Innovación, un desafío latente

31 de julio de 2006

Innovar, del latín innovare, que quiere decir, cambiar o alterar las cosas introduciendo novedades (Medina Salgado 1994).

Hablar de innovación no es cosa nueva, desde finales de la segunda guerra mundial hasta hoy, muchos países se han aferrado a diferentes enfoques y mecanismos para lograr el desarrollo de sus sociedades o para cambiar el rumbo de sus esquemas políticos o económicos. Sin embargo, así como antes, el término innovación aún sigue teniendo tanto significado, que hoy no se concibe el crecimiento y la prosperidad de una nación si no se acude a la adopción de medidas que conlleven a la creación de un entorno positivo y propicio para el aprendizaje colectivo, para el intercambio de experiencias y para el trabajo en conjunto; aspectos fundamentales para hacer factible todo proceso de cambio.

Durante mucho tiempo hasta los años ochentas, e incluso hoy, el enfoque de innovación que ha prevalecido ha sido el lineal, según el cual el actor principal y el eje sobre el que gira todo proceso de innovación son las actividades de investigación y desarrollo (I + D), enmarcadas dentro de una concepción empresarial y siguiendo la secuencia lógica: Invención – innovación – difusión – sustitución.

Este enfoque, según lo enuncia Keith Smith, se caracteriza por la idea de que las capacidades tecnológicas de una determinada sociedad están en función de las fronteras de sus conocimientos, que los conocimientos útiles para la producción industrial son principios fundamentalmente científicos, que el proceso de “traducción” de principios científicos a conocimientos tecnológicos es secuencial, y que es un enfoque “tecnocrático” porque considera a la evolución tecnológica en términos de organización de los procesos de desarrollo técnico y de invenciones materiales.

Y aún a pesar de que dicho anuncio es en gran parte acertado, el enfoque lineal ha demostrado no ajustarse a la dinámica de cambio presente en la sociedad actual, y mucho menos podrá armonizar con los desafíos de expansión y desarrollo futuros si no contemplan elementos más integracionistas, sobre todo para el caso de sociedades en desarrollo.

Para hacer frente a dichos desafíos y alcanzar niveles de desarrollo acordes a la globalización, el enfoque de innovación que se debe seguir al interior de toda economía, ya sea nacional o regional, debe ser un enfoque interactivo, en donde se conciba esta como un sistema articulado por instituciones políticas e instituciones de los sectores públicos y privados en una red en la cual sus actividades, interacciones e intercambios de experiencias contribuyan a la adopción, aprehensión y difusión de nuevos conocimientos y nuevas tecnologías para competir.

La empresa como tal debe ser actor fundamental dentro de un proceso dinámico de cambio, pero no el único, pues como se dijo, debe existir un sistema de innovación del cual deben hacer parte centros de investigación y desarrollo públicos, universidades, recursos de innovación de las empresas (incluyendo sus laboratorios y centros de I + D), establecimientos de enseñanza técnica y tecnológica, organismos gubernamentales encargados de la promoción empresarial, organismos de apoyo al desarrollo científico y tecnológico, y toda una estructura financiera como soporte para el desarrollo y evolución de nuevas iniciativas. Sin una retroalimentación emanada de la continua interacción de los actores del sistema no se alcanzaran resultados satisfactorios en materia innovativa, ni se podrán corregir las asimetrías presentes en los niveles de bienestar de la sociedad.

El desafío para el estado colombiano es poder hacer frente a los nuevos retos integrando toda la cadena productiva con instituciones públicas que sirvan de apoyo y de facilitadoras para que nuestro sector empresarial esté mas sintonizado con los nuevos avances científicos y tecnológicos, para que estos puedan ser incorporados de una manera gradual al modo de operar de las organizaciones sin generar choques entre el avance de la tecnología y el nivel de capacidad del talento humano. Para ello es necesario que se adopte el mencionado enfoque interactivo con el fin de que este beneficie a las pymes y de paso incentive el crecimiento de la economía del país de forma equitativa.

En este proceso, el papel de la universidad y de las instituciones de educación técnica-vocacional y tecnológica juega un papel fundamental, dado que son la base y el escenario primario en el cual se deben cultivar las nuevas estrategias de cambio. A partir de allí se debe empezar a construir una nueva estructura de conocimientos y aplicaciones que sirva de soporte y a la vez alimente el sistema, para que unido al enriquecimiento que produce la interacción de las demás piezas del engranaje, dinamice el proceso de creación de unidades productivas, no solamente como alternativa para ser competitivos, sino para reducir el desempleo y disminuir la pobreza.
Llevar a cabo un proceso de innovación como el propuesto, de forma transparente y comprometida beneficia a la institucionalidad del país, al sector productivo, a la educación, a la economía, y por ende, a la sociedad en general por acercarla más al desarrollo.






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