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El valor de la imagen

La fotografía es una forma de arte poco valorada en Colombia. Como inversión hay poco que perder y mucho que ganar.

1 de junio de 1995

Si fuéramos a hablar de la historia de la fotografía como el invento del proceso, podríamos mencionara Louis Jacques Mandé Deguerre o William Henry Fox Talbot, quienes murieron en el año de 1839 en Francia e Inglaterra, respectivamente, e inventaron los procesos que serían las semillas de la fotografía moderna de hoy día. Pero si fuéramos a hablar del "fundador" de la fotografía artística o, más exactamente, la fotografía como obra de arte, Alfred Stieglitz fue el hombre responsable por la aceptación de la fotografía en las galerías y finalmente en el Museo de Arte Moderno en la ciudad de Nueva York. Curiosamente, y aunque los colombianos comprendieron la importancia de los esfuerzos casi simultáneos del descubrimiento de Daguerre y Talbot, la labor de Stieglitz, que empezó hace más de medio siglo, todavía no ha logrado su propósito aquí. Aunque en el exterior son reconocidos los grandes fotógrafos colombianos, aún tienen dificultades en lograr que sus compatriotas compren o exhiban su trabajo.



HISTORIA DE LA FOTOGRAFÍA EN COLOMBIA



Según Eduardo Serrano, autor de la "Historia de la Fotografía en Colombia", la más probable fuente que anunció la cámara fotográfica por primera vez en Colombia fue el periódico El Observador, el 22 de septiembre de 1938. Pero la cámara se introdujo a Colombia con la llegada de un extranjero, el barón Jean Baptiste Louis Gros (Francia, 17931870). Pintor y diplomático de su país, Gros llegó a la Nueva Granada en 1839, y trabajó en la nueva tecnología de la fotografía durante los cinco años que permaneció en Sur América. Empleó el sistema de fotografía inventado por el arriba mencionado Jacques Louis Mandé Daguerre, quien utilizaba una placa de cobre, la cual requería 20 minutos de exposición del objeto. Parte de su trabajo se encuentra en los archivos del Museo de Arte Moderno de Bogotá.

Si Gros hizo conocer la nueva tecnología, fue Luis García Hevia (Bogotá, 1816-1887) quien amplió su empleo más allá de la simple fascinación de la reproducción de imágenes. Llegó a Bogotá en la década de 1840 y fue el primero en practicar la daguerrotipia en la Nueva Granada. En 1841 participó en la Exposición del Mural y de la Industria y en 1858 montó su propio estudio en Bogotá. Fue aproximadamente al mismo tiempo cuando Hevia entró en escena que el calotipo (o talbotipo), patentado en 1841 en Inglaterra por William Henry Fox Talbot, proceso de fotografía que empleaba varias soluciones en un papel de fotografía muy delgado. En América se vio muy poco de este proceso y en la Nueva Granada sólo un fotógrafo lo empleó, Celestino Martínez (Caracas, 1820-1885). Hasta la fecha no existen registros conocidos de su trabajo en el campo riel calotipo.

John Armstrong Bennett, un norteamericano que llegó a Bogotá en 1848 después de haber vivido varios años en Sur América, abrió la Galería del Daguerrotipo. También produjo varias obras durante su permanencia en Colombia (que firmó con el nombre de Juan); gran parte de ellas pertenece al Museo de Arte Moderno de Bogotá. En 1852 en Inglaterra, Fredrick Scott Archer patentó el sistema de ambrotipo (el producto fotográfico cíe la cámara se podía usar como positivo o negativo y con frecuencia se coloreaba a mano), pero la siguiente técnica que se abrió paso de manera notable fue el ferrotipo. Registrada por Hamilton Smith en 1856, la fotografía se podía producir a precios muy bajos, por lo que se hizo muy popular en estas latitudes.

