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EMPRENDIMIENTO

Con una inversión de $25 millones se puede emprender en el negocio de los tatuajes

Desde $25 millones se puede emprender en el negocio de los tatuajes y las modificaciones corporales en Colombia, país en donde existen más de 1.000 personas ejerciendo esta actividad de manera empírica o profesional.

22 de noviembre de 2017

Debido a la informalidad que afronta el sector, así como a la necesidad de fomentar las buenas prácticas y conocer quién está detrás del negocio nació la primera Asociación de Tatuadores de Colombia.

 El objetivo es convertirse en un organismo que vele por la regulación de las tarifas y la certificación de los artistas, dado el gran volumen de informalidad que hay en ese mercado.

Aunque una de las grandes misiones de la Asociación de Tatuadores de Colombia es realizar un censo del sector, puesto que es muy poco lo que se conoce aún con respecto al negocio.

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Uno de los grandes problemas sigue siendo la visión que se tiene sobre la actividad, la cual paradójicamente es considerada ‘tabú’ incluso para varios de sus representantes. 

Es por ello que la mayoría de artistas le temen a compartir desde sus historias de vida hasta los principales números de su negocio como facturación o número de clientes atendidos por mes.

Lo que se sabe del negocio, según información compartida por la propia Asociación de Tatuadores de Colombia a Dinero, es que el tatuaje moderno llegó en los años 80 de la mano de “Leo Ríos”, un artista que tenía su estudio en la Ciudad de Cali.

En Bogotá comenzó gracias “Danny Tattoo”, un belga que introdujo la práctica hasta volverse popular en el país a comienzos de los 90.

Ese fue el comienzo de la expansión de este negocio a nivel nacional, un país en el que esta cultura ‘underground’ tuvo que sortear un sinnúmero de desafíos para poder posicionarse y ganar respeto.

Varios de los pioneros hoy se han juntado para formar esta asociación, cuyos cálculos dan cuenta que en la actualidad hay más de 300 tatuadores activos en Bogotá.

Mientras que a nivel nacional se estima que hay de más de 1.000 tatuadores ejerciendo esta actividad, siendo Bogotá, Medellín, Cali y Pereira las ciudades más activas.

“Hasta ahora el tatuaje es una práctica que se hereda de maestro a alumno, de mutuo acuerdo. Una persona que ingresa al mundo del tatuaje es generalmente alguien que, empírica o académicamente, ha adquirido conocimientos y habilidades en ilustración”, explicó a Dinero el presidente de la Asociación de Tatuadores de Colombia, Alejandro Páez.

Para iniciar en este negocio es necesario tener las máquinas profesionales y sobre todo talento. Adicionalmente, hay que obtener certificaciones en bioseguridad y primeros auxilios.

También instruirse en microbiología de patógenos y hacer prácticas previas en superficies no humanas para que el nuevo tatuador no se convierta en un riesgo. 

Los expertos dicen que “no hay una universidad o academia que enseñe a tatuar”.

Es conocido que una gran parte de los jóvenes que se dedican a esta actividad y que tuvieron la oportunidad de ir a la universidad son diseñadores gráficos o artistas profesionales.

Sin embargo, como se ha dicho, en este negocio abunda la informalidad y por ello el camino para llegar a tener un estudio propio no es fácil.

Algunos tatuadores tienen que trabajar extensas jornadas para terceros a cambio de un porcentaje del valor total de su trabajo. 

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Ese monto se acuerda a conveniencia y en muchos casos es variable, pues justamente uno de los problemas de la actividad es que no se ha definido una tabla de precios (ni para trabajadores ni para clientes).

Esta situación se presta para irregularidades tanto en la definición de las ganancias de los tatuadores y obviamente en el precio final que pagan los usuarios. 

Sin embargo, en la mayoría de los estudios profesionales se está trabajando para profesionalizar cada uno de los procesos y evitar este tipo de irregularidades.

Se estima que un estudio con instalaciones profesionales cuesta alrededor de $25.000.000 en adelante. Hay tiendas que se han esmerado en hacer importantes inversiones en ubicación, decoración de los espacios y últimamente en mercadeo.

