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ESTRATEGIAS Y EMPRESA

Reverdece Venezuela

El nuevo régimen laboral reactivó la economía venezolana. Unas 35 empresas colombianas ingresaron este año a ese país. Se unen a las 180 que ya están allí.

1 de noviembre de 1997

El 98 será un año importante para las compañías colombianas establecidas en Venezuela y por ende para el intercambio comercial entre los dos países. Tal es la sensación generalizada entre el sector empresarial colombiano que se muestra optimista debido al repunte que, desde agosto pasado, presenta el mercado del vecino país.



"El próximo año la economía venezolana reaccionará pues es un año electoral que por tradición trae una serie de inversiones oficiales y de medidas que van a beneficiar el consumo", dice el gerente de empresas Noel en Venezuela, Orlando Jiménez.



Para Mauricio D'Angelo, gerente de Sofaven (la ensambladora de Sofasa en Valencia), "el mercado ha crecido y nosotros, que ahora tenemos el 1% del sector de vehículos en este país, aspiramos a duplicar o triplicar nuestra participación en el 98".

Lo cierto es que después de la caída de US$250 millones que registraron las exportaciones colombianas hacia Venezuela en 1996, se ve una reacción positiva que, según analistas, permitirá recuperar el terreno perdido.



La reactivación ha tenido origen, entre otros factores, en las nuevas medidas adoptadas por el gobierno venezolano en materia laboral que han propiciado un mejoramiento en los niveles de empleo, así como una mayor capacidad de compra en algún segmento de la población por el cobro anticipado de las cesantías. Esa confianza que están recuperando los venezolanos en su país, aparentemente, está motivando la repatriación de una porción de los capitales que se fugaron durante el período de la crisis financiera (según estimaciones del Banco Central de Venezuela, los venezolanos poseen en el exterior cerca de US$75.000 millones).



Así mismo, la apertura petrolera, que le brinda a Venezuela nuevos ingresos, está generando desde ya una gran expectativa y sicológicamente motiva una nueva actitud hacia el gasto. Lo cierto es que la incertidumbre política ha cedido y las empresas extranjeras están llegando. También han aumentado las importaciones, en especial de bienes de capital y de materias primas. Todo apunta hacia una nueva Venezuela y hacia un mejor mercado para las compañías colombianas.



De hecho, las proyecciones para este año en materia de exportaciones colombianas hacia Venezuela las ubican en un nivel cercano a los US$1.000 millones y un intercambio bilateral aproximado de US$2.500 millones.

Estas cifras ratifican que Colombia es hoy el primer mercado para las exportaciones no petroleras venezolanas, y Venezuela el segundo para los renglones no tradicionales de nuestro país.



Historias exitosas



Pero quizás el hecho más relevante del último año lo representa la cantidad de nuevas empresas colombianas que han llegado a invertir en Venezuela. Cerca de treinta y cinco han ingresado o están por hacerlo en forma directa al mercado y se unen a las 180 que están presentes en el vecino país desde la apertura económica de 1992. Las que ya estaban muestran una consolidación en sus operaciones, se han tornado más agresivas en la promoción y mercadeo y puede decirse que anticipan un buen fin de año y uno definitivamente mejor para 1998.



Empresas del Sindicato Antioqueño como Inversiones Mundial, Venekim y Cadenalco son las que hoy realizan las mayores inversiones en Venezuela. La primera de ellas participa accionariamente en la empresa Grupo Químico de Venezuela, productora de pinturas y hoy es líder en el mercado ante el desplome de su mayor competidor, el Grupo Corimon y su principal marca Montana.



Por su parte, el grupo papelero del Sindicato, con su empresa Kimberly, monta en la actualidad una planta para la producción de pañales en Valencia, la ciudad industrial de Venezuela.



Esta compañía tiene no solamente una elevada participación en el mercado de pañales, sino también en el área de papeles finos y suaves, estos últimos de reciente ingreso al vecino país.



Pero quizás uno de los ejemplos más interesantes es el de Cadenalco. Su presidente, Germán Jaramillo Olano, fue quien realizó personalmente las gestiones tendientes al montaje de supermercados en Venezuela, o a la compra de algunos ya existentes en el mercado. De maletín en mano y acompañado de varios de sus principales ejecutivos recorrió todo el país estudiando la mejor alternativa, para llegar finalmente a la adquisición de los supermercados Cada (más de cincuenta en todo el territorio) y de las tiendas por departamentos Maxy's, ambos de propiedad de la Organización Cisneros. La operación se realizó en compañía de Makro y Polar, pero la parte colombiana mantiene su participación accionaria mayoritaria.



Carvajal es otra de las compañías que domina el mercado en varios renglones, como los muebles modulares para oficina, cuadernos y libros gerenciales e invierte además en la empresa Venepal, la mayor productora de papel del país. Simultáneamente monta salas de exhibición y realiza grandes campañas de promoción y publicidad en todos los medios.



Alimentos, carros y muebles



En el sector de los alimentos, la pionera fue Alpina, que ingresó al mercado gracias a la alianza estratégica con la compañía de cárnicos venezolana Plumrose, aprovechando su infraestructura comercial y amplia cobertura de distribución. El arequipe Alpina, producto con el cual se inició la operación conjunta, fue tan popular entre los venezolanos después de tan solo un año, como lo ha sido desde hace hace tiempo para los colombianos. Después la empresa láctea colombiana se independizó con la compra de una planta productora de yogur y asumiendo de manera directa la distribución de la totalidad de los productos que vende en Venezuela.