En 1850, el francés Louis Blanquart-Evrard patento el proceso de copia de albúmina o papel albúmina, el que producía una imagen en color café y utilizaba, entre otras cosas, clara de huevo para procesar la fotografía. Poco tiempo después de ser inventado este proceso, se popularizó ampliamente la tarjeta de vista, introducida en Colombia a principios de la década de 1860. Existen crónicas de que esta especie de tarjeta de negocios fue empleada por casi todo el mundo, desde el político de apariencia distinguida hasta el humilde campesino, quienes posaban para las fotografías de tamaño reducido para colocar en la billetera, con frecuencia pegadas en el anverso de la tarjeta de negocios. Demetrio Paredes (Bogotá, c1830-c 1898), artista de litografía y pintor, se inició en la fotografía en 1855 y llegó a ser uno de los fotógrafos más hábiles y prolíficos de la tarjeta de vista, habiendo montado su estudio en 1860.

Al mismo tiempo que la tarjeta de vista, los colombianos introdujeron las vistas estereotípicas (inventadas en Europa por Charles Wheatstone en 1832), la cual empleaba un lente visor especial que daba la ilusión de tres dimensiones al juntar dos imágenes similares en el mecanismo visual. En el Mercado de las Pulgas, en el centro de Bogotá todavía se encuentran estas imágenes y las máquinas para verlas.

Henry Louis Duperly llegó a ser uno de los grandes fotógrafos de Colombia a principios de] siglo. Nacido en Inglaterra y de ascendencia francesa, Duperly tuvo un estudio en Jamaica antes de venir a Colombia en 1892; se estableció inicialmente en Barranquilla y posteriormente en Bogotá bajo el nombre de Fotografía Inglesa de H. L. Duperly e Hijo. No sólo era conocido por sus retratos sino por sus exteriores, tanto en Bogotá como en Santander. Su obra fue exhibida en 1899 en la Exposición de Bellas Artes. Una parte considerable de ella se conserva en los archivos del Museo de Arte Moderno de Bogotá.

Aunque sólo hasta mediados del siglo XX se vino a emplear la

fotografía como una fuente confiable de documentación, fue hacia finales del siglo XIX cuando la cámara empezó a conformar su función en Colombia como fuente de registro de los sucesos nacionales. Los funerales de los presidentes y los efectos de los terremotos se captaron en las lentes de las cámaras primitivas. A finales del siglo XIX se descubrió la copia en gelatina (1880) y ésta pasó por varias

etapas después de ser inventada. Este proceso fue el primero en reproducir y ampliar y fue el precursor del descubrimiento del celuloide, introducido en el mercado por Eastman Kodak (aunque fue inventado por Alexander Parkes más de treinta años antes). Este nuevo paso en la tecnología sería el comienzo del camino de la fotografía a un nivel internacional, al hacerlo económico y lo suficientemente asequible para el aficionado de casi cualquier edad y nivel económico.

Parte de lo que vemos en Colombia desde la introducción de la cámara fotográfica al país en la década de 1840 son paisajes variados y sucesos nacionales, pero, sin lugar a dudas, el uso principal que se le dio a la cámara fue el retrato. Era la única fuente real de ingresos para el fotógrafo de finales del siglo XIX y de principios del siglo XX da pose corriente con la cortina de fondo). La fotografía artística como tal solamente empezó a aparecer a principios de este siglo, aunque normalmente como una variación del retrato. Uno de estos artistas fue Benjamín De la Calle (1869-1934), quien abrió su estudio en Antioquia en 1989 con su hermano Enrique. Aunque De la Calle trabajaba en exteriores, se distinguió entre los otros fotógrafos de su tiempo por sus retratos más artísticos. Obtuvo un premio en un concurso de fotografía en los Estados Unidos en 1917, siendo uno de los primeros fotógrafos colombianos en ser reconocido fuera del país.

