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DEL DICHO AL HECHO

Los efectos de la apertura y la reevaluación han golpeado particularmente a los sectores de textiles y confecciones.

SAÚL PINEDA
1 de agosto de 1995

Hace seis años, cuando muy pocos le "jalaban" a la apertura, un estudio del Boston Consulting Group, que duerme injustamente en los anaqudes del olvido, le mostraba a los confeccionistas del país las enormes tareas que les esperaban para avanzar hacia una mayor productividad. Entonces señalaban los expertos que el tiempo para confeccionar una falda en Colombia era 5 veces mayor al tiempo requerido en Estados Unidos, y dos veces el necesario en Hong Kong, Taiwan y Corea. Ahora que los confeccionistas comparten con sus vecinos del sector textil los embates del contrabando y la fuerte competencia de la apertura, las cosas no parecen haber cambiado mucho.

En el caso de las confecciones, según un estudio reciente de Anif, entre 1985 y 1991 el valor agregado por trabajador creció a una tasa promedio anual de 7.4%, casi el triple de la tasa promedio para la industria manufacturera (2.8%). Sin embargo, en 1992 la productividad del resto de la industria aumentaba en forma vigorosa. A juzgar por las cifras de productividad de Monitor Industrial, esta tendencia no varió sustancialmente durante 1994.

Por su parte el sector textil, a pesar de los resultados adversos

que ha debido enfrentar en los últimos años, muestra un mejor comportamiento de su productividad como resultado del proceso de reconversión industrial iniciado en el período previo a la apertura.

Aunque resulta evidente la mayor penetración de importaciones legales y muy probablemente del contrabando en el sector de textiles, el efecto neto se ha sentido más entre los confeccionistas, quienes han experimentado caídas persistentes en la producción desde 1993. No ocurre así con la producción textilera que manifiesta un ligero repunte desde el año anterior.

Corno era de prever, por tratarse de un sector intensivo en mano de obra de baja calificación, el ajuste en el sector de las confecciones se hizo por la vía de la reducción en empleo, mientras que los textileros han optado por la racionalización

del empleo, en el marco de su proceso de reconversión, sin que esto signifique el desplazamiento de un grupo notable de operarios.

En todo caso, existe evidencia en el sentido de que parte importante de los empleos perdidos en el sector de las confecciones se debe al cierre de empresas nacionales que se han visto obligadas a salir del mercado. De hecho, los cálculos de Asconfecciones revelan que el contrabando de confecciones alcanzó en 1993 una cifra cercana a los US$13.7 millones y pudo haber superado los US$112 millones en 1994.



ACTIVIDAD EXPORTADORA

Después de una notable recuperación en 1993, las exportaciones de confecciones experimentaron un nuevo descenso en 1994, ratificando las dificultades qué se mantienen durante el presente año. Como se aprecia en el gráfico, los nivdes actuales distan mucho de los registrados hasta 1991, cuando se presentaba además el sesgo de las exportaciones ficticias o sobre facturadas con el aliciente de obtener un mayor monto por concepto del CERT.

Entre tanto, las exportaciones de textiles presentaron un virtual estancamiento en 1994, cuando en el período previo a la apertura se habían multiplicado por dos en sólo cinco años, después de un crecimiento sostenido durante la segunda mitad de la década de los ochenta.

La lenta reacción de la demanda de Estados Unidos y la crisis de Venezuela han afectado considerablemente a ambos sectores, aunque nuevamente en el caso de las confecciones la crisis del país vecino ha sido particularmente sentida. Un empresario de las confecciones expresaba gráficamente su angustia: "Hace tres años no era necesario vender en Venezuela porque sencillamente ellos nos compraban. Ahora el precio no nos da y hemos tenido que salir a vender sin ningún éxito".

En este contexto, resulta explicable la caída en 1994 de la participación de los textiles y las confecciones en el total de las ventas externas de la industria nacional. Pero aun así, sigue siendo cierto que esta cadena productiva se mantiene como la primera fuente de divisas del sector de las manufacturas.



LA RENTABILIDAD

Los análisis de la Superintendencia de Sociedades sobre la base de 48 empresas representativas del sector textil, son bastante ilustrativos sobre las dificultades que atraviesa esta importante actividad. El retorno sobre ventas, que constituye un buen indicador de la rentabilidad, pasó del 6.4% en 1992 al 2.0% en 1994, lo cual es un reflejo de que las empresas pertenecientes a la industria textil han logrado mantener sus mercados a través de una política de bajos precios pero a costa de su margen operacional.

Los mismos análisis de la Superintendencia de Sociedades para el sector de las confecciones, aunque no resultan tan confiables para las agrupaciones en su conjunto, sí permiten captar las dificultades de rentabilidad que atraviesan, en particular las empresas exportadoras. Sobre un total de 25 empresas, entre las cuales se destacan industrias de tradición internacional, se comprueba cómo el retorno sobre ventas pasó de un 5% en 1992 al 1.8% en 1994 para la muestra sdeccionada.

La crisis de rentabilidad se ha concentrado considerablemente en los exportadores del sector de la confección ya que, como se aprecia en el notable coeficiente de ventas externas del sector, en éste se concentran las empresas con mayores índices de penetración en mercados internacionales, al lado de los empresarios de los cueros. Muchas de las empresas de confecciones, para evitar el desplazamiento de los mercados externos y aun del mercado interno, han mantenido casi cambio mundial. No ocurre así con el comercio de confecciones, sector en el cual el 40% del intercambio mundial lo explican las exportaciones desde países en desarrollo hacia los países más avanzados.

Esta tendencia confirmaría la importancia de que el país se ocupe mucho más de integrar la cadena productiva textil-confecciones -tal como lo sugiere el Acuerdo Sectorial de Competitividad- para exportar productos de mayor valor agregado con destino a Estados Unidos y la Unión Europea, que concentran el 60% de las importaciones mundiales de estos productos. En forma simultánea es necesario que los sectores textil y de confecciones nacionales, cuyas exportaciones mundiales en conjunto representaron un total de US$250.000 millones en 1992, desarrollen una gran inteligencia de mercados que les permita captar una parte significativa de esta interesante cifra. Desde luego, tal propósito sólo puede ser posible con productos más diferenciados y

a través del análisis de competidores como Turquía, Pakistán y Taiwán, que son hoy países con ascenso en estos mercados. Por lo demás, algo tiene que decirle a nuestros empresarios la meta que se ha trazado Corea para el año 2000, de llegar a los US$30.000 millones de exportaciones en textiles y confecciones.

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