerándose desde 1990, año en que el PIB se incrementó en 4.4%. En 1993 el crecimiento solamente alcanzó el 0.8%, debido a una rígida política monetaria y fiscal y a la incertidumbre creada alrededor de la aprobación del Nafta. El bajo crecimiento también puede estar relacionado con reestructuraciones en el sistema productivo, para acomodarse a la nueva competencia proveniente del tratado de libre comercio.

México alcanzó en 1993 su anhelada meta de inflación de un dígito (8%), gracias a" la política monetaria y fiscal y al mantenimiento de una tasa de cambio estable. Aun excluyendo los ingresos por privatizaciones, hubo superávit fiscal (1% del PIB) por segundo año consecutivo. En términos de crecimiento económico fue muy costoso lograr la inflación de un dígito, pero se espera que ya en 1994 se reflejen los resultados positivos de haber logrado una inflación tan baja.

El déficit en la cuenta corriente de balanza de pagos de México es el mayor de la sub región, aunque en 1993 disminuyó un poco, al pasar de US$22.800 millones a US$20.500 millones. Las importaciones disminuyeron, posiblemente por un estancamiento en el producto doméstico y por saturación. Al mismo tiempo las exportaciones diferentes de petróleo aumentaron.

Para 1994 no se esperan mayores cambios en la orientación económica, aun siendo un año de elecciones. La rebelión de Chiapas puede variar marginalmente la orientación del gasto. El crecimiento se situará alrededor del 3% con una inflación del 7%.

Perú es el caso de crecimiento más espectacular, al pasar de una caída del PIB de 2.8% en 1992 a un crecimiento del 6.8% en 1993. En buena medida esta explosión se debió a la normalización de las condiciones climáticas, después de los devastadores efectos de El Niño en ese país. Esta cifra también es el reflejo del éxito alcanzado en la estabilización macroeconómica del país, debido a los radicales cambios impuestos por la administración de Fujimori desde 1990. Aunque la meta para 1993 era alcanzar una inflación de 27%, la cifra llegó a 39.5%.

Para 1994 se espera que se termine el proceso de privatización de empresas estatales, y que tomen vuelo los fondos privados de pensiones. Después de un penoso proceso, se espera que 1994 sea un buen año para el Perú. Se llevará a cabo un ambicioso plan de inversión en infraestructura básica y gasto social, financiado con préstamos de entidades multilaterales, lo que dará dinamismo a la demanda.

En Venezuela las perspectivas de crecimiento son melancólicas y la situación económica es la peor de América Latina. En 1993 la economía decreció en 1% debido a un movimiento adverso en los términos de intercambio, por la caída en el precio internacional del petróleo. Al mismo tiempo la inestabilidad política frenó la inversión privada. La demanda interna no creció debido a que las tasas de interés reales estaban demasiado altas. El desmesurado incremento en las tasas de interés se debió a una estricta política de control monetario, dirigida a controlar la inflación y evitar la excesiva devaluación. Finalmente la economía decreció y no se logró controlar la inflación que pasó de 31.9% en 1992 a 45.9% en 1993, la segunda inflación más alta registrada en la historia económica del país.

Además el déficit fiscal está fuera de control. Aunque la cifra cayó de 5.8% del PIB en 1992 a 3.6% del PIB en 1993, esto se debe principalmente a que se dejaron de hacer pagos por un monto equivalente al 3.7% del PIB, o sea que el déficit se contabiliza por tesorería (caja) y no por causación, al igual que en Colombia.

Con los ingresos públicos menguados por la baja en los precios del petróleo, se agravaron las expectativas de inflación. Además, la introducción del IVA en los precios al por mayor en octubre, azuzó inicialmente la inflación.

Curiosamente, aun con la caída en los precios del petróleo, el déficit en cuenta corriente de balanza de pagos disminuyó, debido a una caída en las importaciones y un incremento del 19% en las exportaciones diferentes al petróleo. Pero 1994 se vislumbra como un año de estancamiento, o aun de decrecimiento para Venezuela. La crisis del sector financiera, la caída en los precios riel petróleo, y la eliminación del IVA son señales todas negativas. La inflación no bajará del 40% nuevamente y la situación política no es muy tranquilizadora. El fantasma de una gigantesca devaluación sigue pesando en todas las actividades ere económicas.

En Ecuador se logró bajar la inflación a la mitad en 1993, pero continúa siendo alta: 310% El programa de estabilización de la economía, lanzado en septiembre de 1992, fue efectivo en esto. En 1994 se espera que continúe la resistencia del Congreso a los cambios económicos que quiere introducir la administración de Sixto Durán. Al mismo tiempo la baja en los precios del petróleo y las restricciones a las exportaciones cíe banano no le auguran el mejor futuro a la economía ecuatoriana este año. Se calcula una inflación del 22.5% y un crecimiento del 2%.

Bolivia fue el tercer país que alcanzó inflación de un dígito en 1993, con el 9.3%. En países como República Dominicana y Panamá la inflación es muy baja (4% y 1.6% respectivamente en 1993) porque sus economías están totalmente dolarizadas

La lección que quería es que para bajar la inflación es indispensable tener superávit fiscal y es inevitable la reevaluación de la moneda local. A su vez, la indexación de los precios retarda años los procesos de baja de la inflación.