Invertir en Capital Humano

Fernando Estrada examina la importancia del capital humano en la productividad de las empresas y de la sociedad colombiana. Un plan de Gobierno es necesario.

12 de abril de 2006

Si comparamos los préstamos de dinero para la inversión que una compañía destina para remodelar tecnologías con la plata que la misma compañía podría invertir en los ingresos de sus empleados para mejorar la productividad ¿en dónde veríamos las diferencias? ¿Cuánto puede ganar una empresa que estimule equitativamente a sus trabajadores distribuyendo las ganancias obtenidas? ¿Cómo influyen los estímulos el rendimiento creciente de las compañías? ¿Qué tanto gana en imagen una empresa con sentido de inversión en su capital humano? ¿Cómo interactúa el capital económico con los incentivos colectivos en una organización? Es evidente la importancia que ha llegado a tener la inversión de las empresas en programas de equidad social y económica. Tanto por lo que respecta a los esfuerzos por mejorar las condiciones de vida de poblaciones afectadas severamente por desequilibrios naturales, terremotos, inundaciones, sequías, etcétera, así como por una inversión para mejorar la calidad de vida de sus propios empleados, sus hijos y sus familias. Hoy el crecimiento económico de las organizaciones depende más de sus compromisos con la equidad social, que de los logros en productividad y rendimientos. O mejor, los mayores alcances de crecimiento y rentabilidad de las compañías se relacionan directamente con la identidad que tengan con causas de equidad social y económica. Las organizaciones no deben preocuparse ahora principalmente por la inversión en renovar equipos o por la compra de bienes inmuebles suntuosos. Estos aspectos, debido a los derechos de propiedad son efectivamente ejercidos. Y en muchos casos, la redituabilidad privada de estas inversiones asegura que las tasas de interés sean lo suficientemente elevadas para atraer a inversionistas hacia este mercado. Pero, ¿qué podemos decir de la inversión empresarial en el capital social de un país o de una región? ¿Qué decir de un empresario dispuesto a creer e invertir en sus trabajadores y empleados? Para mejorar su identidad y su marketing, las empresas deben consolidar la calidad de su población más inmediata. Una organización debe procurar crear en forma permanente la promoción y el estímulo de sus mejores profesionales, y garantizar un clima de confianza que motive a sus trabajadores al esfuerzo continuo por la excelencia. Y los estímulos de equidad se transfieren al salario y las prestaciones, la educación y la preparación efectiva en la carrera por los ascensos meritorios. Una política planificada de recreación familiar y sano esparcimiento, son componentes básicos de la agenda de una buena compañía. Es de esperar que si una organización obtuvo ganancias jugosas durante este año, sus tasas de rendimiento queden parcialmente invertidas en su compromiso con la equidad social. Lo que eleva considerablemente su capital futuro. Pasar de la inversión en capital físico en capital humano. Ahora que las tasas de rendimiento sobre la inversión en capital humano no siempre son elevadas. Como en el caso de profesionales universitarios desempleados. Durante una época haber pasado por la universidad, significaba asegurarse ganancias durante toda la vida en los diferentes niveles de preparación. Obtener un título y ejercer la profesión abría consecuentemente otras puertas. Sin embargo, las cosas han cambiado demasiado. Y la condición del desempleo masivo de profesionales ha generado agudos desequilibrios sociales. Junto con un potencial de conocimientos que con el paso del tiempo se ha vuelto obsoleto. Poco han hecho los gobernantes y la industria nacional por arbitrar las condiciones que permitan la realización e incorporación de un capital humano valioso. Y como los bancos y las entidades financieras, así como los demás proveedores de fondos, poco han ayudado también a igualar las tasas de rendimiento, redistribuyendo con egoísmo y sin sentido de equidad social sus ganancias, el panorama económico seguirá siendo demasiado inequitativo. En consecuencia, lo que se requiere es una filosofía social del gobierno que comunique una clara política de ajuste en contra de quienes obtienen las mayores ventajas del mercado. En materia de estímulos y exenciones este gobierno sigue el principio de justicia Mateo: "a quien más tiene más se le dará". Las empresas y organizaciones tendrán la oportunidad de poner en práctica un humanitarismo más liberal, es decir, una política de distribución de sus ganancias que vaya con destino a mejorar la calidad de vida de sus trabajadores. Invertir en los seres humanos más que en las cosas es un asunto de elemental sentido común.

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