Venezuela, una nación de 30 millones de habitantes importa casi el 70% de los alimentos que consume, incluidos algunos que no importaba antes de Chávez, como carne, café y arroz. | Foto: Ap

Elecciones

Alimentos, tema electoral clave en Venezuela

Se quejan que todo lo que comen los domingos viene de afuera: la carne, de Brasil; los plátanos, de República Dominicana; el arroz, de Sudáfrica; el queso de rallar, de Uruguay; la avena, de Chile. Hasta el café es importado, de Colombia.

10 de abril de 2013

Es una queja que se escucha con frecuencia en estos días, en que el elegido de Hugo Chávez para sucederlo, Nicolás Maduro, disputa la presidencia con el candidato opositor Henrique Capriles. Bajo el gobierno socialista, el consumidor no sabe si va a encontrar azúcar y harina de maíz para cocinar arepas ni otros productos cuando van al mercado.

Esas son las personas que acudirán a las urnas el domingo en una elección en la que los alimentos, o la escasez de ellos, es un tema clave, junto con la delincuencia y los apagones. "No se encuentra nada", dijo Ermis Rodríguez, una jubilada de 76 años que acababa de inspeccionar unas patas de pollo rebajadas en un local del Mercado Guaicapuro. "Voté por Chávez, pero no voy a votar por Maduro. Las cosas siguen peor y peor. Están fabricando más pobres".

Chávez, quien falleció el 5 de marzo, realizó una reforma agraria que fue uno de los pilares de su "revolución" y se comprometió a hacer de Venezuela un país que se autoabastece de alimentos e incluso los exporta. Su gobierno expropió 2,3 millones de hectáreas en los últimos 12 años, que supuestamente no estaban siendo bien aprovechadas. Nacionalizó empresas productoras de alimentos tras acusar a sus dueños de manipular precios y/o conspirar contra el gobierno. Hoy el gobierno controla la venta de entre el 45% y el 70% de algunos productos, como el arroz y el café.

En los últimos siete años, Venezuela, un país exportador de petróleo, ha sufrido esporádicos períodos de escasez de productos básicos como leche y mantequilla. Esta nación de 30 millones de habitantes importa casi el 70% de los alimentos que consume. Incluidos algunos que no importaba antes de Chávez, como carne, café y arroz.

Venezuela casi se autoabastecía de carne hace 15 años, pero ahora importa casi la mitad de la carne que consume, según Manuel Cipriano, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos (FEDANGA). El gobierno y algunas asociaciones de ganaderos chavistas cuestionan esas cifras, pero admiten que se importa el 30% de la carne. Tan solo el año pasado, las importaciones de carne congelada subieron casi un 150%, de acuerdo con cifras del gobierno publicadas en la página de internet de la FEDANGA. Esto trajo aparejado un aumento de precios.

Gerardo Barreto, presidente de la Cámara Industrial del estado central de Carabobo, dijo que Chávez diezmó la industria cafetera venezolana al expropiar a varios de sus principales componentes, disminuyendo la producción y rebajando la calidad del producto de un plumazo, al reemplazar empresas con décadas de conocimientos por conglomerados estatales dirigidos por gente sin experiencia. "Nosotros tomamos el mejor café, igual que los colombianos", sostuvo. "El café aquí es excelente. Ahora es un café que hay que botar la a la basura porque no viene preparado, no viene seleccionado. El know-how se perdió".

Barreto opinó que la expropiación de la compañía de semillas y fertilizantes Agro Isleña afectó también la producción agrícola. Los fertilizantes que importa el gobierno son más caros y a veces no se consiguen, indicó. "Se trastornó toda la cadena productiva".

Sonia Peña, de 50 años, observa la carne brasileña en el mercado de Guaicapuro. "Necesito todo el día, caminando de un mercado a otro, para conseguir lo suficiente para mi familia cada semana", manifestó.

Capriles acusa al gobierno de arruinar el mercado de alimentos con una combinación de nacionalizaciones e ineptitud. Promete poner fin a las expropiaciones y promover un diálogo entre los hacendados y los campesinos. Dice que arreglará las carreteras de las zonas rurales, las cuales están muy deterioradas, creará un programa de micropréstamos para pequeños agricultores y abrirá centros de capacitación agrícola en todas las regiones. "Quiero construir con ustedes un país donde se puede comer bien", declaró Capriles durante un acto de campaña el domingo. "Imagínense una vivienda muy humilde a la que ustedes entran y encuentran una nevera repleta de buenos alimentos, de alimentos hechos en Venezuela, de alimentos producidos por nuestros campesinos y no por campesinos de otros países".

