Alboroto en la cumbre

En Estados Unidos siempre hay nuevos empresarios que superan a los nombres establecidos. Esto es algo muy raro en otras partes del mundo.

13 de octubre de 1998

Jerry Yang llegó a San José, California, procedente de Taiwan en noviembre de 1978. Tenía diez años y venía acompañado por su madre y su hermano mayor, Ken.



Su padre murió cuando él tenía dos años, su mamá, una profesora, tuvo que criar sola a los niños. El sabía una sola palabra en inglés: "zapato".



Miremos lo que ocurre dos décadas más tarde. Después de estar a punto de terminar un doctorado en ingeniería eléctrica en Stanford University, Yang, con casi 30 años, es dueño un paquete de acciones en Yahoo! Inc. que ha sido avaluado en US$830 millones. Fundada hace sólo cuatro años por Yang y David Filo, Yahoo! opera el web site más popular del mundo. Antes que las acciones de internet se fueran a pique a finales de agosto, las acciones de Yang en Yahoo! valían más de US$.1000 millones.



Los inmigrantes están ganando en grande, a veces muy en grande, en Estados Unidos. No hay nada nuevo en esto, pues este país siempre ha sido un terreno fértil para la gente que trabaja duro y tiene buenas ideas. Lo que es nuevo es la escala en que los recién llegados a este país se están abriendo paso a empujones a las más altas esferas de la riqueza de Estados Unidos. Además de Jerry Yang, este año la lista de los 400 más ricos de Estados Unidos incluye 21 personas que inmigraron al país y otros 38 cuyos padres son inmigrantes. Eso suma 60 inmigrantes de primera o segunda generación ­15% de los 400­ que entre todos han construido fortunas cercanas a los US$110.000 millones. Entre los primeros 25 de la lista, uno de cada cuatro cabe dentro de esta categoría.



La lista de miembros del club de los 400 no es estable. Cada año hay un revolcón tremendo en ella y los nombres que alguna vez lo dominaban todo, como la familia Cabot de Boston y la Fricks de Pittsburgh, son superados por hombres de negocios, rápidos e ingeniosos, como los inmigrantes Jerry Yang y Jeong Kim, o nativos, como Jeffrey Katzenberg y Pleasant Rowland.



La riqueza es muy fluida en Estados Unidos. De los 400 más ricos de Estados Unidos, sólo 155 estaban en la lista cuando fue publicada por primera vez en 1982. Bill Gates y Craig McCaw ni siquiera estaban en el horizonte para ese entonces. Muchos murieron o perdieron la fortuna en divorcios o se diluyeron en herencias, pero la mayoría simplemente fueron dejados a un lado por los nuevos empresarios que van para arriba.



La lista de los 400 registra cambios importantes frente al año pasado, pues 46 personas salieron de ella: 5 porque murieron; 1 por dejar su ciudadanía y 40 porque sus fortunas cayeron por debajo del punto de corte de US$500 millones. Estas salidas fueron reemplazadas por 9 personas que habían abandonado la lista, pero lograron retornar porque sus fortunas mejoraron, y 37 que ingresaron por primera vez.



Jeong Kim es uno de los nuevos miembros de este año. Después de llegar de Corea del Sur con su familia a los 14 años, Kim ingresó al PhD en ingeniería avanzada de la Universidad de Maryland. En 1992 fundó Yurie Systems, empresa que desarrolló una tecnología que transmite voz, fax y datos por las líneas telefónicas con más rapidez y eficiencia. En abril, Kim, de 38 años, vendió Yurie a Lucent Technologies por US$1.000 millones y se embolsilló US$560 millones. "Tienes que ingresar en un campo relativamente nuevo, en el cual compitas con inteligencia en vez de competir con tecnología madura", dice Kim. "Debes soñar los sueños más inalcanzables".



¿Y los problemas para conseguir capital? "Si tienes una buena idea", dice Kim, "te lanzarán la plata".



