| Foto: Conexión Congreso

PERFIL

Una sucreña con compromiso social

A los 20 años mientras representaba a Sucre en el concurso nacional de la belleza, Ana María Castañeda, conoció la realidad del país y decidió desde ese momento hacer un trabajo social que empezó en su departamento.

18 de diciembre de 2018

Hoy a sus 33 años es la senadora más joven que ha logrado llegar hasta el Congreso, después de  ser gestora social entre  2012 y 2015. Ha defendido los derechos humanos como la inclusión y la equidad en el departamento de Sucre; además  de ser reconocida por el apoyo en el mismo tema en la carrera política de su esposo, Mario Fernández, quien fue concejal en Sincelejo y senador por cuatro años.

En este periodo legislativo, a pesar de ser el primero,  ha tenido roles importantes dentro del Congreso en la comisión sexta. El primero de fue asumir la presidencia de la Comisión de la Mujer donde, dice Castañeda “estamos luchando por ayudar a las mujeres que están siendo atacadas, violentadas dentro de sus hogares, en la calle o en su empleo”.

Ella lucha desde el Congreso por  tener un país paritario, y por las mujeres del país. Sin embargo, desde que empezó a cumplir sus funciones ha sido víctima del machismo por parte del gobernador de su región, quien más tarde, gracias al apoyo ciudadano- en mayoría mujeres- y de los congresistas, se disculpó por llamarla incapaz e incompetente. “Para mí fue una lección y un impulso para seguir adelante en mi vida” dice respecto a esta experiencia.

Su discurso feminista está presente en todos los ámbitos de su vida, desde  su familia por ejemplo, ya que ahora su esposo cumple los roles del hogar y los hijos, mientras ella cumple las responsabilidades en el Congreso. “Es muy bonito que ellos compartan con el papá tanto tiempo y vean el cambio de roles, fueron cuatro años viendo a su papá cada ocho días, ahora soy yo la que debe viajar y solo me ven los fines de semana”.

Aunque el trabajo de senadora requiere de mucho tiempo, le gusta la dinámica política que tiene hoy el Congreso, con los partidos de la izquierda, los de la Farc -que nunca se había visto- y los que pertenecen a los partidos de toda la vida. “Ha sido un aprendizaje y enseñanza que me ha hecho crecer como persona y me he disfrutado todo este periodo” dice la senadora del partido Cambio Radical

Su recibimiento en el Congreso no fue usual pues su posesión no la marcó por ser primer día legislando, sino por la pedagogía del senador Mockus que ella recuerda como inapropiada, y pensó consternada ¡qué vendría luego! Eso sin imaginar que al salir de la entrevista con Conexión Congreso en una nueva plenaria, caerían ratones de las gradas – un acto sin valor pedagógico-.

“La política es una herramienta e instrumento para poder servir” dice Ana María quien lo que más disfruta de su cargo es poder servirle al pueblo,  por eso afirma también estar apasionada con cada de uno de los proyectos sin embargo se enfoca en los de carácter social. Uno de los proyectos de su autoría  es ‘ por medio del cual se reestructura el sector de inclusión social y reconciliación, donde se reagrupan y redistribuyen las funciones al sistema de bienestar familiar y se crea el Ministerio de la Familia y Social.

Aunque ha sido un semestre legislativo productivo, a ella le gustaría que los debates del Senado dejaran de ser tan personales y se centraran específicamente en los temas de interés público, porque aún se ve mucha polarización interna por cuenta de temas personales. “Cuando llegan a ofenderse y pasar límites, no me parece bien ni sano, además es un ejercicio de mucho tiempo donde cada persona sacrifica momentos familiares y personales para servirle al país”, comenta.

Cada fin de semana se convierte en lo más esperado y sagrado para Ana María, pues lo que más le gusta hacer es dedicarle calidad de tiempo a su familia e hijos, Juan Mario y Daniel: leer, ir a cine, jugar, armar un rompecabezas, lo que sea, pero con ellos.

De su trabajo como legisladora lo más difícil ha sido el desprendimiento familiar, aceptar que los ve solo en fin de semana y que los lunes es su oportunidad  de alistarlos para el colegio y darles el beso de despedida. Después de esto cada martes viaja a Bogotá a cumplir sus labores, que son recompensadas no solo por el pueblo sino  también por el amor que le brinda su familia cada que regresa a sus brazos.

La labor social la comparte con su esposo,  “él es una máquina y sigue trabajando desde Sucre por el pueblo.  Ahora dicen que soy más política que Mario y no entiendo en qué momento, igual disfruto todo esto porque han sido 17 años juntos llenos de amor y apoyo mutuo” dice la senadora, quien en toda la conversación resaltó que el soporte de su familia es el que le permite legislar ahora.

Para concluir dice que en cinco años se ve como una mujer empoderada en más temas y quien ha logrado  ayudar, desde cualquier cargo o situación, a su departamento región y  país.