Chávez había planteado proyectos similares antes de ser reelegido en noviembre pasado, pero el gobierno se propone seguir con las expropiaciones.

José Agustín Campos, presidente de la Confederación Nacional de Agricultores y Ganaderos, afín al gobierno, defendió las políticas de Chávez en una conferencia de prensa el martes. Dijo que el finado mandatario redujo las tasas de intereses para los préstamos agrícolas con el fin de ayudar a los agricultores y fijó un salario mínimo para los trabajadores del campo similar al de los obreros de las ciudades para alentar a que los trabajadores de las zonas rurales no emigren a las ciudades. Campos afirmó asimismo que la dependencia de productos alimenticios importados no es un fenómeno de la era de Chávez sino que viene de mucho antes.

Una reforma agraria de la década de 1960 fracasó porque el gobierno redistribuyó tierras pero no ofreció a los campesinos los conocimientos ni el capital necesarios y como resultado de esto la producción disminuyó. Cuando Chávez fue elegido por primera vez, en 1999, un censo determinó que el 90% de la tierra que había sido entregada a los pobres había vuelto a las manos de los grandes hacendados.

Chávez prometió no cometer los mismos errores, pero los venezolanos pobres de las zonas rurales siguieron emigrando a las ciudades. Sin los conocimientos necesarios, muchos campos expropiados producen cada vez menos. Los mercados privados, grandes y pequeños, pierden dinero por los cientos de controles de precios que impuso Chávez en su infructuosa batalla por contener la inflación. El gobierno controla las divisas extranjeras necesarias para comprar pesticidas, fertilizantes, forrajes y maquinarias extranjeros.

Maduro asegura que mantendrá la política de Chávez de dejar en manos del estado el abastecimiento de alimentos a los pobres. El jueves pasado incorporó un nuevo elemento a su campaña, acusando al principal productor privado de productos alimenticios, Alimentos Polar, de sabotear el mercado alimenticio doméstico, aunque no dijo cómo lo hace. "Polar, Polar, Polar. Sigue con tu saboteo a la comida del pueblo", expresó Maduro en un acto en el estado norteño de Carabobo. "Sigue. Polar, Polar, Polar, ni colás ni dejás colar. Está bien, todo en la vida tiene su hora".

Polar emplea 48.000 personas directa e indirectamente en su división de alimentos y genera aproximadamente el 10% de la producción nacional de alimentos, incluidos cereales, salsas, quesos, comidas enlatadas, mermeladas, forrajes y otros productos. En un comunicado inusualmente duro, la empresa dijo el viernes que las palabras de Maduro eran "amenazantes" y basadas "en información incorrecta". Sostuvo que produce al máximo de su capacidad, a pesar de las numerosas restricciones que fija el gobierno.

Polar dijo que el gobierno le debe 140 millones de dólares en concepto de importaciones y "desvía despachos de alimentos que hacemos desde nuestras instalaciones, sin tomar en cuenta la demanda de los consumidores". Puso como ejemplo la harina de maíz, que debe ser enviada casi toda a Caracas.

La firma indicó que cada envío que hace debe ser aprobado de antemano por el gobierno e hizo notar que los precios oficiales de muchos de sus productos no han cambiado desde hace dos años a pesar de una reciente devaluación del bolívar y de una inflación del 23%. Polar asegura que pierde dinero en la venta de algunos productos, incluidos la harina de maíz, arroz, aceite de maíz y pasta.

En un mercado distorsionado y a menudo irracional, los vendedores de Guaicapuro hacen lo que pueden.

La familia de Dexnmit González vende pollos y huevos a un precio que está un 50% por encima del precio oficial. Coloca los precios del gobierno en un cartel volteado, de modo tal que sus clientes no los puedan ver. Si aparece un inspector, rápidamente da vuelta el cartel. "Entre tú y yo, no podemos vender a los precios oficiales", manifestó.

El sábado, muchos clientes ignoraron un estante a medio llenar con pechos de pollo. González mostró unos pechos de pollo saludables. "Esto escasea mucho. No hay nada seguro".

No muy lejos, Rocky Galviz, de 42 años, vende patas de cerdo, cortes de carne y pavo, debajo de un cartel en el que se le pide a la gente que denuncie la manipulación de precios al "Instituto de Defensa del Pueblo que Busca Bienes y Servicios". Galviz admite también que vende su carne brasileña un 50% por encima del precio oficial. El gobierno, en cambio, puede vender su carne importada de Brasil a los precios estatales, se quejó Galviz. "Es una competencia desleal", afirmó.


Ap/D.com