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Mirando atrás, a los días previos a encontrarse con Yo! Sushi y su enorme combate contra la depresión, dijo: "Tenía 40 años y realmente pensé que nunca me iba a recuperar. Realmente pensé que me iba a convertir en un anciano amargado".

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El imperio del sushi

Simon Woodroffe sentía que su espíritu se derrumbaba justo antes de fundar la famosa cadena de restaurantes británica Yo! Sushi y convertirse en un exitoso empresario.

Alianza BBC
29 de junio de 2014

Pero los instantes previos a esa decisión le desbordaban los problemas: a los 40 años, Wooddroffe no tenía empleo, y estaba divorciándose de su esposa, mientras lidiaba con una depresión que lo tenía de rodillas frente a la vida.

"Había tocado fondo. Realmente tuve que luchar para salir de eso", le dijo Woodroffe a la BBC.

Pero esa crisis fue la clave de su éxito.

"Esa fue mi fuente de supervivencia. Cuando la gente me pregunta ‘¿Qué te inspiró fundar Yo! Sushi?’ yo les respondo ‘la desesperación’", señaló.

Era a principios de la década de 1990. Woodroffe pasaba sus días en la sala de su casa en Londres, rumiando su tristeza y sin dinero.

Durante años había trabajado en la industria de la televisión y la música, pero no había podido ahorrar lo suficiente para vivir como desempleado.

Tampoco quería volver a su antiguo trabajo. Quería empezar –y tenía la esperanza- de iniciar un negocio nuevo.

Fue por esos días cuando un buen amigo japonés lo convenció de iniciar un negocio, novedoso en Reino Unido y que era una sensación en oriente: un restaurante de sushi con el sistema de cintas transportadora.

Así nació Yo! Sushi, una marca que ya tiene más de 70 locales no sólo en Reino Unido, sino también en Europa y Medio Oriente. Rapidamente, Woodroffe se convirtió en multimillonario y logró superar su desolación.

Los años difíciles

Woodroffe abandonó la escuela y se trasladó a Londres a finales de los años 70, donde encontró trabajo como ayudante en un teatro local.

Más adelante, con la experiencia adquirida en el montaje de obras teatrales, se convirtió en un diseñador de escenarios para rockeros como Rod Stewart y Jethro Tull.

"Era increíble" recordó. "Viajé alrededor de Estados Unidos con estas bandas, alojándome en hoteles de lujo. No podía creer mi suerte".

Pero el punto final llegó en 1985, con el legendario concierto de Live Aid en Wembley. Él fue el encargado de la decoración de la tarima.

Lo que era el punto máximo para muchos en la industria del rock, para él significó el inicio de un período difícil: su depresión.

Según Woodroffe, el evento en Wembley le hizo comprender que el negocio de la música estaba "en manos de los contadores", y de repente se sintió fuera de lugar.

Entonces disolvió la sociedad que tenía, y renunció. Allí comenzó su pelea contra la depresión. Caminando un año "en el desierto".

Durante un par de años trabajó para la industria de la televisión. Primero vendiendo los derechos de los conciertos de rock, y después realizando programas sobre deportes extremos.

En pleno primer resurgimiento, su esposa le pidió el divorcio. Fue allí, en medio de la sala de su casa y sin dinero, donde lo encontró la idea de Yo! Sushi.

Experiencia de lujo

Investigando sobre los restaurantes de sushi con cintas que transportan la comida, Woodroffe encontró que había cerca de 2.500 locales en Japón, y que el fenómeno había comenzado en los años 70.

Lo peor no fue eso: también descubrió que ya existía un local con este sistema en Londres.

Pero, más allá de la sorpresa, se dio cuenta que debía orientar sus restaurantes como una "experiencia de lujo" para las clases altas de Londres.

Entonces logró un préstamo del gobierno de Reino Unido cercano a los US$300.000 para darle el empujón inicial al negocio.

De ese modo logró inaugurar su primer local en el cosmopolita distrito del Soho londinense en 1997.

Pero no llegaban los clientes.

"La primera semana nadie entró. La segunda semana, no mejoró mucho", recordó Woodroffe.

"Pero el segundo sábado, sin ninguna razón, teníamos una fila que le daba la vuelta a la manzana. Y la seguimos teniendo durante los siguientes dos años. Era como una especie de récord mundial".

Para Woodroffe, mirando hacia atrás, el vacío de los primeros días se debía a que la gente no quería entrar a un lugar así. "Simplemente se quedaban parados frente a la vitrina observando la cinta dar vueltas por el restaurante", dijo.

Después que entró el primer cliente, fue como un video viral en internet: boca a boca.

"Si la gente no hubiera entrado, si se hubiera quedado fuera, lo habría perdido todo. Pero fue un alivio increíble que el negocio funcionara. Un año después tenía un millón de dólares en el banco", anotó.
Controlando todo

Dos años después de iniciar su primer local en Soho, abrieron dos locales más en las tiendas de departamentos Harvey Nichols y Selfridges, y fueron igualmente exitosos.

Pero el éxito es un camino pedregoso. Cuando inauguró los siguientes locales, las cosas no fueron iguales.

"Pensamos que cualquier local que abriéramos iba a ser un fenómeno. Y no fue así", dijo Woodroffe.

Para estabilizar su negocio, llamó a Robin Roland-desde entonces es presidente ejecutivo-, quien se encargó de expandir la marca Yo! Sushi por Reino Unido y varios países del mundo.

"Yo era un maniático del control. Pero me di cuenta que tenía que delegar si queríamos ser exitosos", dijo.

En 2008, Woodroffe vendió su participación en Yo! Sushi, pero todavía recibe un canon anual del 1% sobre las ventas totales.

Y decidió aprovechar la buena suerte que le había dado el nombre del restaurante para iniciar otros negocios: la cadena hotelera Yotel, y la constructora Yo! Home.

Además se convirtió en un mecenas de los nuevos emprendimientos, y actualmente está involucrado en un negocio apoyado por la marca alemana Volkswagen.

Mirando atrás, a los días previos a encontrarse con Yo! Sushi y su enorme combate contra la depresión, dijo: "Tenía 40 años y realmente pensé que nunca me iba a recuperar. Realmente pensé que me iba a convertir en un anciano amargado".

Y concluyó: "Realmente estoy orgulloso de lo que he logrado. No estaba seguro de que lo fuera a lograr, pero lo hice, conseguí escapar del abismo".