En el siglo XX ya había 61 estudios en 16 municipios de Colombia. Los varios estudios de Melitón Rodríguez (Medellín (1873-19"42) eran tan extensos en su trabajo, que su familia en Medellín todavía reproduce retratos de sus archivos para los descendientes de los clientes de Rodríguez. Rodríguez es considerado como uno de los primeros verdaderos maestros de la fotografía en Colombia y su trabajo es notablemente avanzado en su empleo de la luz y la composición. Poco tiempo después, la publicidad empezó a utilizar la fotografía. Cuando se introdujo la terjeta postal en Colombia, la cual se hizo popular originalmente para celebrar el primer centenario de la independencia, la fotografía ya había adquirido la dimensión de un fenómeno de cultura popular. La primera publicación periodística en emplear fotografías fue El Gráfico (1910-1914). La revista requería un papel muy grueso y costoso, diferente al papel de texto puro. Después de esta publicación vino Mundo al Día en 1924, seguida muy pronto por la revista Cromos y el periódico El Espectador.

Nereo López (Cartagena, 1920) empezó a ganarse la vida como fotoperiodista y fue uno de los primeros (si no el primero) fotógrafos profesionales que abandonó su trabajo asalariado para dedicarse a la fotografía como forma del arte. Varios grandes fotógrafos en este siglo han seguido sus pasos, o al menos a juicio del público, han trascendido su trabajo como periodistas y fotógrafos de estudio para llegara adquirir una mayor importancia estética. Luis Ramos (Guasca, 1900-1955) registró a los campesinos de Cundinarnarca y Boyacá con novedad y una gran ambición artística. Erwin Kraus (Bogotá, 1911) ha realizado uno de los más destacados trabajos en fotografía de paisajes en el país. Leo Matiz (Santa Marta, 1915), quien trabajó como fotógrafo de El Tiempo y tomó fotos fijas de películas mexicanas, es uno de los grandes fotoperiodistas colombianos. Carlos Caicedo (1929) ha expuesto en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y su obra ha sido recogida en un libro que lleva su nombre. Sus importantes tomas, casi cinematográficas, han sido aceptadas como una forma de arte.



EL MERCADO DE LA FOTOGRAFÍA



En Colombia se vende pintura y quizás algo de escultura. Pero en la promoción del arte colombiano no se sabe qué viene primero, si el huevo o la gallina. Más específicamente, no se sabe si los grandes pintores se han hecho a un nombre en el exterior antes de lograr aceptación aquí o primero hacen impacto en el mercado local antes de obtener éxito en el exterior. La mayoría de los coleccionistas y galerista colombianos dirían que la gallina y el huevo ocurrieron simultáneamente, o que cada artista en especial tiene su propia historia de éxito, o que no existe ningún patrón definido. Pero la posibilidad de que a un artista le vaya bien depende del apoyo financiero y moral que Colombia le dé a la forma de arte. Cuando Alonso Garcés, de la Galería Garcés Velásquez de Bogotá, quiso organizar un mes de la fotografía en Colombia con algunas de las más importantes galerías de Bogotá, la respuesta no fue lo suficientemente positiva como para que el proyecto arrancara. No es fácil vender fotografía en Colombia, dice Garcés, y galerías como Diners y el Museo están totalmente de acuerdo.

Además de la ley de la oferta y la demanda, existen dos factores importantes que el coleccionista debe tener en cuenta al comprar fotografías. El primero y más obvio es simplemente la habilidad tanto técnica como artística. La habilidad técnica simplemente determina si la fotografía es altamente archivable (en la duración de la calidad de la imagen, la regla es que el blanco y negro dura más que el color). Lo que establece si es archivable depende ante todo de lo que suceda en el cuarto oscuro (el tiempo que la foto permanezca expuesta, los químicos para desarrollarla, el tiempo que permanezca en el agua, el tipo de papel empleado, el tipo de acabado, etc.). La única forma de saber si el fotógrafo es técnicamente competente es hablar con él o con ella. Si uno no tiene acceso al artista, se puede hacer una conjetura informada basada en la educación del fotógrafo (existen excelentes escuelas en todo el mundo, pero Nueva York y París tienen algunas de las mejores). Pero las evaluaciones elitistas a este respecto pueden fallar, puesto que varios famosos fotógrafos han sido autodidactas.

