Análisis

Resolución Creg 240B y los mercados de electricidad

Aunque la electricidad a veces parecería un “commodity” cualquiera, el sector tiene características específicas que constituyen un reto para una regulación que busque introducir elementos de competencia.

20 de febrero de 2016

A pesar de su gran importancia dentro del bienestar económico, el sector eléctrico no suele ocupar las primeras planas en las noticias, como lleva meses haciéndolo. 

Desde el 2014 se venía hablando del fenómeno de El Niño; esto se intensificó significativamente en el segundo semestre del 2015.  Surgió entonces el asunto del rol de las termoeléctricas, sus costos y precios de generación y el riesgo eventual de un racionamiento eléctrico. En diciembre y enero el tema fue la privatización de Isagen y el efecto que esto puede tener en cuanto a la expansión futura de la infraestructura hidroeléctrica y el poder de mercado de los generadores. Ahora tenemos la nueva Resolución Creg sobre tarifas, aún en etapa de comentarios, pero que una vez quede en firme será válida para cinco años.

Regular un servicio público con características arquetípicas de monopolio natural, para que sea competitivo, eficiente, confiable y económico, es una tarea inevitablemente compleja. El debate actual sobre el suministro y los costos de la eléctricidad no puede perder de vista los logros.  Nuestro sector eléctrico es un modelo exitoso de regulación en términos nacionales e internacionales. De hecho, ningún otro servicio o “bien” público en Colombia tiene una infraestructura tan desarrollada.

Aunque la electricidad a veces parecería un “commodity” cualquiera, el sector tiene características específicas que constituyen un reto para una regulación que busque introducir elementos de competencia. Por un lado, para hacer llegar la electricidad a los usuarios finales se requiere un aparatoso sistema de transporte y distribución, desde el lugar de generación hasta la fábrica o residencia, sistema que no puede en la práctica ser repetido por distintas empresas compitiendo entre sí. Esa infraestructura debe ser accesible a costos razonables a todos los proveedores de electricidad, sin diferenciación. De otra parte, en términos prácticos la electricidad no se puede almacenar, ni siquiera temporalmente y esto lo diferencia de cualquier otro commodity.

La regulación actual establece la tarifa final que pagan los usuarios como una suma de partes, algunas de las cuales no podrían ser resultado de un mercado competitivo y por lo tanto reflejan directamente costos, como el pago por las infraestructuras de transmisión y distribución. Pero en cuanto a los componentes de la tarifa que representan la electricidad en sí, existen amplias posibilidades de que estos sean originados en mercados competitivos y transparentes. La electricidad entregada a los usuarios por los comercializadores (distribuidores) en un momento determinado puede haber sido adquirida con anticipación o puede ser adquirida en el momento mismo del despacho. Para la eléctricidad adquirida en el momento, existe el mercado “spot”, administrado por XM, que equilibra la oferta y la demanda puntual y coordina su despacho. Los precios de esta bolsa son un componente de la tarifa final y son seguidos diariamene por todo el sector.

En cuanto a la eléctricidad adquirida con anticipación, que constituye la parte sustantiva del consumo, las compañías comercializadoras la compran mediante contratos directos con los generadores. Estos contratos, cada uno con características específicas y no necesariamente comparables, no constituyen un mercado. Las comercializadoras financieramente más débiles ni siquiera logran comprar una parte representativa de la energía que requieren en los meses y años venideros, dejando a sus consumidores finales sujetos al vaivén de los precios del mercado “spot”.  Los usuarios de éstas son quienes más se han visto expuestos a los altos precios presentes de la energía, consecuencia de la gran sequía. 

Se puede crear un mercado que sustituya a los contratos bilaterales entre generadores y comercializadoras y que, con mayores elementos de competencia en la formación de los precios, sirva de referencia pública para los costos de la eléctricidad en el tiempo, permita evaluar y cubrir mejor los riesgos de disponibilidad futura de eléctricidad y eventualmente se traduzca en menores gastos en energía para empresas y residencias. Para esto es imprescindible que este mercado cuente con multiplicidad de participantes, compradores y vendedores, homogeneidad en el producto y transparencia en cantidades y valores. 

Es esto lo que al final redundará en mayor eficiencia, y precios de venta ajustados a la oferta y la demanda y cercanos a los costos unitarios promedio de generación y distribución. Como la electricidad no se puede almacenar, este mercado debe transar productos caracterizados por cantidades (de electricidad) y fechas (de despacho). Lo ideal, es un mercado organizado, donde los participantes tengan la garantía de cumplimiento de la contraparte y la seguridad de que la creación de precios es auténtica y refleja lo mejor posible las “fuerzas” del mercado.  Los precios de un mercado así concebido son los que deben ser el componente central de las tarifas de energía.

XM y la Bolsa de Valores de Colombia han puesto en operación una bolsa de contratos estandarizados de electricidad, Derivex, con todos los atributos de un mercado moderno de electricidad. Con el reconocimiento de la regulación, los precios allí formados podrían ser el componente central de las tarifas. La Resolución 240B da un rol importante a los precios de Derivex en la formación de la tarifa final, reemplazando eventualmente a los de los contratos bilaterales. Esto es un paso importante en la dirección antes expuesta. Sin embargo, el componente central de la tarifa, que la Resolución busca en un “Mercado Organizado Regulado”, lo encontrará también en Derivex, una vez este mercado, con el apoyo del regulador, adquiera los volúmenes que representen relevantemente el consumo de electricidad de los próximos años.

Análisis por Louis Kleyn