Obama pidió al Congreso que aumente el techo de la deuda para evitar el "default".

Internacional

EE.UU. se acerca al límite de su crédito y nadie sabe qué pasa si lo supera

Después de varios años seguidos de déficit fiscal y una deuda acumulada que toma dimensiones cada vez mayores, no son pocos los que cuestionan la capacidad de Estados Unidos de pagar sus cuentas. Y al mismo tiempo, se preguntan qué le pasaría a la economía mundial si ese temido momento llega.

16 de junio de 2011

Esta semana, el presidente de la Reserva Federal, el banco central estadounidense, Ben Bernanke, aseguró que la reputación crediticia del país está en peligro. Y que una moratoria en el pago de la deuda estadounidense desataría el caos en los mercados financieros globales.

En mayo los ingresos a las arcas federales llegaron a US$174.911 millones y se gastó US$232.551 millones. La deuda pública es de más de US$14 billones, una cifra cercana al PIB del país pero también al de China, Japón y Alemania juntos.

Su capacidad legal de endeudamiento está rápidamente llegando al límite. En las próximas semanas, el congreso debe votar sobre si autoriza a aumentar el cupo de crédito del gobierno más allá de los actuales US$14.300 billones.

El Departamento del Tesoro calcula que dispone de fondos para pagar las cuentas hasta el 2 de agosto, ni un día más. Y como lo han venido repitiendo incesantemente los medios estadounidenses, la oposición republicana, que controla la cámara baja del Congreso, insiste en que no aprobará el aumento en el techo de endeudamiento a menos que el gobierno prometa reducciones drásticas al gasto público.

Endeudarse más
El vicepresidente Joe Biden negocia con parlamentarios un paquete de recortes, que de pactarse, podría llevar a los republicanos a aceptar el aumento de la deuda.

Mientras se acerca la fecha de la que podría ser la primera suspensión de pagos gubernamentales de la historia de EE.UU., permanecen profundos desacuerdos: los demócratas no quieren más recortes y los republicanos se niegan a oír hablar de subir los impuestos.

El economista estadounidense Robert Reich, que fue secretario de Trabajo con el gobierno de Bill Clinton, expresó su preocupación a la BBC. Para él, los republicanos, y particularmente el ala conservadora, el llamado Tea Party, van en la dirección equivocada. "El Tea Party piensa que el gasto público es cosa del diablo (...) El problema es que la agenda republicana contempla exactamente lo contrario de lo que necesita el país ahora", dijo Reich.

Por su parte, desde la Reserva Federal, Ben Bernanke es el más reciente dirigente en pedirle al Congreso que suba el techo legal al endeudamiento de la Administración. "No subir el límite legal de endeudamiento exigiría al gobierno federal que retrase o niegue pagos por obligaciones a las que ya se comprometió", dijo Bernanke.

Hipótesis del default
La hipótesis de un retraso en el cumplimiento de las obligaciones financieras de EE.UU. podría causar un caos en los mercados financieros globales, o no, depende de a quién se pregunte. "Incluso una corta o limitada suspensión de pagos tendría consecuencias económicas catastróficas que perdurarían por décadas", dijo ya en enero el secretario del Tesoro, Timothy Geithner.

Según Robert Reich, lo más probable es que republicanos y demócratas se pongan de acuerdo en un paquete de recortes y en subir el techo de la deuda. Es improbable que los conservadores quieran asumir el riesgo de ser vistos como culpables de que efectivamente se dé una suspensión de pagos y se desate una nueva crisis.

En todo caso, hay quienes piensan que ese desenlace no sería tan terrible. El conocido inversor Stanley Druckenmiller, antiguo aliado del empresario George Soros, recientemente le dijo al diario estadounidense Wall Street Journal que una suspensión de pagos "no sería catastrófica". Y en cambio asegura que sería más nocivo para la economía del país que no se produzcan las reducciones en el gasto público que reclaman los conservadores, y que por cuenta de esa situación se empeore el déficit a largo plazo.

En cualquier caso, las autoridades de Estados Unidos enfrentan alternativas poco atractivas en las próximas semanas a medida que buscan atender la emergencia fiscal que se cierne sobre el país.