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Pobreza Infantil

Erradicar la pobreza infantil para evitar un futuro problema social

Limitar el desarrollo de los niños es uno de los factores que más contribuye a la reproducción de la pobreza y al mismo tiempo dificulta su erradicación. América Latina y Colombia pueden estar caminando en el sendero equivocado para superarla.

7 de enero de 2016

Los niños experimentan la pobreza de una forma distinta (más riesgosa) que los adultos y sus efectos pueden perdurar de por vida tanto a nivel físico como emocional. Vivir en entornos que ofrecen pocos estímulos o apoyo emocional limita seriamente la capacidad de aprendizaje y condiciona la productividad de la persona en el futuro.

Así define la pobreza el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la Adolescencia, Unicef.

Según datos de la ONG Inspiraction, más de 600 millones de niños en el mundo viven en pobreza extrema y el 10% de los que viven en países en desarrollo muere antes de cumplir los 5 años.

Solo en Colombia, 1 de cada 3 niños vive en condiciones de pobreza multidimensional, según Unicef.

No obstante, a pesar de los grandes logros en materia de reducción de la pobreza (el Banco Mundial ya afirmó en sus Perspectivas Económicas Globales 2016 que la pobreza cayó por debajo del 10% de la población mundial), la pobreza infantil se resiste a desaparecer.

Pero, ¿por qué?

La semilla de un problema social a gran escala

Según el Centro de Desarrollo Infantil de Harvard (CDI) , hay una relación muy fuerte entre lo que sucede con el desarrollo de un niño durante sus primeros 5 años de vida y si hará parte de los futuros indicadores de pobreza.

En primer lugar, la negligencia paternal puede perjudicar severamente la capacidad de aprendizaje de los menores y aún peor su razonamiento. Los niños que nacen en hogares donde las capacidades económicas de sus padres impiden que puedan acompañarlos durante su desarrollo demostraron efectos negativos en su desempeño escolar.

En el largo plazo, son estos niños los que tienen mayores probabilidades de ingresar a grupos delictivos y dificultad para encontrar un empleo bien remunerado y estable. Años más tarde, explica el CDI, contribuirán a reproducir la pobreza ya que tendrán las mismas dificultades económicas para educar sus hijos.

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El panorama es muy complejo en América Latina si se tiene en cuenta que, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) hasta el 60% de los niños entre 0 y 4 años pertenece a un hogar donde sus madres no tienen trabajo o tienen mediocres condiciones laborales.

En segundo lugar, el papel de la alimentación es fundamental. Según el CDI, los niños en pobreza multidimensional tienen una alimentación deficitaria que limita el desarrollo de las conexiones neuronales durante la primera infancia.

Inclusive, la mayoría de muertes infantiles en el mundo son por desnutrición crónica, según Inspiraction.  No obstante, el CDI además enfatiza que una solución mediocre puede ser peor que el problema y hace un llamado a que el papel del gobierno se centre en mejorar la calidad de su ayuda.

No es la cantidad, es la calidad

Según el BID en el nuevo estudio “Los primeros años: el bienestar infantil y el papel de las políticas públicas” por cada dólar que se invierte en niños de hasta 5 años, se invierten tres en niños de entre 6 y 12 años en América Latina y el Caribe (ALC).

Y realmente, invertir en la niñez retorna grandes beneficios. Un estudio en Jamaica durante 20 años demostró que los niños con intervención pública durante sus dos primeros años de vida tenían coeficientes intelectuales más altos y ganaban en promedio 25% más. Además, eran menos propensos a sufrir depresión y tenían mucho menos probabilidad de involucrarse en actividades delictivas durante su infancia.

Sin embargo, el problema no se soluciona con más dinero. La cuestión no es llenar las ciudades y zonas rurales de centros infantiles. El verdadero aporte es la calidad de dichos servicios, enfatiza el estudio.

Aquellos niños que fueron internados en orfanatos, centros educativos o con madres sustitutas en condiciones precarias tienen un desarrollo sensiblemente menor que aquellos que no tuvieron la necesidad de ingresar a estos lugares, afirma el CDI.

Pero, en términos generales, esto significa que el gasto público no está enfocado fuertemente donde más se necesita, explica el informe. Además, mientras ALC invierte 0,4% del PIB en sus niños más pequeños, la Ocde invierte 0,7% y los países de alto desempeño hasta 1,7% (casi 4 veces más).

En este orden de ideas, Colombia, donde según Unicef la mitad de los niños de 0 a 2 años están en hacinamiento crítico y el 80% de los menores de 3 a 5 años no tiene acceso a educación inicia, si no hace algo, en la próxima década no debería sorprender que la pobreza y otros problemas sociales se resistan a desaparecer.