En el mismo sector de alimentos, Industrias Alimenticias Noel le sigue los pasos a Alpina. Esta compañía, al igual que su empresa hermana del Sindicato Antioqueño, la Compañía Nacional de Chocolates, tenía presencia en el mercado por una alianza estratégica con Mavesa, una de las más importantes empresas venezolanas. Sin embargo, tomó la decisión de operar directamente, estableciéndose de una manera agresiva y exitosa en ese país.



Según el gerente Orlando Jiménez, en un año lograron capturar el 5% del mercado de galletería, el 3% del sector de confitería y sus ventas llegaron a US$9 millones el año pasado, el triple de lo obtenido en 1995. Adicionalmente, Noel adquirió la compañía de productos cárnicos madurados Hermo, configurando así un negocio similar al que se tiene en Colombia con Zenú. Ese mercado le representó a Noel ventas por US$40 millones.



Antes de Noel había ingresado Colombina, primero unida a Kraft y luego adquiriendo al Grupo Fiesta, importante en el mercado de Venezuela no sólo como productora de alimentos sino por poseer una red propia de distribución. En pocos años esta compañía llegó a ser líder en el negocio de las chupetas. Hoy, distribuye los productos de otra de las empresas colombianas del sector, La Constancia de Bucaramanga.



El Grupo Corona, por su lado, y después de un tímido comienzo, hoy se extiende comercialmente en el mercado y cuenta con salas de exhibición propias.



En almacenes propios, la contribución corresponde a dos empresas del sector marroquinero (Boots'N Bags y Marroquinera), dos del sector de los muebles (Muebles Bima y Puro Cuero) y dos del sector de confecciones (Pronto y Color Siete).



También las ensambladoras colombianas de vehículos han hecho su aporte. Tanto Sofasa como la CCA han ingresado al mercado venezolano con tanto éxito, que ahora la exportación de automóviles desde nuestro país se destaca como una de las más importantes y de mayor crecimiento de los dos últimos años.



Mauricio D'Angelo, de Sofaven, dice que es posible que se llegue este año a la venta de 700 a 800 vehículos. Asegura, además, que tendrán para el próximo año 10 concesionarios y seis servicios autorizados y continuarán la inversión en publicidad y promoción, cuyos costos superan, hasta ahora, el millón y medio de dólares.



Los azucareros colombianos también se han dejado sentir en el vecino país. Siendo los principales proveedores extranjeros de azúcar crudo para el mercado venezolano, se convirtieron también en inversionistas con la adquisición de una central azucarera en la zona de frontera, Ureña. A pesar de los altibajos y dificultades que este renglón ha encontrado en Venezuela por disposiciones gubernamentales que han llegado hasta el cierre de las importaciones, el aporte del sector azucarero colombiano ha sido definitivo en la consolidación del intercambio binacional.



Vale la pena mencionar también a las textileras (Coltejer, Fabricato, Tejicóndor y Lafayette), a Cacharrería Mundial, Caribú, Satexco y Petroquímica Colombiana que estuvieron entre las 100 primeras empresas que entraron durante los dos años posteriores a la apertura.



Los confeccionistas, curiosamente, no han desarrollado inversiones importantes en Venezuela. Pocos cuentan con oficinas propias y venden en el mercado por intermedio de distribuidores o representantes. Solamente Leonisa y Pat Primo, Pronto y Color Siete han procedido en forma diferente, sobre todo la primera, líder en el mercado de la ropa interior femenina en Venezuela, y que posee excelentes instalaciones para oficinas y bodegas y realiza su propia distribución nacional. Sería injusto dejar de mencionar también a la compañía Distrihogar, con una excelente posición en el mercado de la ropa de cama.



Intercambio vivo



Las cifras de inversión de estas compañías son difíciles de precisar. Sin embargo, cálculos efectuados por Proexport Caracas ubican la inversión de las empresas colombianas en no menos de US$500 millones.



A pesar de esto, analistas consideran que ésta es apenas una pequeña muestra de lo que realmente está ocurriendo. Desde Colombia parten diariamente siete vuelos hacia Venezuela, para un promedio estimado de 350 personas, que no viajan propiamente de turistas. Son hombres de negocios que se desplazan con tanta facilidad, como lo hacen dentro de nuestro país y forman parte de una corriente de negocios real, que no necesariamente tiene que aparecer en los registros de la Embajada ni de la oficina de Proexport y son, según observadores, el producto de una relación comercial cada vez más libre y dinámica y de un mayor conocimiento y acercamiento entre los empresarios de los dos países.



En fin, todo ello es el producto de esta integración, cada vez menos publicitada, pero todos los días más exitosa.



Sin embargo, la desconfianza en el mercado venezolano persiste en algunos empresarios colombianos, en buena parte por la amarga experiencia de años atrás consecuencia de los remezones cambiarios que tuvo que afrontar este país. Hoy la situación es bien diferente y el panorama para el 98 luce aún mejor. Regresa la riqueza a Venezuela.

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