Hay bastante dinero para lanzar. De acuerdo con John Taylor, jefe de investigación para la U.S. Venture Capital Association (que agrupa a los financistas que suministran capital de riesgo en Estados Unidos), hay más de US$300.000 millones de capital privado, de sociedades limitadas, disponible para financiar los sueños de los empresarios. Entre tanto, en Europa el capital disponible para este uso es de US$60.000 millones y en Asia, América Latina, Canadá e Israel combinados apenas hay US$40.000 millones. "Estados Unidos es, de lejos, el mercado más desarrollado del mundo en el suministro de capital privado", dice Taylor.



El capital privado da impulso a los innovadores, mientras que las ofertas en el mercado de acciones generan el músculo necesario para crear compañías grandes y hacerse a un puesto entre los superricos del país. Cuando Jerry Yang y David Filo, los dueños de Yahoo!, necesitaron dinero para expandirse en 1996, vendieron el 11% de la empresa en el mercado de valores. Consiguieron US$36 millones. ¿Donde más hubieran podido conseguir este par de jóvenes ­uno de ellos ni siquiera había nacido en Estados Unidos­ esa cantidad de dinero?



Esta dinámica revolucionaria, en la cual los jóvenes empresarios constantemente superan a los herederos de Rockefeller y Vanderbilt, no se ve en ninguna otra parte del mundo. Las economías japonesa y europea son difíciles incluso para que empresarios nativos sean exitosos en gran escala. Para los extranjeros es virtualmente imposible.



Al revisar las últimas listas de Forbes de los multimillonarios del mundo, se puede encontrar sólo a una familia de inmigrantes entre 52 millonarios europeos: Fabio, el fallecido padre de Ernesto Bertarelli (fortuna neta de US$4.000 millones), quien trasladó el negocio de farmacéuticos de la familia de Italia a Suiza. Ciertamente, no hay millonarios argelinos en Francia ni magnates turcos en Alemania.



Algunas veces los empresarios nativos llegan rápidamente a la cima en esos países. Es el caso de Softbank de Masayoshi Son en Japón, MobilCom de Gerhard Schimd en Alemania y Silvio Berlusconi en Italia, pero estos ejemplos son excepcionales. En resumidas cuentas, las fortunas antiguas simplemente no son retadas de la misma forma como ocurre en Estados Unidos.



De los 30 multimillonarios alemanes que hay en la lista de Forbes, más de la mitad hicieron su fortuna con empresas que comenzaron antes de la Segunda Guerra Mundial, y doce de estas compañías fueron fundadas en el siglo XIX o antes. Sólo una fortuna alemana, la de los Schmid, brotó de una compañía nacida en esta década.



En Francia la situación ha llegado a tal punto que cientos de empresarios franceses han emigrado a ­Mon Dieu!­ Inglaterra. Después de la revolución de Margaret Thatcher, los franceses encuentran allí más bajos impuestos, un mercado laboral más flexible y un mercado de capital más democrático, el cual es propicio para crear y hacer crecer sus negocios.



Hay otros puntos donde brilla la luz. En Singapur, Taiwan y Hong Kong, el acceso al capital es relativamente abierto, menos dependiente de la filosofía de "mejor conocido...". No es una casualidad que Hong Kong, a través de los años, haya creado más millonarios que cualquier otra nación asiática a excepción de Japón. Tampoco es una sorpresa que los empresarios taiwaneses últimamente estén floreciendo.



De acuerdo con Domingo Cavallo, columnista de Forbes Global, otros países están aprendiendo del éxito de Estados Unidos al atraer el mejor talento empresarial del mundo. Europa, por ejemplo, está empezando a desarrollar mercados de capital más sofisticados y abiertos. Por su parte, Argentina, Brasil y Chile continúan con la desregulación de su economía.



Pero crear nuevas instituciones toma tiempo. En el futuro predecible, Estados Unidos continuará siendo el lugar de elección para la gente que quiere tener éxito en grande. Los ciudadanos naturalizados en Estados Unidos conforman sólo el 3% de la población, pero son casi un tercio del total de ciudadanos estadounidenses que tienen diplomas en ingeniería avanzada o ciencias de la computación. En otras palabras, podemos esperar muchas fortunas provenientes de nuevas tecnologías en los años venideros. Y que la vieja guardia se mantenga alerta.



© Forbes International, 1998