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Si bien el Gobierno Nacional ha dispuesto medidas para ayudar al sector cultural, estas no han sido suficientes para mitigar el impacto de cerrar sus puertas. | Foto: Ana Vallejo

CULTURA

El futuro de la economía naranja en medio de la pandemia

Con la llegada del coronavirus, el sector cultural es uno de los más afectados. Pese a que la economía naranja es una de las banderas del Gobierno, su futuro es incierto.

21 de mayo de 2020

Cuando el coronavirus llegó y trajo consigo la cuarentena, que al cierre de esta edición completaba más de 50 días, el Gobierno empezó a destinar recursos para apoyar, además de la salud, a los sectores más golpeados. Personas vulnerables, el tejido empresarial y los trabajadores formales fueron los primeros beneficiarios.

Sin embargo, en ese grupo de favorecidos no estaban teatros, cines, librerías y otras empresas de la llamada economía naranja, que se sintieron empoderados durante los primeros meses del gobierno Duque, pero que ahora con sus puertas cerradas no han recibido suficientes respuestas a sus pedidos de ayuda.

Para sobrevivir, algunas de estas empresas tuvieron que buscar estrategias como el crowdfunding. La Cámara Colombiana del Libro creó la campaña Adopta una librería para ayudar a financiar la nómina de 47 de las librerías más representativas del país que estaban en riesgo de desaparecer.

Los teatros vivieron una situación similar con el cierre de sus salas, que frenó en seco su flujo de caja. El Teatro Petra ha sido uno de los afectados. Desde el 14 de marzo no tiene funciones y con gran esfuerzo han mantenido una nómina de 27 trabajadores. El cierre ocasionó que sus ingresos cayeran en 90%, y el 10% restante lo han mantenido con otras fuentes. Pidieron un préstamo por $215 millones y les aprobaron $50 millones, una cifra que les dará para terminar el mes de mayo.

Así como el Teatro Petra hay otros 300 teatros de auditorio que están parados.

Los cines independientes que proyectan película de autor y colombianas también se han visto afectados. Uno de estos es Cine Tonalá, que se tambalea por el cierre y no ha podido acceder a ninguna ayuda del Estado ni a un préstamo, y aunque se ha reinventado para seguir funcionando, sus ingresos son apenas 25% de lo habitual. A ese ritmo no resistirá más de un mes.

En el país son cerca de 1.200 salas de cine que están cerradas, como Cine Tonalá.

Claudia Triana, directora de ProImágenes, explica que a esta industria le tomará entre uno y dos años recuperarse del impacto de la pandemia.

De acuerdo con ella, las medidas nunca serán suficientes para cubrir todas las necesidades; por eso, es importante prepararse para la recuperación y reinventarse en el entretiempo.

Esto, por supuesto, genera un impacto en toda la cadena: productoras, técnicos, artistas, actores y guionistas, quienes también han visto afectados sus ingresos.

Todos ellos tienen algo en común: hacen parte de la economía naranja y la cuarentena los dejó en cuidados intensivos.

Algunos han levantado su voz pidiendo un salvavidas del Gobierno, el cual ha lanzado una serie de ayudas, pero en el sector las consideran insuficientes. A su vez, se han enfrentado a negativas por parte de entidades financieras y aún no tienen un puesto en la lista de prioridades del Ejecutivo.

Las empresas del sector han tomado medidas para no recurrir a los despidos. 

Las peticiones

La cultura, coinciden todos, no es accesoria y jalona la economía local. Según cifras del Dane de 2018, esta industria tiene un peso de 3,2% del Valor Agregado Nacional.

De acuerdo con el represente a la Cámara por el Partido Verde, Mauricio Toro, las medidas que ha tomado el Gobierno son “débiles y pobres” para responder a las necesidades sectoriales. “Su situación es muy similar a la de las Pymes, pero el sector cultural es más vulnerable”, explica. Dentro de las razones que expone el congresista está el hecho de que no son sujetos de crédito, pues los bancos no están financiando a las empresas riesgosas, que hoy son aquellas que tardarán más en abrir.

Las propuestas del representante para solventar el problema de esta industria consisten en suspender sus responsabilidades tributarias durante el resto del año; garantizar la permanencia de sus empleados en el sistema de seguridad social, aunque no puedan pagar algunos meses; subsidiar la nómina durante 3 meses en al menos 80% y dar créditos blandos, amortizables con una garantía del Gobierno cercana a 100%.

Estas propuestas no son ajenas al hecho de que en este sector hay mucha informalidad y trabajadores ocasionales. Esto demuestra una problemática más de fondo que tendrá que trabajarse en el largo plazo.

Fabio Rubiano, fundador del Teatro Petra, explica que el problema reside en que normalmente hay poca inversión en este sector y por tanto hay muchos huecos históricos que tapar.

En este momento, lo que les preocupa es su sustento para pagar nómina y tener una fecha para su futura reapertura, lo que requerirá inversión o apoyo.

Las respuestas

Al respecto, el viceministro de creatividad y economía naranja, Felipe Buitrago, explica que se han habilitado, reorientado o destinado recursos frescos por más de $260.000 millones para apoyar a este sector.

Dentro de las medidas que se han tomado, está el apoyo para la seguridad social de 3.000 artistas y gestores culturales adultos mayores, para lo cual se destinaron $80.000 millones. De la misma forma, $30.000 millones irán para artistas vulnerables y $40.000 millones para apoyar a los artistas en actividades de creación, formación virtual, producción y circulación digital de contenidos culturales durante los próximos 18 meses.

Así mismo, se han brindado becas y estímulos para apoyar a artistas, gestores, creadores y grupos culturales por $30.000 millones. Y para garantizar flujo de caja, el Viceministro afirma que por medio de Bancóldex se han entregado créditos blandos.

Pese a lo anterior, Toro insiste en que las ayudas del Gobierno "no han sido audaces. Son medidas tradicionales como si no estuviéramos en una situación extraordinaria".

Aunque el esfuerzo gubernamental para ayudar al sector es evidente, es factible que las medidas no se adapten a las necesidades de un sector que esperaba verse más protegido, por ser una de las banderas del Gobierno. Esto tal vez explica el sentimiento de insatisfacción del sector.

Su mayor temor es que, una vez los emprendimientos culturales bajen el telón, no lo puedan volver a subir.