Las mascotas. ¿Quién manda a quién?

4 de febrero de 2008

Desde siempre, el hombre ha domesticado animales para servirse de ellos en diferentes tareas y actividades, al fin de cuentas para eso fueron creados por Díos. Sin embargo, y especialmente hoy en día, pareciera como que los animales son los que han domesticado al hombre y se sirven de él para vivir, NO como animales.

Hoy vemos que los animales domésticos ya no son solo de las fincas y de las casas, sino de los apartamentos: se pueden encontrar en una misma residencia perro, gato, pájaros, hamster, tortuga y hasta pescados. Además, supongo que los lectores se han fijado, en la importancia que han tomado las mascotas en las últimas décadas.

Ni qué decir de las secciones de supermercado dedicadas a ellas y la cantidad de cosas que existen para hacerles la vida muy placentera: accesorios para proporcionarles toda clase de estímulos, productos de aseo, guarderías, clínicas especializadas, peluquerías, spas, medicina prepagada y hasta cementerio.

Si bien es cierto que tener una mascota es, en muchos casos beneficioso, ya sea si es un niño o un adulto mayor quien la tiene, por las legítimas razones que exponen, especialmente los psicólogos: compañía, sentido de responsabilidad, pasatiempo, compromiso, consideración por el más débil y hasta dicen que es bueno para la salud, entre otras, valdría la pena preguntarse por qué, hoy en día, las mascotas han ganado tanto terreno en el plano de las relaciones con los seres humanos.

¿Por qué en la era de la comunicación y cuando hemos superado la barrera de las distancias, parecemos entendernos menos entre nosotros mismos, relacionarnos menos, dialogar menos, tanto que la soledad es, hoy por hoy, la gran compañera de muchas personas?.

¿Por qué somos tan impersonales y vivimos tan “encerrados” en conjuntos llenos de casas o apartamentos muy cerca o en oficinas abiertas o, cómo hemos podido conquistar la ciencia y la tecnología y no podemos acercarnos los unos a los otros, cuando somos seres eminentemente sociales?

¿Cómo hemos reemplazado la compañía de los seres humanos por la de las mascotas, dándoles un lugar tan privilegiado en nuestros afectos y en nuestras prioridades: hoy quién manda a quién el amo o la mascota?.

Eso no significa que los perritos, los conejitos, los gaticos o los hamster dejen de ser tiernos, bellos y merecedores de atención, pero sí deben tener su propio lugar de animal-mascota en nuestras vidas que cumplen un objetivo que no son ellos mismos sino el servicio que pueden prestar.

Es necesario retomarnos como seres humanos, salir de la concha de los prejuicios y el individualismo, construir pensamientos de solidaridad, desapego, fraternidad y tolerancia que nos permitan entablar relaciones duraderas y significativas: verdaderas amistades. Es tiempo de virar hacia el otro y vernos como personas y no como objetos prestadores de servicios indignos de confianza.

Que no le falte a nadie un amigo, alguien con quien poder conversar y compartir intereses similares.

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