Para Luis Fernando Mejía, de Fedesarrollo, el lío fiscal vendrá en 2021 y 2022. | Foto: Diana Rey

ECONOMÍA

Fedesarrollo la tenía clara

Los mercados reaccionan al choque del coronavirus y la decisión de Arabia Saudita de aumentar la producción de crudo. Esto pone en evidencia la enorme vulnerabilidad que tiene hoy la economía colombiana en el frente externo. Luis Fernando Mejía, director ejecutivo de Fedesarrollo, advierte sobre este y otros temas que son las grandes amenazas para el país en estos momentos.

9 de marzo de 2020

Fedesarrollo es uno de los principales tanques de pensamiento de la región. De hecho, este año ocupó el primer lugar en América Latina y el Caribe en el ranking global Go To Think Tank Index Report, de la Universidad de Pensilvania. En diálogo con Dinero, su director ejecutivo, Luis Fernando Mejía, hace una radiografía de la economía en Colombia.

¿Qué opina sobre el crecimiento en 2019?

La cifra fue muy positiva, en particular por la coyuntura internacional y regional. El año pasado fue muy difícil por toda la evolución negativa de la actividad económica mundial y especialmente los riesgos de desaceleración vía el lío comercial entre Estados Unidos y China. En ese contexto crecer al 3,3% es muy positivo y muestra la resiliencia de la economía colombiana.

¿Qué lo preocupa?

Esa tasa no es lo suficientemente buena para resolver el principal problema que tenemos hoy: el desempleo, que se viene deteriorando desde 2015 de manera gradual. Reducirlo pasa por aumentar la tasa de crecimiento.

¿A qué nivel?

Estimamos que el crecimiento que nos va a permitir reducir la tasa de desempleo está cercano a 3,8%. La regla muestra que en los últimos 40 años, aunque hay excepciones, entre crecimiento y la evolución de la tasa de desempleo, Colombia logra reducir el desempleo cuando crece por encima de 3,8%.

Entonces va a seguir mal porque el Gobierno espera 3,7% para este año y los analistas 3,5%...

Nuestra perspectiva es que el desempleo esté cercano a 10,3% este año, pero no vamos a llegar a un dígito.

¿Qué impacto ha tenido la migración venezolana en materia de desempleo?

Hemos visto un impacto moderado en la tasa de desempleo que estimamos en una décima. Donde vimos un impacto importante fue en el empleo informal cuenta propia, o sea independiente, con una salida de casi 500.000 personas en 2019 de esa categoría y una llegada grande de migrantes venezolanos. El impacto no está en la tasa de desempleo sino en la tasa de participación laboral. Por eso se dispara la cifra de inactivos.

¿Para el año entrante y el siguiente será muy complicado el panorama fiscal?

Indudablemente. Primero, esto funciona con cálculos directos de cuáles son los tributos que le van a generar al Gobierno las nuevas tarifas que plantea el estatuto tributario. Uno puede pensar que en el mediano y largo plazo se puede compensar con crecimiento económico y gestión, pero eso es difícil que se materialice en el corto plazo. Estimamos que este año se va a perder 0,6% del PIB de recaudo, vía el impacto de la ley de crecimiento económico, 0,8% en 2021, 0,8% en 2022 y 1,2% en 2023. Es un impacto gradual. ¿Qué apuestas tiene el Gobierno para cerrar esa caída en el recaudo? Uno, crecimiento, pero en 2019 hablaba de 3,7% y al final fue de 3,3%. Inicialmente había hablado de 4% este año, ya va en 3,7%. Y lo otro es la gestión de la Dian que tiene bastante incertidumbre. Seguramente hay cosas muy interesantes que está haciendo, pero eso toma tiempo en materializarse. Creemos que este año no habrá líos, porque seguramente el Gobierno logrará la meta de 2,3% de déficit fiscal, específicamente por los ingresos extraordinarios y en particular por las utilidades del Banco de la República, más el gran año de Ecopetrol que fue 2019. El lío de fondo será en 2021 y 2022. El próximo año seguramente se tendrán que tomar decisiones importantes como enajenaciones y revisiones de las metas. No sé qué piensa el Gobierno, pero algo tendrá que hacer.

