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ANÁLISIS

¿Inflación deja de ser ‘el coco'?

Las preocupaciones sobre el aumento del costo de vida y su comportamiento son cada vez menores. Se espera que en febrero el IPC llegue a 0,70%. Las grandes beneficiadas: la renta fija y las acciones.

Wilson Tovar García, Gerente de Investigaciones Económicas de Acciones & Valores
5 de marzo de 2019

Las buenas noticias siguen llegando del frente inflacionario: con un destacado comportamiento desde mediados de 2016, cuando alcanzaba una cifra de 8.97% anual, las familias en Colombia, han visto potenciado su ingreso real, en la medida que los incrementos salariales reales de la última década, han superado en promedio en 14% el avance de precios de la canasta familiar. Esto, en plata blanca muestra cómo la inflación se convierte en un impuesto al ingreso para los hogares, que determina en gran medida, los movimientos de las tasas de interés.

Mirando en retrospectiva, en 2018 el incremento salarial de 5,90% fue 1.8 veces la inflación del mismo año, que en promedio alcanzó un 3.24% anual. También vale la pena recordar cómo en la presentación del más reciente informe sobre inflación, el gerente general del Banco de la República, Juan José Echavarría, aseguraba que espera que el IPC alcance su rango meta de 3% a finales de este 2019.

“Tenemos muy buenas noticias. Cerramos 2018 con 3,18% y en enero la inflación anual fue de 3,15%. A pesar de que los analistas esperan una inflación de 3,5% porque ven algunos choques, nosotros somos más optimistas”, dijo hace unos días.

La época de mayor stress para la inflación fue a mediados de 2016 cuando el país terminaba de recibir los efectos del fenómeno del niño, que obligaba a un racionamiento energético y por ende, los precios de los servicios públicos se incrementaron con fuerza. Además, el país venía de un paro camionero que encareció los precios de los alimentos, lo que propiciaba que la inflación llegara casi a 9% anual.

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Para nadie es un secreto que el fenómeno del niño trae sequías y escasez en las cosechas, que es justamente lo que hoy no ocurre, considerando que se trata una coyuntura climática de carácter moderado.

¿A qué se atribuye una inflación baja? Este comportamiento se debe en parte al débil crecimiento que ha registrado la economía en los últimos años, no debemos olvidar que la incertidumbre que se vivía a finales de 2018 y que prometía un Impuesto al Valor Agregado (IVA) más alto a la canasta familiar y que al final no pasó, enfriaron las compras de los colombianos y ni para qué hablar del proceso electoral del primer semestre, que como siempre reduce la confianza, y al final, una menor demanda e inversión y por ende, una menor inflación.

También es justo reconocer que, en parte, el comportamiento de la inflación ha estado asociado al menor ritmo de incrementos en los precios de los alimentos y combustibles y al adecuado manejo de la política monetaria del Banco de la República.

¿Qué viene?

Vemos que en la actualidad los agentes no tienen preocupaciones sobre el comportamiento futuro de corto plazo de la variable, lo que se evidencia tanto en las expectativas como en las tasas implícitas del mercado de renta fija. De esta manera, es posible prever una inflación al cierre del año en el rango comprendido entre 3% y 3,50%, incluso considerando algunas presiones en precios de alimentos y regulados, derivados de los efectos del Fenómeno del Niño en curso, que por ahora pareciera no generar efectos adversos.

Sin duda, las expectativas de esta variable son determinantes en la definición de la política monetaria, por lo cual diferentes economistas han previsto que el Banco de la República no vería modificada su postura monetaria en 2019, permitiendo entonces una tasa de interés expansiva que beneficiaría en particular la financiación de las familias y empresarios, en momentos en que la economía colombiana vive una lenta recuperación. También el hecho de tener una inflación baja favorece las inversiones en renta fija indexadas a tasa fija de corto y mediano plazo, así como las acciones, en la medida que los empresarios se siguen financiando barato.

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Como hemos evidenciado en el pasado, la inflación puede llegar a afectarse, por ejemplo, mediante un desfase de los precios internacionales que motiven una devaluación de la tasa de cambio, algo que vivimos luego de la caída de los precios internacionales del petróleo en los años recientes, una historias que por ahora, no parece que se pudiera repetir en el corto plazo ya que en efecto, la tasa de cambio local, ha venido disminuyendo de niveles de $3.300 a finales de 2018 hasta los niveles recientes, inferiores a $3.100.

Pareciera que la realidad del enfriamiento económico que vive el planeta, las tensiones comerciales que han empobrecido el ritmo de comercio y los avances tecnológicos derivados de la innovación, han permitido tendencias que parecen no detenerse como el efecto Amazon, Alibaba, (D-1, Tostao en el país), las cuales prometen bajas tasas de inflación y, por lo tanto, bajas tasas de interés para la economía global y, por supuesto, para la economía colombiana, en el horizonte de mediano plazo, algo con lo que los banqueros centrales tendrán que seguir lidiando.

Lejos de representar un evento negativo, una inflación baja es una muy buena notica, y es una señal de que la demanda de los hogares podrá mejorar, lo que se traducirá al mismo tiempo, en una mayor necesidad de producción, y por lo tanto un aval de que tendremos un mejor crecimiento económico del alcanzado en el último par de años.

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