| Foto: Alejandro Acosta

VISIÓN

La crisis como momento de oportunidad

El miedo al desafío que representa la pandemia del coronavirus no nos debe distraer de las lecciones y oportunidades que presenta esta situación.

Gabriel Echavarría
2 de abril de 2020

En Colombia y en el mundo se están rompiendo muchos prejuicios, que la sociedad daba por hechos. A continuación, daré unos ejemplos de condiciones que sirven de aprendizaje:

Se va a reducir y eventualmente acabar la tramitología con el papel y será reemplazada por la gestión virtual.

La burocracia estatal se tendrá que adaptar y ser más eficiente para reaccionar a las necesidades de la ciudadanía. Me refiero a ejemplos como comercio (licencias), salud (Invima), impuestos (declaración de renta) y otras certificaciones. Todo esto lo pueden acelerar las aplicaciones con inteligencia artificial.

El empleo va a cambiar porque el trabajo desde casa se va a volver común. Las empresas, el Gobierno y las leyes se van a tener que adaptar.

La logística, en este estado de pandemia, está mostrando cómo la tecnología avanzada está revolucionando y cambiando la forma de realizar los pedidos de comida, repuestos, medicina etc. Pero, el país todavía no se ha puesto de acuerdo cómo formalizarla y garantizar su sostenibilidad y eficiencia. Las aplicaciones son una solución, no un problema.

Los bancos se van a volver más virtuales y menos moles de cemento, pero deben aprender a participarle a la población parte de los beneficios en tecnificación y reducción de costos de servicio al cliente, especialmente a los más vulnerables.

La educación y muchas otras cosas que tienen que ver con producción de bienes y servicio van a cambiar. El sistema de educación formal en Colombia está lleno de doctorados en derecho, economía y ciencias sociales; sin embargo, es deficiente en formación tecnológica, particularmente en ingeniería, programadores y ciencias de la computación. Es más efectivo como lo hacen los chinos y los coreanos, desde la primaria. Adicionalmente el Gobierno y particularmente los sindicatos de profesores van a tener obligatoriamente que cambiar su currículum y su manera de enseñar. La educación virtual será obligatoria para los países que quieren cubrir este vacío. La idea de un maestro por clase va a disminuir sustancialmente.

Todo lo anterior va a afectar las opciones de empleo; las personas que no aprendan, no se reeduquen o no se reentrenen tendrán problemas para mantener su trabajo. Esto es un desafío muy grande para las empresas que deberán aportar a la formación de su personal.

La responsabilidad social empresarial será una gestión más importante en el futuro. Es evidente, en la actual situación, que los gobiernos no son suficientemente capaces de resolver todas las necesidades de la población. Las empresas, directa o indirectamente van a tener que participar de manera más activa en apoyar soluciones en su región. Esto va a requerir cambios en las leyes tributarias, en la actitud de sus empleados y socios comerciales. La solidaridad va a tomar más un sentido práctico y de supervivencia que un simple gesto o sentimiento. Desde la perspectiva empresarial hay muchas cosas que podemos y debemos hacer en este momento.

Una tarea que está ocupando mucho tiempo en esta cuarentena es la relación con las comunidades y donde las empresas y fundaciones tienen actividad y vínculos. Este es un momento excepcional para demostrar el rol que pueden tomar las empresas y sus aliados para mitigar los desafíos que enfrentan las comunidades más frágiles. Estamos empezando a ver cómo muchas empresas están dirigiendo su capacidad gerencial para complementar los esfuerzos insuficientes del Estado, como, por ejemplo, producir y repartir alcohol o comprar equipos médicos para aumentar la capacidad de los sistemas de salud. Muchas empresas que tienen la capacidad financiera están manteniendo la nómina de sus empleados. Pero hay una cosa que preocupa más y es el acceso a alimentos y artículos de primera necesidad como agua potable y jabón. Mucha gente, como trabajadores independientes que ya no tienen ingresos, en este momento carecen de ellos. Llevarles comida y útiles se está volviendo un desafío logístico, porque la mayoría de estas comunidades o personas viven fuera del perímetro urbano y no tienen cuentas bancarias personales para recibir fondos. Esto va a traer problemas graves de orden público en poco tiempo.

Para mitigar esta situación, las empresas y fundaciones se han aliado entre sí y están trabajando coordinadamente para llevarles comida a muchas comunidades, pero esto puede ser insuficiente. Es posible que los empresarios tengamos que apoyar los centros de abastecimiento, su logística y los puntos de distribución de alimentos. A medida que esta pandemia evolucione, habrá momentos de desesperación por lo básico. Tenemos que ver cómo nuestras bodegas e instalaciones pueden ayudar a mitigar un colapso social potencial, y hay que hacerlo ordenadamente. La oportunidad de demostrar que como empresarios podemos hacer una diferencia, es ahora. Reconozco que el ciclo de este virus es relativamente corto, pero va a ser muy intenso. Por lo tanto, es necesario actuar ya.

Mi opinión es que vamos a salir de esta situación, cambiados pero reforzados. Como país tendremos unos desafíos financieros complejos cuando se empiece a romper la cadena de pagos de clientes y proveedores. Habrá que tener mucha paciencia y cabeza fría, los bancos en particular. El sistema es uno y todos se verán afectados por las decisiones de otros actores.

Esperamos que el Gobierno también entienda que es hora de romper paradigmas y actuar con inteligencia y agilidad. Conceptos como la regla fiscal van a tener que ser revaluados en estas condiciones. No es sino ver lo que están haciendo los bancos centrales de Europa y Estados Unidos. También estoy viendo oportunidades con esta tasa de cambio para los exportadores, desde carbón industrial y productos manufacturados, hasta para los ingresos de los cafeteros y aguacateros en este momento. La alianza entre empresarios y autoridades locales es clave para mitigar los efectos de este desafío humano.