La calidad del trabajo de un fotógrafo a nivel artístico es algo mucho más complicado. Es importante saber un poco acerca de la racionalidad o filosofía detrás de su obra. Tal como se preguntó una vez un comprador: "¿Tienen o no un mundo para contar?". En otras palabras, es preciso indagar si la filosofía que sustenta su obra permitirá una continua evolución (un buen artista estático puede hacerse a un nombre y desaparecer rápidamente). ¿Corre riesgos con su trabajo? Algunos críticos argumentan que los que no lo hacen no son artistas. ¿Y de dónde proviene su obra? Trate de aprender algo acerca de las últimas exposiciones y proyectos del fotógrafo.

En segundo lugar está la promoción del artista. El comentario de Garcés acerca de su imposibilidad para promover la fotografía en Colombia puede ser una mala señal. Casi no hay apoyo para este arte y por lo tanto el trabajo de un fotógrafo nunca va a madurar en el mercado. Muy pocos fotógrafos tienen buena promoción actualmente y la mayoría de ellos la obtienen de fuentes fuera de Colombia. Algunas galerías en el país representan y promueven fotógrafos, pero como hay poco dinero en ello, no invierten mucho en este esfuerzo.

La promoción de la fotografía, tanto a nivel individual como nacional, está en una encrucijada. La promoción no se puede hacer hasta que

el mercado empiece a moverse y el mercado no se moverá hasta que alguien lo promueva. Sin embargo, en el resto del mundo, en Nueva York, en París y en la capital de la fotografía de América Latina, Sao Paulo, la fotografía es un artículo de gran venta.

La fotógrafa artística Cindy Sherman de los Estados Unidos (quien sólo se toma fotos a sí misma), el fotógrafo de instalaciones Cristian Voltanski de Francia, y el fotógrafo de modas Richard Avedon, son nombres conocidos en el mundo artístico. Quienes hayan comprado su trabajo hace veinte años han hecho una fortuna hoy día. Y estos procesos de valorización se podrían dar eventualmente en Colombia. El coleccionista en Colombia tiene la ventaja de que los precios son actualmente muy reducidos: las obras se están vendiendo en las galerías a precios tan bajos como $80.000 y rara vez superan los $2 millones.

Puede ser, entonces, un buen momento para comprar fotografía, pero la pregunta que surge es: "¿Están los fotógrafos colombianos produciendo buen material?". Una forma de fotografía que sí se vende en Colombia son los libros para las mesas de centro por editores como Benjamín Villegas. Además, la Asociación Fotográfica de Colombia ha sacado varios libros sobre fotógrafos latinoamericanos y es importante ver no sólo la calidad de la fotografía corriente en blanco y negro sino también la fotografía de estudio y de computador (aunque Colombia va a la zaga de los mercados más avanzados). Tanto la asociación como los clubes de fotografía (el Club Fotográfico de Medellín está celebrando sus 40 años este año) constituyen una fuerza importante. Y la verdad es que hay varios artistas de alto nivel buscando desesperadamente demanda.



OTROS FOTÓGRAFOS REPUTADOS Y PROMETEDORES



Medellín: Andrés Sierra, león Duque, Francisco Mesa, Rafael Mejía, Oscar Garcés, Andrea Londoño, Pablo Guerrero, Gabriel Carvajal, Alejandro Monsolve (publicidad).

Bogotá: Félix Tissnés, Antonio Castañeda, Santiago Horker, Diego Samper, Manolo Rodríguez, Vicky Ospina, Dora Franco, Olga lucía Jordón, Catalina Toro, Cecilia Rocca, Hernán Téllez, Sergio Trujillo, Juan Carlos león, Patricia Rincón, Patrick Duarte, Luciona Pérez, Blanca Cediel, Manuel Valle, Rudolf (publicidad), Paulo Vitalini (publicidad), Juan Manuel García (publicidad), Mauricio Mendoza (modas), Barranquilla: Javier Díaz Granados, Enrique García.

Cali: Niki Calero (publicidad), Carlos lora (publicidad), Mercedes Sebastián.

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