Un estudio como mínimo debe estar inscrito en la Cámara de Comercio, y a su vez aprobado por la Secretaría de Salud, la cual verifica y regula que las instalaciones cumplan los requisitos mínimos para poder operar.

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Alejandro Páez asegura que a pesar de ello no existe una institución que regule o vigile la formación o buenas prácticas del artista, algo que también esperan lograr hacer desde la asociación.

“Hoy en día si hay problemas por un mal trabajo, queriendo decir esto que hubo alguna mala práctica que atentó contra la salud de un cliente, o hubo mala fe por parte de un artista que realizó una pieza distinta a lo solicitado por el cliente, la primera instancia es radicar la respectiva denuncia en la policía”, asegura.

Según lo explicaron expertos a Dinero, estas empresas se clasifican en un código que se llama CIUU, el cual engloba varias actividades económicas en un único sistema.

Debido a esta situación es difícil su caracterización.

El precio que cobra cada estudio, o en general cada tatuador, tiene variables tan diversas como la reputación del artista, la infraestructura que este tenga para operar, y el tipo de trabajo que quiera el cliente.

En Colombia hay tatuajes desde $50.000 en adelante. Un tatuador profesional generalmente cobra por hora, o por sesión. Un tatuaje pequeño con un tatuador reconocido puede costar entre $150.000 y $200.000.

Un gran parte de la materia prima y los equipos se importan desde Estados Unidos y Europa. Bishop, Cheyenne, Art Driver, Work Horse Iron o Lucky Supply son marcas preferidas por los tatuadores nacionales.

Aunque en Colombia hay un nicho creciente de marcas que le apuestan a casi todo lo relacionado con la realización de tatuajes.

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Marcas como Classic Tattoo, Tattoo Concept, Dante Infernus, Protón, Llili Pink, Radiant Colors tienen portafolios de productos que van desde espumas, esténcil y plásticos, hasta tintas.

“Colombia es un destino que se ha ido posicionando en la industria, más para tatuadores, que para personas que vienen al país a tatuarse”, dice Alejandro Paéz.

El tatuador con más de dos décadas de experiencia es el organizador de la Convención Internacional de Tatuadores, que se realizó en Bogotá del 10 al 12 de noviembre con la participación de artistas internacionales.

 Foto: Yoichi Tanaka, conocido como ‘Hori Yo’,  maestro de la técnica ‘tebori’.

El evento reunió a cerca de 200 artistas tatuadores de Colombia, México, Ecuador, Venezuela, Bolivia, Argentina, Portugal y Japón, encabezados por el maestro de la técnica ‘tebori’, Yoichi Tanaka, conocido como ‘Hori Yo’.

Dicha convención empezó como una idea de reunir a los mejores tatuadores del país en un único lugar y hoy es una plataforma de internacionalización para artistas colombianos y de la región.

Historias de tinta

Blue Art Studio es un estudio de tatuajes fundado por el emprendedor Alejandro Holguín Herrera en 2010. Esta firma con sede en Medellín factura 240 millones aproximadamente anuales (netos sin deducir gastos).

¿Por qué decidió emprender?

En el año 2009 estaba estudiando Arquitectura en la Universidad de San Buenaventura en Medellín. Finalizando el año mi familia entró en crisis económica, lo que me obligo a buscar en el arte una forma de pagar mi semestre académico.

En el presente año estaba vendiendo retratos, dibujos de vecinos y familiares a un precio muy económico, lo que me enfocó en realizar dichas obras sobre la piel. Siempre quise hacer retratos y realismo en los tatuajes que realizaba, lo que me llevo a perfeccionar mi técnica para lograr mi objetivo deseado

En el 2010 cree mi empresa Blue Art Studio como excusa para tener un espacio adecuado donde pudiera ejercer mis tatuajes sin ninguna incomodidad. Aquí nos visitan celebridades nacionales e internacionales, participamos en convenciones importantes en el mundo y contamos con un servicio único en el área Metropolitana.

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