Luis Alberto Moreno, presidente del BID. | Foto: EFE.

Internacional

BID quiere más reformas fiscales

El reciente estudio, “Recaudar no basta: los impuestos como instrumento de desarrollo”, afirma que los países deberían renovar sus esfuerzos para modernizar sus sistemas fiscales.

21 de mayo de 2013

En los últimos años, América Latina y el Caribe ha concretado grandes avances para aumentar la recaudación fiscal, pero necesita una nueva generación de reformas fiscales e impositivas para reducir la desigualdad, disminuir la evasión, aumentar la productividad, fortalecer los gobiernos locales y preservar los recursos naturales, de acuerdo a un nuevo libro del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

“Recaudar no basta: los impuestos como instrumento de desarrollo”, la última edición de la emblemática serie de publicaciones Desarrollo en las Américas, fue lanzada al público el 15 de mayo en el Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson en Washington, D.C. Cada año, el BID conduce un estudio comparativo en profundidad sobre un tema de preocupación para América Latina y el Caribe. La edición de este año presenta la tributación de la región como una oportunidad perdida.

El estudio sostiene que la tributación es ampliamente vista en la región como un medio de generar ingresos para pagar los gastos del gobierno, más que como un instrumento valioso para alcanzar importantes objetivos de desarrollo.

“Uno de los ámbitos inconclusos de reforma que deberá ser enfrentado en la región es el fiscal”, dice Ana Corbacho, Asesora Económica del BID y coeditora del libro. “Políticas impositivas inteligentes nos ayudarán a combatir la pobreza y la desigualdad, disminuir los efectos del cambio climático y mejorar la productividad del sector privado”.

El libro subraya los avances concretados en los sistemas impositivos de América Latina y el Caribe en los años recientes, y propone reformas fiscales para promover un desarrollo equitativo.

En las últimas dos décadas, los países han fortalecido sus administraciones fiscales, aumentando la recaudación en cerca del 2,7 por ciento del PIB, la tasa de mejoramiento más rápida del mundo. Sin embargo, la región logra apenas recabar el 17 por ciento del PIB en ingresos fiscales, lo cual es menos de lo que podría en función de sus ingresos per cápita.

Una de las razones es que el potencial de ingresos por impuestos a la renta de las personas es desaprovechado y debería ser uno de los pilares de cualquier sistema impositivo. Los impuestos a la renta deberían ser progresivos, sea mejorando directamente la distribución de los ingresos, o aumentando los fondos de gastos públicos que podrían ser redistributivos, para, en definitiva, ayudar a los pobres. En la región este impuesto genera apenas un 1,4 por ciento del PIB, comparado al 8,4 por ciento en los países desarrollados.

Y esto sucede, en parte porque en la mayoría de los países solamente los relativamente ricos –aquellos con un ingreso imponible de al menos 6,5 veces el ingreso per cápita – son sujetos a impuestos de renta. Además, las deducciones permitidas son ampliamente generosas y los ingresos de capital son poco gravados. Finalmente, la evasión es galopante, consumiendo la mitad del potencial de recaudación de los impuestos por ingresos individuales y corporativos, y más de un cuarto de lo que el IVA debería recaudar.

Las políticas fiscales existentes obstaculizan el crecimiento de micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs), contribuyendo a la baja productividad que plaga la región. “Los sistemas impositivos deberían ser modernizados para alentar la formación compañías más grandes y más productivas en la economía formal”, dice Santiago Levy, Vicepresidente de Sectores y Conocimiento del BID.

Según el estudio, los impuestos que protegen el ambiente son otra amplia fuente de recursos sin explotar en la región. Mientras en Europa este tipo de impuestos recaudan un promedio de un 2,5 por ciento del PIB, en América Latina y el Caribe apenas llega al 1 por ciento.

Aunque las situaciones fiscales de la región varían, el libro argumenta que las reformas fiscales pro-desarrollo deberían respetar cinco principios básicos.

Primero, deberían incluir impuestos que favorezcan a los pobres. Los sistemas impositivos deberían ser más progresivos y reducir el número de exenciones.

Segundo, los sistemas impositivos deberían ser más simples y con una base de contribuyentes más amplia. Eso ayudaría a crear un entorno conducente a la innovación y a comenzar nuevos negocios, promoviendo la productividad.

Tercero, la administración fiscal debe ser reforzada de tal manera que todos los ciudadanos y negocios cumplan con sus obligaciones fiscales.

Cuarto, las reformas deben asegurar que los gobiernos locales puedan generar sus propios recursos con ingresos suficientes para hacer frente a sus crecientes responsabilidades como agentes del desarrollo.

Quinto, dada la extraordinaria, aunque finita, dotación que la región tiene de recursos naturales, el sistema impositivo debería crear incentivos para su uso más eficiente, tomando en cuenta las necesidades de desarrollo de las futuras generaciones.