Las protestas enmarcaron en 2012 griego

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2012, el año en que Grecia conmocionó a la eurozona

Dos elecciones legislativas, tres gobiernos, cinco huelgas generales y una crisis que no parece tener fin hicieron que Grecia conmocionase a la Eurozona en 2012.

19 de diciembre de 2012

El que termina es un año en el que el malestar social y la pobreza cristalizaron en un aumento de los suicidios y de un violento partido neonazi.

Grecia inició 2012 dirigida por el tecnócrata Lukás Papadimos, sostenido por una difícil cohabitación de socialdemócratas, conservadores y ultranacionalistas y dos grandes objetivos: lograr una quita de 100.000 millones de euros y un segundo plan de rescate con la UE y el FMI por valor de 130.000 millones.

La rabia popular tras cinco años de recesión y recortes se hizo patente el 12 de febrero, cuando la manifestación contra nuevas medidas de austeridad desembocó en violentos disturbios en los que ardieron medio centenar de edificios.

Semanas después, el suicidio del jubilado Dimitris Jristulas se convirtió en el símbolo de la desesperación de un país en el que los suicidios han aumentando un 37 % desde que empezó la crisis.

A pesar de la opinión contraria de sus socios y de las instituciones europeas, el líder de la conservadora Nueva Democracia (ND), Andonis Samarás, forzó la convocatoria de elecciones anticipadas ante la ventaja que le auguraban los sondeos.

El resultado fue otro: el sistema de alternancia bipartidista que había regido Grecia desde 1974 se vino abajo: si en 2009 el socialdemócrata Pasok y ND tenían el 77 % de los votos, en las elecciones de mayo sólo cosecharon el 32 %.

Syriza, un partido de izquierdas contrario a la austeridad, cuadruplicó su respaldo y con el 16,76 % de los sufragios se erigió como segunda fuerza política del país.

La pírrica victoria de ND, el hundimiento de los socialdemócratas, la negativa de Syriza a participar en un Gobierno que continuara los recortes y la división general entre los partidos obligó a convocar nuevos comicios para un mes más tarde.

Para alivio de las autoridades europeas, que apoyaron sin reservas a Samarás y vincularon una victoria de Syriza con la salida del euro, las nuevas elecciones fueron ganadas por los conservadores, que pactaron un Ejecutivo con el Pasok y los centroizquierdistas de Dimar.

Otra consecuencia de las elecciones fue la consolidación, con el 7% de los votos, de Amanecer Dorado, un violento partido neonazi que centra su programa en la expulsión de los inmigrantes y con militantes y altos cargos implicados en palizas a extranjeros.

Una vez en el Gobierno, Samarás no sólo fue incapaz de renegociar las medidas de austeridad, como había prometido antes de las elecciones, sino que la UE y el Fondo Monetario Internacional le exigieron aumentarlas, bajo constantes amenazas y rumores de una salida de Grecia del euro.

En Grecia, acostumbrada a Ejecutivos de mayorías monocolor, la coalición no terminaba de funcionar y el acuerdo sobre las nuevas medidas de austeridad se postergó durante meses.

Finalmente, en noviembre, el Parlamento las aprobó por un estrecho margen, mientras que en la calle decenas de miles de griegos clamaban contra la austeridad.

La ira popular era entendible dado que el desempleo ha crecido del 9 al 25,4% en tres años y numerosos negocios han cerrado, sin que los programas de ajuste hayan servido para ver la luz del final de la crisis.

Las negociaciones del Gobierno griego han conseguido arrancarle a la UE y al FMI una extensión del plazo para reducir el déficit y la deuda hasta niveles aceptables, pero todas las previsiones indican que los griegos seguirán sufriendo el próximo año. EFE