Home

Empresas

Artículo

GAP viene a competir con una fuerte industria colombiana de confección, pero dice que su meta es revolucionar el mercado

Negocios

Otro golpe a Sanandresito

La apertura de la primera tienda GAP del país no solo representa el ingreso de un nuevo jugador al competido mercado nacional de ropa, que factura $11.000 millones anuales, sino también a la piratería de marcas importadas.

4 de octubre de 2012

Antes por no estar en Colombia, este tipo de prendas solo se conseguían viajando al exterior o en los Sanandrecitos. Esa es la visión que tiene el panameño Paul Levy, representante de Superior Brands Holdings, firma que adquirió la franquicia de GAP para Centroamérica, Colombia, Ecuador y Venezuela y que tiene experiencia en el país, pues también trajo la franquicia de Converse y ya sabe lo que es luchar contra la piratería. “La falsificación es un flagelo que combatimos de la mano de las autoridades, pero la gente va a aprendiendo a conocer los productos de calidad”, aclara.

La primera tienda GAP está en un local de 1.100 metros cuadrados en el centro comercial Titán y tuvo un costo de US$2 millones. La siguiente se abrirá en el Tesoro de Medellín y luego se tiene prevista una apertura en Bucaramanga. El plan es llegar a 19 tiendas en tres años y no solo de la marca GAP, sino también de Banana Republic y OldNavy, que pertenecen a la misma casa matriz.

Además de la competencia de los Sanandrecitos, Levy admite que con GAP viene a competir con una fuerte industria colombiana de confección, pero dice que su meta es revolucionar el mercado, pues mientras en otros países en los centros comerciales la mayoría de almacenes son de marcas internacionales, acá solo con la excepción de Titán, el 80% de los locales los tiene los confeccionistas colombianos.

Otro tema que buscan cambiar en GAP es el alto precio de la finca raíz, pues admiten que en los centros comerciales más posicionados los precios están por las nubes y eso dificulta llegar con nuevas tiendas. “No es posible que en Unicentro cobren el metro cuadrado como si estuviera en los Campos Elíseos o en la Quinta Avenida”, dice una de las nuevas ejecutivas de GAP en el país, aunque admite que están buscando un local en la zona de la calle 82 en Bogotá.

Por el tema arancelario (se paga 15% por traer ropa importada) y los altos costos de mover mercancía desde el puerto de Barranquilla hasta Bogotá, la ropa de GAP no tiene los mismos precios que en Estados Unidos, pero Levy dijo que están dispuestos a ajustarse a las necesidades del mercado, aunque insistió que su producto es de calidad y por eso cuesta.