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Regresar a nuestros ancestros, por Andrea Mejía. | Foto: Guillermo Torres

ANÁLISIS

Regresar a nuestros ancestros

Antes de la pandemia, el Comité Consultivo Internacional del Algodón anunció una disminución en las existencias mundiales de algodón, en parte, consecuencia de la crisis climática y la cada vez más escasa disponibilidad de agua para los cultivos.

Andrea Mejía Fajardo*
17 de julio de 2020

Se tienen evidencias de que en la Sierra Nevada de Santa Marta hubo cultivos de algodón hace más de 1.500 años. Es probable una presencia inclusive más antigua, pues se tienen registros en la zona de los Andes de Perú y Ecuador que datan de hace 3000 años.

El siglo pasado Colombia vio una oportunidad en la siembra de algodón, y, en 1977 logró el pico con 17.069 cultivadores y 160.287 kilos de fibra. Muy diferente al 2019, cuando Conalgodón registró solo 805 cultivadores y 16.898 kilos de fibra.

A este decrecimiento se suma un deplorable rendimiento productivo y el ingreso de China al mercado internacional del algodón en el 2000. Esto evidenció la falta de eficiencia y tecnología agraria nacional, que, sumado a los subsidios de otros países, restó competitividad al algodón colombiano.

Ricardo Mejia, consultor en Gobierno Corporativo, enfatiza la necesidad de controlar los subsidios, un reto mundial para un mercado agrícola transparente, técnico, innovador y competitivo. Para algunos expertos, los subsidios son un freno en términos de tecnificación y productividad en el agro en los países en desarrollo

Algodón: oportunidad de agro y paz

Antes de la pandemia, el Comité Consultivo Internacional del Algodón anunció una disminución en las existencias mundiales de algodón, en parte, consecuencia de la crisis climática y la cada vez más escasa disponibilidad de agua para los cultivos.

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Andrés Berdugo, presidente de Coltejer, comentó que gremios como Conalgodon y Diagonal han enfocado sus esfuerzos en cómo mejorar la capacidad productiva, suplir la demanda nacional, ofrecer mejores precios y crear un ecosistema entre productores, agremiaciones y comercializadores. Pero las dinámicas de cultivo y producción deben responder a las exigencias del mercado: fibras y textiles sostenibles.

La coyuntura política, social y económica exige además acciones concretas y eficientes frente a las posibilidades agrícolas y una opción es la siembra sostenible de algodón. También es una oportunidad para la sustitución de cultivos ilícitos. El Gobierno ha mapeado zonas de conflicto con registros de cultivos de algodón en el pasado y en el presente año, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural anunció una inversión por $3.250 millones para incentivar su comercialización y siembra.

Esto requiere acciones en alianza con gobiernos locales y campesinos para implementar una siembra sostenible, mayor tecnificación y formación, facilitar su cultivo en grandes extensiones de tierra, considerar la agricultura circular y certificaciones internacionales como Better Cotton Initiative, algo en lo que la Andi, con el apoyo de Procolombia, está trabajando. Lillyana Mejia, consultora en sostenibilidad, opina que estos cultivos requieren además políticas de Estado sistemáticas y comprometidas para solucionar problemas sociales y de violencia presentes en el territorio.

Con esto en mente y el interés de fomentar el crecimiento y la productividad nacional, Coltejer ha priorizado la compra de algodón 100% colombiano, facilitando la trazabilidad, uno de los grandes retos de la industria, que tiene la responsabilidad de suministrar información transparente. Una empresa que pueda trazar toda la cadena productiva, el uso de materias primas sostenibles y garantizar óptimas condiciones laborales y ambientales, entraría en un nicho de demanda en crecimiento.

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Algodón orgánico

La fundación ProSierra diseña y ejecuta proyectos ambientales, sociales, científicos y tecnológicos con el objetivo de proteger y preservar el patrimonio ambiental y cultura de la Sierra Nevada de Santa Marta. La fundación está al frente de la primera cosecha exitosa de algodón orgánico 100% colombiano. Lograrlo fue una carrera de obstáculos.

Existe un limitado acceso a semillas de algodón orgánico obstaculizado por una comercialización compleja con extensos y costosos trámites y permisos para importar semillas. Luego de una búsqueda exhaustiva, Santiago Giraldo, director de ProSierra, identificó en la zona plantas de algodón nativo de fibra larga y excelente calidad. El resultado fue la recolección de 1.230 kilos de algodón orgánico.

Su segundo desafío fue encontrar una hilandería en Colombia con las características de hilar este algodón. Colhilados, empresa que cumple con todos los requerimientos, aceptó el reto.

Para Giraldo, el éxito de este piloto se da, en parte, gracias al análisis previo de las propiedades territoriales adecuadas para la siembra de algodón orgánico brindadas en la zona. Esto representa una nueva oportunidad para la siembra a gran escala y suplir la demanda nacional a futuro.

Cáñamo

Los textiles a base de cáñamo han tomado cada vez más relevancia en el sector moda. Esta planta, de la familia del cannabis, a diferencia del algodón no necesita pesticidas ni fertilizantes, es cosechada cada tres meses, cultivarla requiere menos de 2/3 partes del agua e hilar un metro de tela necesita solo la mitad de la cantidad comparado con el algodón, demandando una menor extensión de tierra para suplir las necesidades del mercado. El cáñamo nutre y limpia los suelos, siendo recomendable para recuperar o fortalecer el terreno para futuras siembras, como lo expone Carolina Yacelga, fundadora de Cannatex.

Colombia posee las propiedades biológicas necesarias para el cultivo de cáñamo, pero obtener la Licencia de Cannabis no Sicoactivo por parte del Ministerio de Justicia es complejo y lento. Yacelga explica que esto se podría facilitar si el Gobierno e industriales entendieran el potencial textil del cáñamo y las oportunidades agrícolas.

Un futuro agrícola sostenible

Solo el 1% de la producción mundial de algodón es orgánica, mientras la demanda continua en crecimiento. Cultivar de forma orgánica implica cambios estructurales en la siembra, en el control de plagas y en la cultura campesina.

También requiere una cadena productiva con características especiales: los cultivadores, el transporte, desmotadoras, hilanderías y manufactura deben estar preparadas para ajustar sus modelos a los requerimientos de una certificación orgánica.

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Colombia es conocido en la industria de la moda gracias a diseñadores y marcas comercializadas en el exterior, empresas manufactureras de marcas internacionales y al trabajo de Inexmoda, entre otros. Pero también tiene todo lo necesario para ser productor de algodón y otras fibras con fines textiles de forma sostenible. Esto requerirá del trabajo coordinado entre agricultores, Gobierno, gremios y sector privado para juntos ofrecer materias primas con alto valor agregado: una fibra sostenible heredada de nuestros ancestros.

* Diseñadora, periodista y Mg. Ciencia Política. 

* Este texto hace parte de la tesis Políticas para un desarrollo sostenible del Sistema Moda en Colombia: oportunidades en la cadena de valor – Universidad de los Andes.