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COMBUSTIBLES

¿Por qué la gasolina debería estar más cara en Colombia?

Aunque no lo crea, la gasolina en Colombia sigue estando “técnicamente” subsidiada. Es el resultado de que el precio del crudo siga aumentando y haya llegado a cerca de los US$80. En nuestro país, pese a la incomodidad de los consumidores, la gasolina y el Acpm han subido a un menor ritmo.

6 de septiembre de 2018

Esta circunstancia, que ha sido el común denominador durante los últimos años, le ha generado al fisco colombiano un déficit que hoy podría estar por encima de los $6 billones y que para 2019 se podría incrementar más allá de los $9 billones.

El asunto es así: si el mercado de los combustibles en Colombia estuviera liberado, el galón de acpm y el galón de gasolina deberían estar a una cotización más alta para cubrir el diferencial con los precios internacionales.

Eso suena contraintuitivo para el usuario común, pues el Ministerio de Minas y Energía anunció el incremento para los combustibles en septiembre que en promedio fue de $36 en el caso de la gasolina y de $101 para el Acpm.

Eso puso a la gasolina en varias ciudades en niveles de precio histórico de $9.330. Es decir, si no existiera este “subsidio técnico”, hoy en Colombia la gasolina probablemente estaría más cerca de los $10.000.

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¿Cómo se explica esto? La historia es larga. Como los precios de los combustibles han sido tradicionalmente un factor de preocupación para los consumidores y el gobierno, el Congreso de la República creó en 2007 el Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles (Fepc).

La idea era que cuando los precios del crudo bajaran se mantendría artificialmente un mayor precio al consumidor, con el fin de que el Fepc ahorrara esos recursos. Cuando los precios del combustible subieran, el Fondo debería desahorrar para impedir un impacto sobre el bolsillo de los usuarios.

De esta manera los colombianos no tendrían que sufrir las variaciones extremas, tal y como ocurre en mercados liberados como Estados Unidos: allí, cuando los precios del petróleo caen, los de la gasolina lo hace al mismo ritmo y cuando suben, los precios en la estación de servicio se ponen impagables. Y esto, en pocos días.

Sin embargo, el Fepc prácticamente se convirtió en un mecanismo de subsidio velado que ha impedido sincerar las cuentas de la gasolina y el acpm en Colombia. ¿Por qué? Cuando el mundo enfrentó elevados precios del petróleo que llevaron la cotización del barril a cerca de US$130, el país gastó todos los ahorros del Fepc y el gobierno tuvo que empezar a prestarle plata.

Eso significó básicamente que, por la puerta de atrás, se revivieron los subsidios a los combustibles que habían sido eliminados, pues representaban una carga billonaria para el Presupuesto Nacional.

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Pero todo indica que el tiro salió por la culata, pues justo cuando los precios del petróleo llegaron a esos niveles estratosféricos, el país decidió mantener congelados los precios y eso hizo que se agotaran rápidamente los recursos del Fepc.

Así fue, por ejemplo durante 2009 y 2010. De esta manera, el Gobierno seguía garantizando un menor precio de los combustibles, frente al precio de paridad internacional, y se evitaba que el tema se volviera un asunto político. Así que la plata del fondo se acabó rápidamente.

Dicha estrategia significó un aumento en el déficit del Fepc, que nunca se pudo cerrar y que este año podría subir a más de $7 billones.

Solo en 2017 el déficit fue superior a los $2 billones, tal y como queda en evidencia en el documento de cierre fiscal de esa vigencia y que fue publicado por el Ministerio de Hacienda.

En el documento se puede leer que: “Al cierre de 2017, el Fepc registró un déficit por $2,27 billones, resultado que se explica por la operación del mecanismo de estabilización de los precios de los combustibles. Durante el año fiscal del fondo, este cerró con un balance negativo, el cual se sustenta en que el precio de paridad internacional (PPP) se ubicó por encima del Ingreso al Productor (IP), tanto para la gasolina como para el diésel, lo que dio lugar a un diferencial de compensación a los refinadores de combustibles”.

Para 2018, el marco fiscal de mediano plazo plantea que el déficit sería de $3,8 billones y para 2019 de $3,4 billones. Así las cosas solo en estos tres años, el Fepc acumulará un déficit superior a $9 billones.

Eso ha vuelto a poner a Colombia en un escenario de subsidio a los combustibles, que, por ejemplo, es el debate que ahora va a tener que enfrentar el gobierno venezolano, donde la gasolina es "casi gratis" y ahora por razones fiscales debe dejar de subsidiar.

Para reducir tal déficit y eliminarlo, la gasolina debería mantenerse durante varios años, por encima del precio de paridad internacional, algo que es políticamente impresentable.

Es claro que el país tiene en este frente un desafío mayor: lograr cubrir ese hueco en el mediano plazo, pues es una carga importante para las finanzas públicas. La razón es que en el afán por encontrar salidas al problema, se estableció que el déficit del Fepc se cubriera con emisiones de TES.

También fue creada una contribución parafiscal que deben pagar los refinadores e importadores de combustibles, con el objetivo de recaudar recursos para financiar el Fepc.

Esto fue a través de la reforma tributaria de 2016. Ese fue el mecanismo que el anterior gobierno dejó reglamentado en agosto pasado con el fin de buscar más recursos para cubrir ese hueco, pero tal carga parafiscal solo se activa cuando los precios del crudo estén bajos. Así que por ahora, este hueco solo va a crecer, mientras que los precios del crudo sigan altos.

Si el objetivo fuera cubrir el déficit que abrió el Fepc en las finanzas públicas, sería necesario al menos cinco años de superávit por encima de los $2 billones en cada vigencia, suponiendo que el déficit deje de crecer. Eso significaría vender la gasolina a un precio realmente superior al actual, lo que parece políticamente inviable ahora mismo.

La conclusión es que el gobierno nacional sigue teniendo un problema con los precios de los combustibles que, con cotizaciones del petróleo alrededor de los US$80 el barril, van a seguir siendo una fuente de presión fiscal, por la vía del aumento de la deuda para cubrir el hueco de este fondo.

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Ahora que el Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla está tratando de resolver el galimatías fiscal que se ha creado en la última década, valdría la pena preguntarse cuál será la estrategia frente al neurálgico tema de los precios de la gasolina. Es necesario apagar ese incendio.