El Gobierno ha anunciado que quiere discutir la regla fiscal…

Depende de lo que hablemos. Hay varios elementos para fortalecer la regla fiscal: el fortalecimiento de la independencia del comité de regla fiscal, que por cierto no sabemos a hoy quién lo conforma. No sé quién reemplazó a Roberto Steiner ni a Guillermo Perry (q.e.p.d.). ¿De dónde puede venir ese fortalecimiento? Hoy depende de los insumos que le dé el Ministerio de Hacienda y así ha sido desde su creación. Ojalá se pudiera tener un equipo administrativo independiente del Ministerio, al cual los miembros del comité le puedan pedir información, datos, etcétera. Otra discusión es si valdría la pena ampliar las metas para incluir la dimensión de la deuda. Los cambios metodológicos de la regla fiscal le han hecho perder algo de credibilidad frente a las calificadoras, como dice Fitch, y ellos señalan que cumplir la meta no interesa tanto como la evolución de la deuda. Me parece interesante la discusión de anclar la regla fiscal con una meta de deuda que habría que definir: por un lado, cómo se siente cómodo con un nivel de deuda que no le obligue a recortar el gasto en un país que es de ingreso medio alto pero con necesidades de gasto muy importantes; y, por otro, que lo ponga con un nivel de deuda compatible con nuestra calificación actual.

¿Es un buen momento para esta discusión?

De ahí a pensar que este es el momento para revisar las metas, no lo tengo tan claro. Uno puede hacer cambios de metas fiscales cuando está en periodos que no se necesita ajustar, es un tema de credibilidad. Se puede revisar la metodología, la composición del comité, la independencia, pero ojalá con medidas que sí plantean revisiones de las metas no sea inmediato porque podría hacer perder la credibilidad.

¿Cuáles son sus cálculos en cuentas externas?

Es una gran vulnerabilidad de la economía colombiana. Estimamos que el déficit de cuenta corriente este año va a llegar a 4,4% del PIB, un poco por debajo del cálculo del Gobierno, que tiene 4,5%. En parte está muy atado al déficit externo. La balanza comercial hace dos años estaba en 1,5% del PIB y el año pasado cerró en 3% y este año estimamos un 3,1% de déficit de la balanza comercial como proporción del PIB. Cuando prácticamente se duplica el déficit comercial, no sorprende que el déficit en cuenta corriente haya aumentado también en 2019 y 2020. ¿Qué está pasando? Exportaciones, muy limitadas el año pasado con crecimientos incluso negativos.

¿Por qué no exportamos más sin el peso se devaluó?

El año pasado el comercio mundial cayó por primera vez en diez años y eso no está en el radar de la gente. No nos ayuda el ambiente internacional. Este año estábamos viendo recuperación pero el coronavirus seguramente va a tener un impacto en comercio. Las exportaciones algo van a crecer pero no lo que estamos esperando con una tasa de cambio que se depreció 11%. Eso aunado a unas importaciones que deberían crecer, va a continuar generando un déficit importante. El financiamiento del déficit en cuenta corriente es bueno porque es más o menos tres cuartas partes inversión extranjera directa, una cuarta parte inversión de portafolio. Pero el lío de fondo es otro: si, por ejemplo, el impacto del coronavirus es mayor de lo que se espera, y hay una gran probabilidad de una recesión económica mundial, eso genera un choque de confianza negativo en los mercados emergentes. Financiar un déficit en cuenta corriente de 4 puntos del PIB es una tarea gigante. No hay dudas sobre la capacidad de financiarlo hoy, la pregunta es qué pasaría si hubiera un choque de confianza en los mercados emergentes. Y si no puede financiar el déficit, el sector privado va a tener que hacer un ajuste de 4 puntos del PIB o más y eso podría generar una recesión que fue lo que pasó a finales de los 90.