La órbita perdida

Cuando inadvertidamente miramos al cielo, tal ves muchos no vemos mas que un hermosos cielo azul coronado de astros.

29 de mayo de 2006

Sin embargo, a 36.000 kilómetros de nuestros pies, muchos mas allá de donde nuestra mirada alcanza, los colombianos tenemos el recurso natural que pudo haber significado una de nuestras principales fuentes de ingreso para la nación y que hoy gracias a nuestra baja influencia política y económica en el contexto mundial, hemos cedido desinteresadamente a la humanidad: la órbita geoestacionaria.

 

Para quienes desconocen del tema se trata de la única órbita circular situada sobre la línea del ecuador, a cuya altitud los satélites parecen fijos en relación con la tierra ya que giran en perfecta sincronía con el periodo de rotación del planeta. Esto trae grandes ventajas para el funcionamiento de los satélites tales como la simplificación de la operación y la reducción en el costo de los equipos terrestres necesarios para su manipulación, razón por la cual se ha convertido en la órbita preferida para colocar satélites de telecomunicaciones.

 

En 1976, Ecuador, Brasil, Gabón, Congo, Indonesia, Kenia, Somalia, Uganda, Zaire y Colombia, los únicos diez países que gozan el privilegio de poseer una órbita geoestacionaria, se reunieron en Bogotá y redactaron una declaración en la que manifestaron que los “países ecuatoriales proclaman y defienden en nombre de sus respectivos pueblos la existencia de soberanía sobre este recurso natural”.

 

Aunque la reclamación para muchos era justa y lógica, esta no fue apoyada por las demás naciones y mucho menos por los países desarrollados. Con seguridad la historia sería diferente si Estados Unidos, Inglaterra o Alemania estuvieran ubicadas en el ecuador o si por lo menos la hegemonía norte-sur no fuera tan contundente.

 

Hoy en día, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organización del sistema de las Naciones Unidas se encarga de administrar y de adjudicar “equitativamente” las posiciones orbitales con una clara tendencia por favorecer a las grandes potencias, quienes poco a poco están copando la capacidad de la órbita y están dejando sin posiciones a los países en desarrollo que aun no cuentan con la capacidad económica ni tecnológica para colocar satélites en órbita que serían de gran ayuda para alcanzar sitios donde la fibra óptica o el cableado común no pueden llegar.

 

Es tal la importancia de la órbita que para 1972 en ella se desplazaban el 7.5% de todos los aparatos espaciales de aquella época; en 1993 este porcentaje ya alcanzaba el 42%; en 1997, el 62%; en el 2000, entre un 70 y un 75%; hoy en día el indicador supera el 80%.

 

Lo mas cercanos que tenemos como un proyecto tendiente a utilizar la órbita es el Sistema Satelital Simón Bolívar, un programa del gobierno venezolano que ha dado importantes avances en la consecución de su objetivo y para el cual los países miembros de la CAN decidieron permitir la utilización de la posición orbital 67°O que la organización multilateral tiene adjudicada hace varios años y que estaba cerca de perder por tenerse inutilizada. Habrá que esperar si ahora que Chávez decidió dimitir de la Comunidad Andina tiene pensado devolver el privilegio sobre la posición orbital y al mismo tiempo retrasar su programa espacial.

 

Aunque la constitución política contempla en su articulo 101 que “también son parte de Colombia (...) el segmento de órbita geoestacionaria”, concluye diciendo que esto es “de conformidad con el Derecho Internacional o con las leyes colombianas a falta de normas internacionales” lo que sin duda podría jugar en nuestra contra en un futuro intento por recuperar soberanía sobre la llamada circunferencia de oro.

 

Tal ves ya sea tarde para rescatar lo que nuestra privilegiada posición geográfica nos concedió, por que a pesar de que Colombia ha sido el país ecuatorial que mas ha puesto de su parte por hacer valer sus derechos, faltó unión e intensificación de fuerzas para levantar un poco mas alto la voz y reclamar ante el mundo lo que por derecho natural nos corresponde, sin embargo, es difícil esperar que nueve países (no incluyo a Brasil) ubicados en la parte inferior de la escala de poder, fueran escuchados en un mundo claramente dominado por las pocas pero poderosas potencias económicas.

 

Pero no todo esta perdido, Colombia sigue ubicada bajo un gran arco de órbita geoestacionaria y aun estamos a tiempo de sacar provecho de esta condición. No hablo de iniciar un programa espacial por que todavía esta fuera de nuestro alcance por falta de soporte económico y por carencia de investigación en el campo, pero si podría pensarse en buscar alianzas con gobiernos que estén interesados en montar programas en nuestro país buscando un beneficio mutuo.

 

Solicitar posiciones orbitales a la UIT no tiene ningún costo, solo se necesita que el solicitante compruebe que el satélite para el cual gestiona la órbita ya este en construcción y se tienen hasta cinco años para colocarlo en el espacio sin que nadie le pueda quitar el segmento asignado. Esta sería una oportunidad única para crear industria de valor agregado y con inmenso potencial. Seguir esperando de brazos cruzados sería como ver a muchas personas sembrando frutas de nuestro jardín mientras nosotros esperamos a comprarles la cosecha.

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