Se trata de unos 200 millones de personas que no son pobres, pero tampoco ingresaron a la clase media y corren peligro de perder sus conquistas de la última década.

Internacional

Latinoamérica podría sumar millones de pobres

El crecimiento de la última década permitió una reducción a casi la mitad de la pobreza en América Latina, pero creó también una población extremadamente vulnerable a la actual desaceleración económica regional.

Alianza BBC
5 de septiembre de 2014

El estudio más reciente sobre el tema del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que abarca a 18 países de la región, señala que el 38% de la población se encuentra en este limbo social de vulnerabilidad.

Se trata de unos 200 millones de personas que no son pobres, pero tampoco ingresaron a la clase media y corren peligro de perder sus conquistas de la última década.

"Hay dos noticias buenas y una mala", afirma Alfredo González, especialista en Pobreza y Desarrollo Humano del Departamento de América Latina del PNUD.

"Las buenas son el aumento de la clase media y la disminución de la pobreza. La mala es que aumentó el número de personas vulnerables a caer nuevamente en la pobreza. Hoy tenemos un amesetamiento de un modelo que se basó en el crecimiento económico, pero también en políticas focalizadas desde el Estado para combatir la pobreza".



Un solo peldaño

El estudio del PNUD se concentra en tres sectores definidos por sus ingresos: pobres, clase media y vulnerables.

La clase media (con ingresos entre US$10 y US$50 diarios) creció en 82 millones de personas, pasando del 21% de la población en 2000 al 34% en 2012.

Los pobres (ingresos de US$4 o menos) disminuyeron en 16,4 puntos, del 41,7% al 25,3%: 56 millones salieron de la pobreza.

La parte vacía del vaso son los vulnerables que aumentaron un 3,4%, del 34,4% al 37,8%, equivalente a unas 43 millones de personas.

"Una proporción de las personas que abandonaron la pobreza pasó a formar parte de la clase media, que también se puede haber visto engrosada por sectores que estaban en una situación de vulnerabilidad y dieron el salto", dice González.

Pero durante esta década, para muchos el salto fue de un solo peldaño, de una situación de pobreza a otra de vulnerabilidad".

La elusiva clase media

Una marca del desarrollo económico-social de un país o región es la densidad de la clase media.

Durante décadas, el mantra sobre América Latina era que estaba dividida entre élites minoritarias con acceso a todos los factores de poder económico y político, y las grandes mayorías excluidas con una finísima capa en el medio conformada por una débil clase media.

Este panorama está cambiando.



En 2000-2012 la clase media a nivel regional tuvo un incremento espectacular de más de 80 millones de personas.

Pero la desaceleración económica regional aumenta el peligro de que ese universo pueda volver a la pobreza.

"Hay una clase media asentada durante generaciones que ha acumulado patrimonio heredable y ha tenido acceso a la salud y educación. Esta clase media tiene una solidez mucho mayor que los sectores que acaban de dar el salto desde la pobreza", puntualiza González.

Según el especialista, la "nueva clase media" está mucho más expuesta a los avatares económicos o personales.

"Un cambio de viento económico o en las circunstancias personales como son los llamados gastos catastróficos, sea por enfermedad grave de un familiar o pérdida de trabajo, pueden obligar a la venta del coche o del departamento y a un brusco deterioro de su situación social", añade.

Crecimiento y política social

El crecimiento económico de la llamada década dorada (2002-2012) ha sido clave para este nuevo panorama social.

De la mano del aumento de las materias primas y la demanda china, la región creció un 3,7% de promedio anual, cuatro veces más que en las dos décadas previas (1980-2000).

Al mismo tiempo, se financiaron planes focalizados del Estado para combatir la pobreza.



Un ejemplo de estos planes son las transferencias condicionales en los que la ayuda económica depende de que la familia garantice la escolaridad y la atención sanitaria de los niños.

Estos planes permiten al mismo tiempo mejorar los ingresos de los pobres y allanar el camino para que una nueva generación crezca con mejor acceso a bienes sociales básicos, como la salud y la educación.

El Plan Familias y el Jefes y Jefas de Hogar en la Argentina, el Bono Juancito Pinto y el Madre Niño-Niña en Bolivia, el Chile Solidario, el Familias en Acción en Colombia, el Bono de Desarrollo Humano en Ecuador y Oportunidades en México son algunos de los ejemplos de este tipo de ayuda focalizada y condicional.

"El tema es cómo moverse a partir de ahora, como lograr que esta población que salió de la pobreza pueda dar un nuevo salto como para afianzar su nueva situación social y dejar de pertenecer a este sector vulnerable dependiente de estas ayudas sociales", indica González.

El futuro

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) recortó este agosto su pronóstico de crecimiento anual para la región del 2,7% al 2,2%, una caída respecto a 2013.

Con esta caída del crecimiento se pone en peligro uno de los pilares de estos cambios pero, según el PNUD, el problema que enfrenta la región va más allá de la cuestión meramente económica.

"Las políticas sociales tuvieron un éxito indudable, pero ahora se necesita avanzar hacia núcleos más duros y resistentes de nuestra estructura económico-social como la política impositiva que es claramente regresiva", señala González.

Los impuestos pueden ser directos (a la renta y la propiedad) o indirectos (al consumo).

Mientras los primeros favorecen la equidad bajo el principio de que el que más tiene más paga, el impuesto al consumo -también llamado al valor agregado o IVA- tiene un impacto regresivo: el rico y el pobre pagan lo mismo por el precio de un producto.

Un reciente trabajo sobre la política fiscal regional de la Cepal halló que en América Latina menos de un tercio de la recaudación corresponde a impuestos directos. Europa es el ejemplo inverso.

A esto se suma la enorme evasión fiscal que hay en la región, como se ve en la presencia de México y Venezuela entre los diez países con mayor fuga de capitales, según la ONG Global Financial Integrity (GFI).

Un estudio específico sobre el impacto en Argentina -"Fuga de Capitales III (2002-2012)"- halló un aumento del Coeficiente Gini, que mide la desigualdad social, de 0,42 a 0,49 puntos una vez que se contabilizaban los fondos fugados a paraísos fiscales.

El modelo económico-social de la última década en América Latina podía aspirar a la cuadratura del círculo: gracias al mayor crecimiento se podían lanzar políticas redistributivas que no afectaban a las élites.

"Hemos entrado en otra etapa en la que para seguir avanzando habrá que tocar intereses específicos con el peligro de generar tensiones políticas. Ahora se viene lo más difícil", concluye González.