Habitantes del barrio Petaro, en Caracas, se desplazan a pie a sus trabajos ante el apagón que ha ocasionado desabastacimiento de combustible. Foto: Matías Delacroix-AFP)

Internacional

De la crisis al colapso, así evoluciona la economía en Venezuela

Desde febrero se reanudaron las protestas convocadas por la oposición al régimen de Nicolás Maduro. Con el apagón eléctrico que vive el país desde el pasado jueves, crece la inconformidad entre los venezolanos.

9 de marzo de 2019

El caos en los servicios públicos se convirtió esta semana en el nuevo combustible que reaviva la protesta contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. Como si se tratara de una tormenta, al desabastecimiento de alimentos y medicinas, la escasez de gasolina, el paro de funcionarios públicos y un anunciado paro general de trabajadores de otros sectores, se acaba de sumar el caos en los servicios públicos.

La inconformidad de los ciudadanos crece debido a graves fallas que enfrentan para acceder al agua potable, porque la falta de mantenimiento tiene a varios acueductos fuera de servicio y a esto se sumó un apagón en el sistema eléctrico nacional que comenzó el jueves en la tarde y todavía no tiene solución.

Todo apunta a que se trata de una falla grave que podría haberse originado en El Grui, la principal hidroeléctrica del país, y cuya complejidad no ha permitido una pronta recuperación del sistema energético, afectado por corrupción y desatención al mantenimiento. Maduro, sin embargo, insiste en que se trata de un nuevo ataque imperialista a su gobierno.

En medio de este tenso escenario, este sábado 9 de marzo los venezolanos se aprestan a marchar en todo el país para protestar contra el caos en que está sumida la economía, la salud, la educación y el trabajo en este país, y que está generando la mayor migración registrada a nivel mundial, pues ha llegado a expulsar más de 3,4 millones de venezolanos que buscan mejores oportunidades en otros países.

El presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, ha convocado a una nueva jornada de protestas y esta vez cuenta con el apoyo no solo de sus seguidores y de buena parte de los venezolanos inconformes con el caos que registra el país. En este grupo entró a presionar un número importante de funcionarios públicos, que han dejado de ir a su trabajo en las últimas semanas -se estima que solo está acudiendo 30% de la nómina estatal-, así como también de otros sindicatos que han expresado su malestar contra la situación económica y social del país.

Las demoras en los pagos a los funcionarios públicos y la escasez de gasolina, que ha obligado a muchos trabajadores a ir caminando hasta sus oficinas, está colmando la paciencia de muchos venezolanos.

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El escenario para el presidente Nicolás Maduro es cada vez más oscuro. Aunque el régimen ha logrado aguantar hasta ahora las fuertes presiones de la oposición y de los aliados internacionales que han promovido un cerco financiero para exigirle una salida democrática, todo indica que las nuevas condiciones podrían acelerar su salida.

Hasta hace unos meses Maduro resistía vendiendo activos -oro y petróleo- y contrayendo una enorme cantidad de deuda para conseguir el efectivo requerido para garantizar las importaciones de alimentos y medicinas y mantenerse en el poder comprando apoyos. Pero el gobierno de Maduro ha quedado cada vez más aislado desde que Estados Unidos bloqueó el giro de recursos provenientes de las ventas de petróleo, y amenazó con sanciones para los países que lo apoyen comprando otros de sus activos, particularmente oro y petróleo.

El colapso en los servicios públicos pone una nueva presión sobre el gobierno de Maduro, pues termina enfrentándolo con sus seguidores, que son los más afectados por los problemas de suministro de energía y agua potable.

El apagón ha puesto a prueba la paciencia de los venezolanos pues les genera un mayor problema para situaciones cotidianas como el consumo de alimentos, las jornadas laborales y escolares y especialmente el cuidado de la salud. De hecho, los reportes más preocupantes hablan de muertes de pacientes en algunos hospitales de Venezuela a causa de la falla de energía, que impedía el uso de respiradores y otros equipos médicos fundamentales para la atención de pacientes en delicado estado de salud.

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Aunque el gobierno puso en marcha un plan de contingencia para solucionar la falla eléctrica, en la noche del viernes todavía no se había restablecido totalmente el servicio y persistían problemas en la señal de internet.

Si bien es cierto que Venezuela no es el único país que ha sufrido un apagón por alguna falla en su sistema eléctrico -especialmente en un año con fenómeno de El Niño, caracterizado por la baja en el régimen de lluvias- la demora en identificar el origen del problema y por consiguiente en ponerle fin, está generando malestar e incertidumbre entre la población.

A estas alturas, la demora para darle una solución definitiva a este evento confirma la incapacidad del gobierno de Nicolás Maduro para manejar uno de los sectores estratégicos de un país. Hasta la mañana del sábado 9 de marzo, el gobierno no había podido identificar el origen de la falla y todavía permanecía a oscuras una parte importante de la población.

El apagón, se han convertido en el nuevo combustible que reaviva la protesta contra el gobierno. Y no falta quien vaticine que podría llevar a un colapso económico y social mayor, que termine sellando el futuro del régimen.