Michelle Urrea, asesora e investigadora ambiental | Foto: Crédito: Cortesía

ANÁLISIS

Cataclismo o metamorfosis ambiental: resistencia contra la extinción

La ineptitud, falta de liderazgo y ambición económica de muchos países ha desembocado la peor de las crisis climáticas durante tiempos de pandemia. Es tiempo de exhortar a los ciudadanos para aprovechar la oportunidad de hacer tránsito a un modelo de revolución industrial verde.

Michelle Urrea Vivas*
6 de octubre de 2020

Francamente, estamos al borde de un colapso inminente, atravesar una crisis que sin duda alguna marca un precedente de desasosiego e incertidumbre. La pandemia de la covid -19 eclipsó la problemática de crisis de calentamiento global, explotación desmedida de recursos naturales, aire contaminado, incendios forestales, desastres que ya no son naturales y extinción de especies, todo esto es tan abrumador que parece ser un mal sueño.

El camino tortuoso en el que se esta direccionando la naturaleza y que muchos tratamos de contener y mitigar con acciones contundentes observamos un interés genuino en personas que se preguntan ¿Como puedo ayudar a mejorar el entorno en el que vivo y del que me abastezco? ¿Qué acciones son necesarias tomar?... ¿estaremos a tiempo de evitar un cataclismo climático?

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Si analizamos detenidamente, la estocada de la covid -19 acentuó las emergencias climáticas y el desplome de los ecosistemas, pero los altos dirigentes del mundo solo han tomado acciones para luchar y salvaguardar la salud pública más mortal en 100 años.

Sin duda alguna y sin animo de ser exagerados a finales del 2020 festejaremos la reducción de los gases de efecto invernadero derivados del uso del petróleo, gas, carbón y la ganadería extensiva, el hecho de poder respirar un aire que no sea toxico ha aliviado a millones de personas, pero ¿Cuántas personas mueren anualmente por causa de un aire contaminado?, según informe de la OMS se estima que alrededor de siete millones de personas mueren por causa de respirar un aire contaminado. Parece una paradoja, pero es más la gente que muere a causa de un aire contaminado al que la covid - 19 puede provocar.

Estamos en el momento indicado para abordar la amenaza de crisis climática que se abalanza sobre nosotros, tenemos la oportunidad de plantear estrategias y fomentar el liderazgo empresarial e individual.

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La ruta es clara, debemos hacer una “Transición a una revolución industrial verde” dejando atrás las infraestructuras, que si ya no está colapsadas están a punto de hacerlo; promover el cambio de la matriz energética; estimular una infraestructura basada en economía circular para el sector del agua y de residuos, y, por último, una ganadería sostenible. Este modelo permite una convergencia entre la generación del poder adquisitivo durante y después del transito al modelo de revolución industrial verde, promoviendo, estableciendo y mejorando la crisis climática.

Por qué seguir usando un modelo anticuado que depende de la explotación y uso de combustibles fósiles cuando podemos hacer uso de energía solar, eólica, geotérmica, mareomotriz y de biomasa.

Por qué se siguen inundando los mares y océanos con desechos plásticos, contaminándolos con derrames de petróleo o desechos tóxicos en vez de tener procesos focalizados a la reutilización y disposición adecuada de los mismos.

Por qué se siguen explotando las fuentes hídricas cuando se tiene se la oportunidad de depurar y regenerar el agua residual, obteniendo a su vez subproductos como los biosólidos que se pueden destinar a la agricultura, a la industria cementera y para el compostaje.

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Todo esto parte de la dicotomía entre la ambición de poder y riqueza y los pocos que alzan sus voces y su actuar para el cambio de modelo que es insostenible ambiental, social y económicamente.

Ahora bien, la motivación de generar cambio parte del compromiso político y liderazgo directamente entrelazado con las empresas, ya que conforme transcurre el tiempo los eventos climáticos son más fuertes y seguidos cada vez, el fomento de la inversión en proyectos y acciones deben ser directamente proporcional o mayor para hacerle frente a la crisis desencadenada por la mano del hombre.

Lamentablemente, la situación actual fue la gota que reboso el vaso, demostrando la crisis interna y estructural de las instituciones, sumado a la vulnerabilidad de las empresas y la poca capacidad de respuesta de los gobiernos.

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Afortunadamente, las nuevas generaciones están enfocadas en reconstruir sobre las cenizas, son jóvenes inquietos y nada conformistas, quieren un cambio y lo quieren ya.

¿Y qué queda ahora? Nos queda aprender de los fracasos, aprovechar cada crisis como fuerza motora de ideas innovadoras, resistir ante cada estocada que nosotros mismo hemos generado, impulsar a los líderes a luchar con coraje y finalmente, aferrémonos a un sueño de esperanza donde los intereses medio ambientales no sean el enemigo de los intereses económicos.

*Asesora e Investigadora Ambiental