Inmigrantes en Estados Unidos.

Migración ¿Cómo se maneja?

Nuevos elementos han alterado visiblemente el rostro de las migraciones. Migración sur-sur y feminización del migrante, son apenas dos. Qué hacer para ordenar el movimiento de personas. Entrevista con Laura Thompson, directora General Adjunta de la OIM.

20 de mayo de 2010

Los flujos migratorios mundiales, en proporción, han crecido menos de lo que muchos creen. La proporción de migrantes se ha mantenido históricamente invariable alrededor del 3% de la población mundial.

Sin embargo, hay muchos otros elementos nuevos que han alterado visiblemente el rostro de la migración. Uno de los cambios es que, naturalmente, en números absolutos los migrantes internacionales hoy conforman un grupo enorme. “De acuerdo con los datos de las Naciones Unidas, actualmente hay alrededor de 214 millones migrantes internacionales”, dice la Directora General Adjunta de la Organización Internacional para las Migraciones OIM, Laura Thompson.

Pero hay más. El destino de los movimientos de personas cambió. “Antes la gente migraba del sur hacia el norte. Hoy migra del sur hacia el sur como del sur hacia el norte. Los países del norte no son los que reciben la mayor cantidad de migrantes”, explica la ejecutiva.

También se han feminizado. “Ahora las mujeres emigran para resolver sus problemas. Antes acompañaban a sus esposos, a sus compañeros. Ahora migran solas migran como cabezas de familia”, añade Laura Thompson.

Incluso, el asunto del envejecimiento de la población en los países desarrollados tiene modificaciones. Ya no es un fenómeno exclusivo de primer mundo. “En los países del sur la población está envejeciendo. Inclusive en países de América Latina donde la población está envejeciendo, en un futuro necesitarán migrantes que hagan una serie de trabajos”, dice.

Entonces el movimiento de las personas es un fenómeno que muta, pero no desaparecerá, porque forma parte integral de la globalización. Acompaña las transformaciones globales en comercio, transporte y comunicación. La tarea ahora es la de canalizarlo, administrarlo y ordenarlo para sacarle el mejor partido posible para los migrantes, para los países de origen y de recepción. La clave parece estar en establecer migraciones ordenadas y regulares.

Qué hacer
Para Laura Thompson, el principal problema para canalizar la migración en los países en desarrollo es que hacen falta las bases de datos necesarias para determinar cuál es la población que necesitan. No es claro qué tipo de mano de obra se requiere y cuales son los vacíos que tienen los modelos de desarrollo.

Países como Canadá , dice, están en capacidad de determinar lo que necesitan incluso en niveles regionales “Muchos países desarrollados saben si requieren enfermeras, agricultores o médicos y promueven la entrada de ese tipo de personas; de migrantes calificados o no calificados y dirigen el proceso”, señala.

Pero hay más programas. Colombia usa uno de ellos: los de migración laboral circular. En estos, agricultores nacionales van a un país desarrollado durante el tiempo de cosecha y luego regresan. Con ese tipo de migración gana el país receptor, porque recibe la mano de obra que le hace falta, pero también los migrantes porque además de una buena remuneración, que beneficia al país receptor, adquieren nuevos conocimientos en su campo que pueden aplicar en su lugar de origen.

La OIM trabaja en otra serie de programas para manejar las migraciones laborales. Uno de ellos es el de la utilización e remesas de la diáspora. Ofrece opciones para que se empleen en desarrollos productivos. “Los migrantes que están fuera financian proyectos productivos dentro de la comunidad de la que se fueron y así las remesas no se usan solo el consumo, sino que además generan una capacidad productiva ya sea de la familia o de la comunidad”, explica.

También hay programas para devolver los cerebros fugados. En África la OIM organiza el retorno de nacionales calificados, que regresan por un tiempo. “Se hace mucho con los médicos y con los profesores universitarios que están dispuestos a ayudar su país de origen”. Médicos establecen sistemas para hospitales, incluso mejoran procesos políticos.

“Muchos países están interesados en que su diáspora vuelva. Esos programas funcionan muy bien. Hacen que la gente regrese, que preste un servicio que quieren prestar y que se establezcan o se continúen los nexos que existían originalmente. De esta forma, se pueden beneficiar de la fuga de cerebros”.

Lo que sigue
Que el porcentaje de población migrante suba al 10% en los próximos años parece difícil. Podría subir a 5% por efecto de la facilidad de movimiento y del conocimiento del entorno. “En el mundo de hoy con internet, con capacidad en el último pueblo de entrar a ver el mundo entero a través de una computadora, obviamente la gente tiene más ideas de moverse”, afirma Laura Thompson.

Sin embargo, sin importar si esto ocurre, lo cierto es que hay más de 200 millones de personas en movimiento, y que en su paso abren opciones de desarrollo. Países como Colombia, que tiene el 10% de su población en el exterior, se tienen que tomar este fenómeno en serio para ordenarlo y administrarlo como lo necesitan todos.