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DESEMPLEO

¿Por qué Colombia tiene el desempleo más alto?

Colombia no solo tiene la más alta tasa de desempleo de la región, sino que es uno de los países donde más ha crecido la desocupación por cuenta de la pandemia. ¿Qué explica esto?

30 de julio de 2020

Con una tasa de desempleo del 19,8% en junio, Colombia se consolida no solo como uno de los países con los mayores niveles de desempleo de América Latina, sino como el país donde la pandemia ha tenido los mayores impactos sobre el mercado laboral.

Un lugar nada destacable, pues esta es una de las regiones con las más altas tasa de desempleo e informalidad y con una de las zonas del mundo con más empleos perdidos por cuenta de la crisis generada por el coronavirus. En todos los países, el desempleo se ha disparado a doble digito, pero no a los niveles de Colombia.

Sin embargo, esto no es algo nuevo. Colombia ya era el país con la tasa de desempleo más alta y su mercado laboral ya venía débil incluso antes de los efectos del virus.

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A pesar de la recuperación del año pasado, el empleo había caído y el desempleo promedió el 10,5% en 2019.  Esto es más de tres puntos porcentuales por encima del promedio de los seis países más grandes de la región, que está alrededor del 7%, como ha sucedido en la última década, según un estudio de Fedesarrollo

¿A qué se debe que Colombia tenga un desempleo más alto que el resto de países de la región?

Para los expertos, la pandemia está revelando los defectos estructurales de nuestro mercado laboral como la fuerte vulnerabilidad del empleo asociada a los altos niveles de informalidad, las grandes brechas de género o el desempleo juvenil, las regiones y el campo, así como los bajos niveles de productividad laboral.

Según Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, Colombia se caracteriza por un sistema con un alto nivel de protección al trabajador, que paradójicamente termina generando un mercado laboral “dual” (como en el tema pensional). El país tiene un mercado formal del 40% de la fuerza laboral tremendamente regulado y un mercado informal donde está el restante 60% de la población.

“Los ajustes en el mercado formal se hacen por la cantidad de empleo, mientras que en el informal se hacen por el ingreso percibido o las horas trabajadas”, explica Mejía, quien afirma que si no se hace nada, volveremos lentamente a nuestro statu quo de un desempleo estructuralmente más alto y no vamos a avanzar mucho más.

Para el experto, hay que avanzar en esquemas de fijación del salario mínimo que contemplen la productividad, revisar los costos no salariales que aún son muy altos en el país y revisar el piso mínimo de contribución a la seguridad social. 

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Durante los últimos años, el país se ha alejado de la norma de aumentar el salario mínimo por encima de la inflación más productividad, lo cual ha encarecido el costo de la fuerza laboral en algunos segmentos. Además, los costos no salariales como las Cajas de Compensación siguen pesando mucho dentro de la estructura de costos de las compañías. Además, el salario mínimo termina no protegiendo, sino expulsando a mucha gente de la formalidad. Temas difíciles de explicar pero que hay que abordar.

Sin embargo, hay otras particularidades de nuestro mercado laboral frente a la región. Por ejemplo, las mujeres y los jóvenes están en una mayor proporción que los hombres en actividades con bajo valor agregado y que más sufrirán por efectos de la pandemia, al ser sectores que permanecerán más tiempos cerrados. Además, a pesar de estar mejor preparadas, las mujeres tienen una fuerte restricción al ser las que se ocupan de los trabajos domésticos. La tasa de desempleo en las mujeres ha sido tradicionalmente 5 puntos porcentuales (pps) más alta que la de los hombres; en mayo, la diferencia ya era de 8 pps.

Por otra parte, el tema del alto desempleo juvenil podría explicarse por la divergencia entre las competencias que está construyendo el sector educativo y las que en verdad necesita el mercado laboral. El país tiene un sesgo hacia las ciencias sociales y alguna estigmatización hacia la formación técnica y tecnológica.

Por último, algunos expertos estiman que el país está creciendo en sectores que no son jalonadores e intensivos en mano de obra, lo que explica que, a pesar de que la economía venía repuntando, el desempleo había vuelto a niveles de dos dígitos. Por tanto, estiman que se requiere trabajar en una política industrial y productiva que busque incentivar nuevas actividades claves. Esto es encontrar nuevas fuentes de crecimiento y diversificación de nuestro aparato productivo y exportaciones, que hasta ahora han sido muy dependientes de bienes básicos como el petróleo.

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Sin duda, todos estos temas serán abordados por la Misión de Empleo que creó el Gobierno para estudiar este y todos los temas relacionados con el mercado laboral, los problemas estructurales y las reformas que se requieren. Hay que buscar rápidamente soluciones a todos estos frentes, para que el desempleo no se convierta en una talanquera para la recuperación.

Llegó la hora de dar este tipo de discusiones difíciles y buscar los consensos que se requieren para no seguir siendo el país con el desempleo más alto de la región.