INDICADORES

¿Es realmente el PIB el mejor indicador del desarrollo de un país?

Las inconsistencias del PIB tienen estrecha relación con las protestas sociales generadas en varios países de la región, incluido Colombia. La gente se cansó de que los gobernantes hablen de crecimiento económico, mientras cada vez son mayores las desigualdades sociales, la afectación al medio ambiente y la baja calidad de vida. Un análisis de Gonzalo Gómez Betancourt.

22 de enero de 2020

Nueva Zelanda fue el primer país del mundo en desvirtuar como el principal indicador de éxito económico al Producto Interno Bruto (PIB), que es básicamente la suma de todos los bienes y servicios que produce una economía en un año. Su primera ministra, Jacinda Ardern, considerada como un ejemplo de liderazgo y humanidad, anunció en el Foro Económico Mundial de Davos 2019, que dejará esta medición de desarrollo económico, por un indicador de bienestar, como una manera de priorizar la mejora en la calidad de vida de las personas.

Su principal argumento es que, si bien el crecimiento económico es importante, este por sí mismo no garantiza las mejoras de los estándares de vida de la gente: “Nadie quiere vivir en un país donde, a pesar de un fuerte crecimiento económico, hay familias sin hogar, el medio ambiente se degrada con rapidez, las personas con problemas de salud mental no reciben el trato que necesitan y hay indigentes en las calles”, manifiesta la ministra. Su gobierno empezará a utilizar una herramienta denominada “marco de los estándares de vida”, la cual está basada en parámetros cualitativos como: la identidad cultural, el medio ambiente, la vivienda, los ingresos, el consumo, la adaptación del país a la era digital y las conexiones sociales. Teniendo en cuenta este indicador, se manejarán las finanzas dándole prioridad al “presupuesto de bienestar”.

Entre las tres principales inconsistencias de un indicador como el PIB están: Un enfoque meramente cuantitativo y materialista, no suman las mejoras en bienestar, ni tampoco las restan cuando éstas empeoran. Se subestiman actividades económicas que no pasan por un proceso de formalización, como el trabajo doméstico, el cuidado de familiares, la comercialización de productos de segunda mano, el voluntariado y demás actividades de la economía que puede generar indicadores entre el 10 y el 25%, si se cuantificaran. No tiene en cuenta las consecuencias negativas del crecimiento económico, especialmente con el medio ambiente y el cambio climático. 

Prueba de ello es que países de mayor desarrollo económico, como Emiratos Árabes, Estados Unidos o China, entre otros, tienen las más altas cifras de problemas mentales y deficiente calidad de vida. Así mismo, en América Latina los gobiernos que más se vanaglorian del crecimiento del PIB, como México, Chile, Ecuador y Colombia, según cifras del Banco Mundial, figuran en la lista de países con mayores desigualdades sociales, que es precisamente el argumento de más peso en las protestas, que se vienen presentando en la región desde septiembre del año pasado.

Particularmente en el país, no podemos quedarnos en la frivolidad de pensar que estas marchas son de personas pagadas por el presidente Maduro para desestabilizar al gobierno, o que son orquestadas por desadaptados sociales, o que son producto de la polarización entre la izquierda y la derecha, estas son versiones parcializadas que sólo incrementan el problema. 

A buena parte de la sociedad colombiana, acostumbrada a escuchar que el país está creciendo y que el PIB del 2020 será mucho mejor, le puede parecer que los líderes de las marchas no tienen fundamentos para quejarse, ni tienen un soporte medible, porque hablan en general del medio ambiente, de los problemas del transporte, de la educación, de la violencia, de la muerte de líderes sociales. 

Si en el país, implementáramos un indicador de bienestar como lo están haciendo en Nueva Zelanda, en el cual muy a mi pesar saldríamos bastante mal librados, entenderíamos todo el sentido que tiene salir a defender el derecho a una mejor calidad de vida. La pregunta es qué hacemos.  ¿Existe alguna manera de encontrar una medición con la cual podamos lograr que el crecimiento económico no vaya en contra de los mismos humanos?

Hoy en día existe la creencia de que la tecnología pueda avanzar rápidamente para lograr un equilibrio entre el crecimiento de la población, el consumo en niveles adecuados y que, simultáneamente, reduzcamos las emisiones de carbono para que podamos entregar a las siguientes generaciones un mundo más sano. Esto, es bastante idealista, más concreto sería si creamos indicadores que midan dentro de desarrollo económico aspectos como: tiempo libre, tiempo de voluntariado, aire limpio, baja criminalidad entre otros. Si la definición de lo que constituye crecimiento continúa limitada a la producción de bienes y servicios, seguiremos cayendo trágicamente en la destrucción de nuestro planeta. Lo que medimos es lo que obtenemos.

La idea no es cambiar de la noche a la mañana, es crear una opción en que el PIB sea visto como el crecimiento de una sociedad, incluyendo todos los elementos del bienestar de una nación. Tendremos que pedirles a los economistas que nos ayuden a medir el bienestar económico y a los sociólogos el bienestar de las personas, mientras esto llega, tenemos que hacerlo de manera individual entendiéndolo como factores diferentes de una misma realidad.