Nicolás Maduro, presidente de Venezuela.

INTERNACIONAL

La crisis financiera venezolana se agudiza

Los cambios en el gabinete, anunciados hace algunas semanas por el presidente venezolano Nicolás Maduro, indican resistencia a las trasformaciones necesarias para reconducir la senda del país.

24 de septiembre de 2014

Para cumplir en tiempo y forma con sus obligaciones de deuda externa, Venezuela ha acumulado aproximadamente US$25,000 millones en moras con importadores y tiene hipotecado el equivalente al 10% de su producción diaria de petróleo en deudas con el gobierno chino, resultando en escasez de todo tipo de productos, desde papel higiénico hasta medicinas.

Los Estados petroleros enfrentan problemas de diversa índole, pero la falta de liquidez no es tradicionalmente una de sus preocupaciones. Resolver la crisis que enfrente este país requerirá no solo un cambio ministerial sino cambios fundamentales en sus políticas públicas, las cuales ahora parecen esquivas.

El 2 de septiembre, Maduro decidió que Rafael Ramírez, vicepresidente de la economía, ministro de petróleo y minería y presidente de PDVSA, fungirá ahora como canciller. En su remplazo, el mandatario venezolano dividió el manejo de la economía y su principal fuente de ingresos en tres personas. El actual ministro de finanzas y brigadier general, Rodolfo Marco, ocupará el cargo de vicepresidente de la economía. Así mismo, como ministro de petróleo y minas se designó a Asdrúbal Chávez, y finalmente Eulogio Del Pino dirigirá la petrolera estatal PDVSA.

Los nuevos líderes del sector de hidrocarburos venezolano son, sin duda, competentes. Del Pino es geofísico de la Universidad de Stanford y tiene la reputación de ser un buen administrador. Chávez, por su parte, ha trabajado en la industria por 27 años donde se ha posicionado por sus propios méritos a pesar de ser el primo de Hugo Chávez.

Sin embargo, los mercados reaccionaron negativamente a los nombramientos. El índice de todos los bonos venezolanos denominados en dólares ha caído 6.3% comparado con su valor al 1 de septiembre. La reacción parece reflejar la expectativa de los inversionistas quienes esperaban cambios estructurales, tanto en el negocio de la empresa estatal como en la política económica, más allá de nuevos dirigentes. Las calificadoras de riesgo tampoco ven como muy promisorio los cambios del presidente maduro. Por ejemplo, el 16 de Septiembre, la agencia estadounidense Standard and Poor`s bajó la calificación de Venezuela a CCC+ con perspectiva negativa, dejándola tan solo a un peldaño de cesación de pagos en vista del deterioro sostenido de su economía. Esto implica que el país podría dejar de pagar su deuda externa en los próximos 2 años.

Más de una década de mal manejo y una falta de inversión ha dejado PDVSA incapaz de sostener las políticas económicas del país. A pesar de contar con los yacimientos más grandes de petróleo en el mundo, la producción venezolana de crudo ha caído 21% (o 713 Mbbl/d) desde su pico más alto en 2006 de acuerdo con cifras de BP. La empresa ha dejado de realizar inversiones necesarias para desarrollar sus recursos de gas. Como resultado, la producción de gas de Venezuela es la mitad de la de México, a pesar de tener reservas probadas 16 veces más grandes.

Las refinerías venezolanas también presentan problemas; en marzo de este año, el Centro de Refinación de Paraguaná sólo operaba a dos tercios de su capacidad. La situación es tan desalentadora que incluso ha ocasionado que Venezuela se convierta en un importador de gasolina – un hábito costoso para un país con tantos subsidios.

La solución real son reformas sustanciales a las políticas económicas y financieras del país. El gobierno debería reconsiderar los subsidios otorgados, que mantienen el costo del combustible a US$ 0.01 por litro, racionalizar el gasto público y la venta de petróleo a condiciones financieras favorables para aliados políticos. Eso ha contribuido a que las refinerías ubicadas en Venezuela reporten pérdidas operativas del orden de US$ 13,000 millones a cierre del 2013. La comparación con Ecopetrol es muy diciente. Aunque PDVSA produjo 469% más petróleo y gas que la petrolera colombiana en 2013, los ingresos operacionales de la compañía venezolana fueron tan solo 70% mayor que los de la empresa colombiana.

Del Pino, en su cargo previo de vicepresidente de exploración y producción, conoció mejor que nadie los apremios de la compañía en este sentido. Pero no parece que de él dependa la implementación de los cambios que necesita la petrolera. Y Ramírez, que estaba abogando por reformas sensibles tal como la reducción de los subsidios, ya no está en una posición para ejecutar las modificaciones.

El rumbo de Venezuela sigue marcado. Hasta ahora el país ha contado con PDVSA para financiar sus políticas populistas. Pese a los cambios en gabinete, la senda continua igual y la trayectoria no parece sostenible.