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Una cosa dice el burro...

1 de mayo de 1993

La integración con Venezuela enfrenta algunas trabas en la práctica. Donde más se ha hecho sentir la integración es en el comercio. El gobierno colombiano muestra orgullosamente un exagerado incremento en el intercambio. Se jacta de un salto del 500%, al pasar de US$ 200 millones en 1991 a US$ 1.000 millones en 1992. Sin embargo, una parte de este comercio siempre ha existido; simplemente antes se llamaba contrabando. Ahora que es legal se registra en las estadísticas. La cifra de US$ 1.000 millones todavía es una proporción relativamente baja del total de exportaciones colombianas, que alcanzan los US$ 7.000 millones. El comercio colombiano con Estados Unidos es mayor que con Venezuela. Hay todavía muchas barreras naturales y artificiales al intercambio con Venezuela. El transporte terrestre se ha facilitado más en teoría que en la práctica. Aún subsiste una tasa del 1% en las Aduanas venezolanas, que se cobra sobre el valor de las mercancías, aunque no hay aranceles. El propósito de las inversiones binacionales es evitar la duplicación de plantas fabriles, aprovechar el mercado común de 50 millones de personas, incrementar las economías de escala y hacer productos más baratos. Sin embargo, solamente las multinacionales más grandes están preparadas para esto. General Motors, por ejemplo, planeo aprovechar plenamente lo integración colombo-venezolana. Como Colombia y Venezuela requieren camiones con diferentes especificaciones, Walter Wieland, presidente de GM Colombia, quiere ensamblar todas las cabinas en Colombia y exportar a Venezuela. En Colombia las cabinas se ensamblarían en chasises con transmisión y carburación apropiadas para la abrupta geografía colombiana, mientras que en Venezuela los camiones se construirían con especificaciones acordes con un terreno más llano. No obstante, GM continuará fabricando el Swift en las plantas de Colombia, Venezuela y Ecuador. Por su parte, Renault-Toyota no expandirá sustancialmente sus exportaciones. Como están las cosas ahora, Sofasa fabricará 7.500 Toyotas y 22.000 Renaults este año. Solamente unos 2.000 Renaults se destinarán a miembros del Pacto Andino. 1.500 más podrán ir a Venezuela. "Esperamos," dijo un ejecutivo de la compañía. Gillette de Colombia tampoco consolidará sus operaciones. La compañía exportará bolígrafos PaperMate y máquinas de afeitar desechables Prestobarba, porque no se justifica producirlos en Venezuela, con un mercado más pequeño. Sin embargo, las afeitadoras Atra y Sensor se continuarán haciendo tanto en Colombia como en Venezuela. Están sin reglamentar todavía las regulaciones que permiten la inscripción de acciones venezolanas en las Bolsas de Bogotá y Medellín. El transporte terrestre es precario. Las empresas transportadoras encuentran más conveniente transbordar la mercancía en Cúcuta a camiones venezolanos, para evitar pagar sobornos a las autoridades del vecino país, y evitar también las protestas de los camioneros venezolanos. Sin embargo, los transportadores pierden un tiempo muy valioso y la mercancía corre el riesgo de deteriorarse, debido al mayor manipuleo. Por otro lado, más de 100 camiones fueron destruidos por la delincuencia guerrillera el año pasado.

El sector financiero ha sido considerado como una de las mejores oportunidades de inversión, al otro lado de la frontera. Los venezolanos compraron tres bancos colombianos, una corporación financiera, una compañía de seguros, abrieron una firma de Bolsa y compraron una importante participación del Banco Ganadero entre 1991 y 1992. No obstante la verdadera integración monetaria no se ha dado. Todavía es ilegal sacar pesos de Colombia, aún electrónicamente. En Venezuela está prohibido vender dólares a no residentes. El Banco de la República no piensa declarar al bolívar moneda de reserva. Mientras ello sea así, el Banco de la República no está en la obligación de cambiar esta moneda, de manera que el riesgo cambiario está en manos de los particulares. El gobierno se ha comprometido a corregir este tipo de problemas. La Junta Directiva del Banco de la República ha dicho que podría declarar la libre convertibilidad para bienes, pero no así para servicios. La posición de la Junta es que el riesgo cambiario debe ser asumido por los particulares, lo cual es lógico. En la frontera el peso y el bolívar se reciben en forma corriente, hay más de 30 casas de cambio en Cúcuta, y los bancos están autorizados para negociar bolívares bajo su cuenta y riesgo. Los bancos que manejan posición propia en bolívares lo hacen en forma muy cautelosa, por el riesgo de devaluación. En algunos bancos es posible negociar bolívares, pero en cantidades limitadas. Las operaciones de comercio exterior tienen que hacerse en dólares, muchas veces con el cobro de doble comisión. Una carta de crédito en Venezuela puede alcanzar una tasa de 80% y hasta 100%, según algunos comerciantes. No obstante, los grandes operadores no tienen este tipo de problemas. Jimmy Meyer sostiene que las comisiones e intereses se abaratan considerablemente con el monto de las operaciones.

El problema se exacerba con la inestabilidad política y económica de Venezuela. La amenaza de la devaluación del bolívar es constante, mientras el peso tiende a mantenerse estable o a revaluarse ligeramente. Las expectativas de una masiva devaluación del bolívar han paralizado muchos negocios este año, y ambos gobiernos reconocen la dificultad de armonizar políticas macroeconómicas. Claramente la integración económica no es la prioridad número uno en Venezuela, con todos los problemas que sufre el país. Dice Michael Contreras, Presidente del Citibank. "Estoy un poco preocupado personalmente por la inestabilidad política en Venezuela. Si no fuera por ese factor, el proceso andaría mucho más rápido".

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