Sobre extender la duración de estos o establecerlos como permanentes puede conllevar a que en el mediano y largo plazo los incentivos se vuelvan negativos.

Economía

¿Realmente benefician los subsidios a la economía?

Aunque pueden ser poderosas herramientas para incentivar a determinados sectores en el corto plazo, extenderlos más de lo debido conllevaría un retraso en la competitividad y la producción.

8 de septiembre de 2015

El subsidio, que según la Real Academia Española (RAE), es “una prestación pública asistencial de carácter económico y de duración determinada”, también es quizás una de las herramientas gubernamentales más utilizadas por los estados, especialmente los latinoamericanos en los últimos años.

El objetivo de esta ayuda económica es variado. Puede ir desde servir como estímulo para el consumo, como cuando el distrito subsidiaba la tarifa valle de Transmilenio en Bogotá para incentivar el uso del sistema integrado; o puede también cubrir ciertos costos de producción de determinados bienes o servicios para hacerlos más competitivos.

La otra cara de los subsidios

Sin embargo, también es propio del subsidio actuar por un periodo determinado de tiempo. Sobre extender la duración de estos o establecerlos como permanentes puede conllevar a que en el mediano y largo plazo los incentivos se vuelvan negativos y estos se profundicen en periodos de crisis económica.

Un informe presentado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2013 estableció que los efectos adversos de los subsidios pueden traer grandes consecuencias para la inversión privada y paradójicamente afectar también al consumidor final.

Según el FMI, además de consumir los ingresos recaudados por el gobierno (política especialmente complicada cuando hay periodos de austeridad) para desviarlos a sectores que no son productivos, pueden llevar a un aumento excedido del consumo.

También “deprimen la inversión privada” ya que en el largo plazo los productores no ven la necesidad de invertir en mejorar su línea de producción por estar atados a una ayuda sustancial. Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) esto se argumenta desde el punto de vista de diversas corrientes de la psicología o la sociología que afirman que el asistencialismo estimula la improductividad e invita a no participar en los procesos productivos e innovadores.

Para estos dos organismos multilaterales, el papel de los subsidios debe ser temporal dando ciertas “ventajas artificiales” a los sectores que lo necesitan mientras se equiparan a sus competidores. Una vez retirado el apoyo, aunque los precios de los productos puedan ser mayores los beneficios de la productividad y la competitividad a futuro compensaría esto con mayores ingresos para la población.

Subsidios vs inversión

Un ejemplo puede mostrar las ventajas de gestionar correctamente los subsidios lo que resulta en estimular la inversión privada.

El año pasado en Indonesia, el presidente electo Joko Widodo decidió cortar los subsidios a los combustibles públicos lo que resulto en un aumento del 30% en los precios del gas en ese país. Aunque en primera instancia fue polémica su decisión, lo que siguió en la nación del Pacifico fue un mercado de valores en aumento y una moneda estabilizada.

Pero, ¿cómo se logró todo esto? La codirectora del Brookings Metropolitan Policy Program, Amy Liu, explica que aunque los subsidios dieron a Indonesia uno de los combustibles más baratos de la región, permitiendo unos costos de transporte muy competitivos y que luego de esta reforma el incremento de los costos frenara el crecimiento en el corto plazo, “el movimiento de Widodo fue un gran paso para colocar al país en la senda del crecimiento equitativo y sostenible en el largo plazo”.

En una economía con un PIB de US$868,3 billones el costo de los subsidios se había incrementado demasiado llegando a los US$20 billones anuales en 2013 (2,3% del PIB). La idea fue desviar este ingente gasto a proyectos de infraestructura, educación y cuidado de la salud pública. “Invertir en estos sectores, incrementará el potencial productivo y el ingreso de sus ciudadanos” afirma Liu.

“Las inversiones a largo plazo pueden no resultar tan atractivas, pero son mucho más poderosas a la hora de beneficiar a personas y empresas por igual”,
explica. En una economía post subsidios los inversionistas están obligados a elevar su competitividad sin depender del estado y están colocando su mirada en la innovación.